Europa Sur

HOMBRES-CERDO

- BRAULIO ORTIZ

HAY mucho cerdo suelto, y que me perdone por la comparació­n el ganado porcino. Entre los que recordamos está Babe, el cerdito valiente, que pese a sus circunstan­cias quería ser perro pastor, o Hamm, el personaje de Toy Stor y, ese chancho con forma de hucha que hace buenas migas con Mister Potato, pero existen también otros guarros que no merecen una película. Tipos muy puercos. Muy marranos. Exageradam­ente cochinos. Y, como se diría en una novela de terror, andan entre nosotros.

Estos días han aparecido en la prensa unas imágenes que las camareras de piso de los hoteles de Benidorm han publicado en su cuenta de Twitter, donde se agrupan bajo el nombre de Las Kellys Benidorm, para denunciar la precarieda­d laboral que sufren –tienen que hacerse cargo de demasiado trabajo en poco tiempo, aseguran– y conciencia­r a la gente del estado penoso en que algunos clientes de establecim­ientos de cuatro estrellas dejan las habitacion­es. Y es aquí donde nos topamos con la piara. Leo por ahí que la larga galería de Marvel incluye entre sus criaturas a un Spider-Ham (un tal Peter Porker: el nombre tiene su gracia), e imagino que su figura no ha tenido la resonancia del hombre araña o el hombre murciélago porque, en fin, los hombres-cerdo abundan ya en la realidad. Sólo hay que ver las fotografía­s compartida­s por las kellys, ciertament­e vergonzosa­s: ropa desperdiga­da, bolsas, vasos, botellas o platos sucios, como si hubiese sonado la alarma de incendios y lo hubiesen tenido que dejar todo manga por hombro, aunque lo de la emergencia no es excusa, que a los de Pompeya les sepultó la lava sin que nadie les previniera y a pesar de ello está todo muy ordenadito.

Se dice que puede apreciarse la calidad humana de alguien por el modo en que trata a los camareros, y esta frase podría extenderse a todos los profesiona­les de la hostelería, del transporte, de la limpieza. La educación no es, como tantas veces se confunde, una cuestión de clase ni un conjunto de normas rígidas: es simplement­e el civismo de valorar y agradecer la labor que hacen los demás. Todos hemos visto grupos de comensales en animadas charlas que no escuchan a quien debe tomarles nota del pedido, insensible­s que pisan un suelo recién fregado sin intentar otra ruta o al menos pedir perdón, que tratan a los dependient­es de una tienda como si éste fuera un cajero automático o un objeto dispuestoa su servicio. Si están de vacaciones, recuérdenl­o: el disfrute propio es compatible con el respeto a los otros. Compórtens­e. No me sean cerdos.

Tener educación es simplement­e tener el civismo de valorar y agradecer el trabajo que hacen los demás

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