Europa Sur

PÉRDIDA DE FE

- FRANCISCO GONZÁLEZ GARCÍA

LA Tierra no es plana. Walt Disney no está congelado en espera de resurrecci­ón. Elvis Presley murió hace décadas y no se ha reencarnad­o en ningún imitador de pacotilla. En las vacunas no hay ningún microchip oculto para controlar nuestros pensamient­os e intencione­s de compra y voto. Todas estas afirmacion­es forman parte de mis creencias más consolidad­as, aunque hay cierta parte de la humanidad que estaría dispuesta a refutarlas en base a otras creencias lunares, venusianas o por influjo de fuerzas radicalmen­te marcianas.

Cada vez que una empresa de servicios, de cualquier tipo, y sobre las cuatro de la tarde, me ofrece mejorar las prestacion­es que tengo en un contrato de la competenci­a, y por supuesto a mejor precio, sea cual fuere lo que pago en la actualidad, mi cauta respuesta es que me envíen por escrito esas condicione­s y yo, amablement­e, las estudiaré, examinaré y daré una respuesta, si es posible no por teléfono, sea este fijo o móvil. En estos casos, por oposición a los anteriores, les confieso que mi fe es menor. Mi desconfian­za se basa en la experienci­a de años escuchando a todos los gobiernos proclamar que los consumidor­es y usuarios se verán beneficiad­os

Cuando oigo a los talibanes indicando que no se vengarán de nadie mi fe en ello es muy escasa

por cualquier decisión que afecte al mercado.

Cuando, cumpliendo mi derecho ciudadano, deposito mi voto en la urna para elegir a mi alcalde o diputado autonómico o nacional, les confieso que tengo bastante seguridad en que mi voto tan sólo servirá para engrosar las arcas del partido elegido (por cada representa­nte elegido reciben una cantidad económica que puede consultars­e en el BOE), pero no para que los elegidos por mi voto cumplan lo prometido o anunciado en la campaña electoral de turno. Resultará luego que lo que se puede hacer, o no, dependerá de poderes superiores; sean estos autonómico­s, estatales, europeos, del banco mundial, o con bastante probabilid­ad de los más guapos y guapas del cotarro. Y, como sabemos muy bien Andalucía, esos y esas son los chicarrone­s y chicarrona­s del norte y los ciutadans y ciutadanes del noreste.

Terminando este descenso a los infiernos del descrédito, o particular pérdida de fe, les aseguro que cuando oigo las declaracio­nes de los talibanes indicando que no se vengarán de nadie mi fe en ellas es muy escasa. Y, pues el infierno tiene hasta nueve círculos, mi confianza en los líderes mundiales al proclamar que ayudarán a los civiles afganos es casi nula. Yo me pregunto: ¿Quién vendió las armas y financió al ejército talibán? ¿Quién nos miente? Vale.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain