Europa Sur

Valverde deja la Vuelta tras una caída y Storer gana la etapa

● El murciano congeló la sangre a todos con su dura caída en un descenso ● Roglic sigue siendo el líder

- Carlos de Torres

En una jornada que se recordará por la aparatosa caída que retiró de la Vuelta a Alejandro Valverde, la gloria envolvió al australian­o Michael Storer (DSM), ganador en solitario en la inédita cima del Balcón de Alicante, donde Roglic mantuvo el jersey rojo de líder y Mikel Landa volvió a ceder tiempo entre los favoritos.

Dolor inmenso para Valverde. También para su equipo y para la Vuelta, pero el ciclismo es así de cruel. Al mismo tiempo, euforia para Storer, un aussie de 24 años nacido en Perth, quien se estrenó a lo grande en el World Tour alzando los brazos como conquistad­or de la séptima etapa que unió la playa de Gandía con la montaña del Balcón de Alicante.

Storer, el mejor de la numerosa escapada del día, privó de esa emoción al español Carlos Verona (Movistar), segundo en la cima, sin poder regalar a Valverde una victoria balsámica. Tercero llegó el ruso Pavel Sivakov (Ineos), a 1 minuto. Tras un rosario de corredores cruzaron los 5 favoritos de la mano, esto es, Roglic, Adam Yates, Enric Mas, Egan Bernal y Supermán López, a 3.33 minutos.

Alejados a medio minuto, y confirmand­o que no están para disputar la Vuelta, llegaron Mikel Landa y Richard Carapaz. El vitoriano se fue del top 10 a 1.42 de Roglic y el campeón olímpico a 2.48. Ésa fue la conclusión principal de la primera etapa de montaña.

En la general sigue mandando, a su pesar, Primoz Roglic, ahora seguido por el austríaco Grosschart­ner a 8 segundos y Enric Mas a 25, López a 36. En la zona noble sigue Egan Bernal a 41 y cierra la lista de 10 Adam Yates a 1.22.

La primera etapa de montaña, trufada por 6 puertos por el interior de la provincia de Alicante, tuvo escapada de éxito, un disgusto con la caída y retirada de Valverde y tablas entre los gallos, con las excepcione­s reseñadas.

Empezó con muchos intentos de inicio, subiendo el Puerto de La Llacuna (1a, 9,3 kms al 7), cercano a la salida, pero el pelotón no dio permiso a nadie.

Roglic veía con buenos ojos prestar unos días el maillot rojo. Resultan duros los protocolos que debe pasar el líder a diario. El esloveno siempre insiste en que donde tiene que vestir de rojo es en Santiago el 5 de septiembre.

La escapada del día se gestó en el segundo puerto, Benilloba (3a), en principio con 6 hombres, pero luego se convirtió en una multitud de 29 expedicion­arios, el mejor de todos en la general el esloveno Jan Polac (UAE), a 1.42 de su compatriot­a Roglic.

Allí viajaban, entre otros, 5 hombres del DSM, mayoría absoluta, con Storer y Bardet, el Astana con Aranburu y Gorka Izagirre, Verona, del Movistar, y Sepp Kuus como hombre del líder. Ya no estaba en la Vuelta el británico Hugh Carthy (EF Education), tercero en 2020, quien llevaba unos días sufriendo un auténtico calvario

El Puerto del Collao (2a) se coló inesperada­mente en la historia de la Vuelta. Movistar decidió atacar en la subida con Valverde, seguido a rueda por Carapaz. Un arreón con aroma de rebelión. Pero todo se torció. En un tramo de bajada, en una curva a la derecha el murciano se estampó contra el asfalto y se salió de la carretera.

La Vuelta se congeló. Tremenda la imagen de Valverde resbalando por la carretera y desapareci­endo entre dos tramos de guardarraí­les. Suerte, dentro de la desgracia, de no haber chocado contra el metal. Un momento que corta la respiració­n. Todo el mundo cruzando los dedos. Era una fea caída.

Su paisano José Joaquín Rojas lo ayudó a levantarse, a retornar a la carretera. Se dolía del costado derecho. Con el maillot destrozado y tras ser examinado por los médicos, Valverde se volvió a subir a la bicicleta.

Un ejercicio de coraje, pero el golpe fue considerab­le. El león estaba herido. Poco después dijo basta. Entre lágrimas, abatido, abrazado a su director, el Bala lanzó la toalla. Se despidió de la peor manera de su decimoquin­ta Vuelta. No se retiraba desde su primera participac­ión en 2002.

Continuó la etapa, ya sin Valverde. Ajenos a la desgracia del murciano se marcharon de la fuga Storer, Sivakov y Craddock. Los tres coronaron el Puerto de Tibi, la penúltima dificultad antes del escenario más esperado. A pie de puerto se unieron Kron y Carlos Verona, espoleado ante la posibilida­d de regalar una victoria a Valverde.

Quedaba el muro, 8,4 km al 6,2% con rampas terribles del 17. Verona quiso lucirse, lo intentó atacando pronto, a 4 de meta, pero el escurialen­se se quebró. Storer olió sangre y supo que era su ocasión. No falló en la sensación. El australian­o lanzó su carta definitiva, la buena, la que le permitiría tener el privilegio de estrenar un balcón con vistas a la historia. La suya, y tal vez la de Valverde. Roglic se quedó con la roja.

Las pruebas revelan que Alejandro Valverde no sufrió ningún tipo de fractura en su caída

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MANUEL BRUQUE / EFE El pelotón baja estirado uno de los descensos de la etapa por las carreteras alicantina­s.

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