Europa Sur

EL APOCALIPSI­S

- FERNANDO SANTIAGO

UNO se da cuenta de que está cerca el fin de los días cuando entra en un vestuario masculino y es el único que no tiene las piernas y el pecho depilado. Cuando todos menos uno mismo tienen tatuajes y piercings es que ha llegado la edad provecta. Te das cuenta de que tienes contadas las horas si la mayoría han ido a Sevilla, Málaga o Turquía a hacerse un implante capilar, por si fuera poco con éxito. Es para preocupars­e si uno lleva el mismo corte de pelo desde la primera comunión y ves a todos los que comparten vestuario con pelados de futbolista, al cero en los laterales y al uno en lo alto .Para qué contar si le prestas atención a que todos usan cremas y colonias, talla XXS para marcar pectorales, entonces vete pidiendo cita en el Mancomunad­o. Ya es la muerte inmediata cuando eres el único que usa slips mientras los demás llevan gayumbos a juego con la camisa y los calcetines, señal de que a ellos les espera alguna cita amorosa gracias Tinder, Meetic o cosas por el estilo. Es el momento de que te den el partido de homenaje solteros contra casados y retires tu camiseta. Tus colegas se fueron hace tiempo, nada más que quedan pibes postLogse. Los síntomas empiezan cuando te sientas en la terraza de El Balandro y dices: “Aquí estaba la terraza de El Anteojo”, siguen si al llegar a la calle Ancha señalas donde estaba La Camelia, o al pasar por Beato Diego recuerdas El Baluarte, doblas la esquina y cantas el cuplé del bache Nicanor o recuerdas incluso cuando el PP hizo de la Peña Los Dedócratas su sede social, el lugar donde se hacían las listas. Es el momento de hacerse de El Ocaso y de ir a Cotorruelo o a Gutiérrez Alviz para dejar dispuestas las cosas, que nunca se sabe. Mientras los hombres se han vuelto presumidos, gastan tiempo y dinero en arreglarse el pelo o en ajustarse la dentadura, las mujeres llevan el camino contrario. Hace tiempo las mujeres hacían una reivindica­ción del lesbianism­o llevando el pelo corto y sin teñir. El pelo blanco era una especie de bandera arco iris, que está muy bien. De ahí dio el salto al feminismo más recalcitra­nte cuando mujeres que llevaban todo la vida rubias o morenas resulta que era de bote, ahora se han dejado las canas, no por dejadez sino para reivindica­r algún tipo de naturalida­d, la edad o el rechazo al estupendo estereotip­o femenino. Algunas mujeres con el pelo blanco y largo entradas en años están para darles una escoba, dicho con cariño. Hombres y mujeres llevan caminos divergente­s: unos cada vez invierten más en su cuidado personal, otras rechazan maquillaje y tinte. Desde hace un tiempo para ir a la Barber Shop hay que pedir cita mientras vas del tirón a las peluquería­s de mujeres . El fin del mundo está cerca ¡arrepentío­s!

Ahora se han dejado las canas, no por dejadez sino para reivindica­r algún tipo de naturalida­d

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