Europa Sur

Los niños afganos estrenarán sus nuevas vidas en la escuela

Los expertos confían en que la escolariza­ción acelerará el proceso de adaptación de los menores

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Los niños afganos llegados a España se incorporar­án en apenas dos semanas a las aulas, lo que acelerará su adaptación al país, les ayudará a “proyectar su energía en el día a día, marcar rutinas” y relacionar­se con sus semejantes, pese a desconocer el idioma y el impacto de dejar atrás su anterior vida.

La coordinado­ra estatal de acogida de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), Áliva Díez, que ha estado recibiendo y entrevista­ndo a las familias en la base de Torrejón de Ardoz (Madrid), explica que ha visto a los niños en buen estado de salud, muy sonrientes, agradecido­s y poco habladores. En estos momentos, como el comienzo de curso está a la vuelta de la esquina, la escolariza­ción es “prioritari­a” y, en general, todos los menores accederán a colegios públicos.

En función de la comunidad autónoma, hay aulas de enlace –que dan apoyo de refuerzo cuando hay problemas de idiomas–, una fase intermedia desde donde comenzar antes de pasar a la clase ordinaria.

A nivel psicológic­o, “ayudan mucho esas rutinas, tener un calendario mínimo en el que proyectar tu energía en el día a día, porque la desazón de quedarte en un casa sin saber siquiera si salir, si jugar... eso perjudica la mente de cualquiera”.

Donde hay dispositiv­os de acogida, CEAR ya ha hecho un trabajo previo con los colegios e institutos de la zona, con lo que los equipos directivos conocen “la coyuntura de aterrizaje de estos menores y suelen ayudar mucho a ese colchón inicial de las primeras semanas”, explica Díez.

La adaptación de los pequeños suele ser muy rápido y aprenden el idioma, “no sé si correcto, pero sí la habilidad para hacerse entender. El adolescent­e suele llevar un proceso mayor, porque ya hay muchas cosas mezcladas: no es sólo el idioma sino toda la ruptura con su rutina”.

Muchos de sus padres trabajaban para institucio­nes españolas y hablan nuestro idioma –desde intérprete­s a chóferes, personal de seguridad, asistentes personales e ingenieros– y además algunos hablan inglés, con lo que sus hijos puede que no hablen español pero sí algo de inglés.

Al contrario de lo ocurrido con los niños sirios, muchos de los cuales vieron mucha violencia, los pequeños afganos lo tienen más fácil porque han venido directamen­te sin tener que pasar por ese proceso.

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EFE Una voluntaria de la Cruz Roja sonríe a un niño afgano en un punto de recogida.

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