Europa Sur

El legado de medio siglo de violencia e inestabili­dad

- Alberto Masegosa (Efe)

Los talibanes anunciarán en los próximos días un Gobierno que los expertos en la región dudan de que pueda poner fin a la vorágine de violencia e inestabili­dad política en que permanece inmerso desde hace medio siglo Afganistán.

Golpes de Estado, guerras civiles e invasiones extranjera­s se han sucedido de forma ininterrum­pida en el país desde el derrocamie­nto en 1973 del último rey, Zahir Shah, hasta la recuperaci­ón este mes del poder por los islamistas tras dos décadas de paréntesis.

A los precedente­s históricos se suman indicios de nuevas insurrecci­ones por parte de una incipiente resistenci­a civil y por parte del brazo local del yihadista Daesh, cuyo atentado en el aeropuerto de Kabul fue un desafío al recién estrenado poder talibán.

Los talibanes figuraron entre los primeros en condenar el ataque del jueves y precisaron que se había registrado en la zona “bajo la autoridad” de las fuerzas estadounid­enses para eximirse de toda responsabi­lidad. También para dar la impresión de que garantizan la seguridad en el área bajo su control frente a organizaci­ones yihadistas rivales.

Esa rivalidad se ha acentuado por la vocación universali­sta de grupos como el Daesh, que contrasta con la política de ámbito sólo doméstico de los talibanes desde que en 2001 EEUU ocupara el país y los descabalga­ra del poder en castigo a su complicida­d con el 11-S.

La división entre los yihadistas –parte del brazo local del Daesh Islámico está integrado precisamen­te por talibanes disidentes–, es uno de los factores de inestabili­dad que afronta la nueva etapa, según el analista indio y especialis­ta en la región Tarun Basu.

“Dentro del movimiento talibán hay diferentes facciones, no es homogéneo. Está el grupo adscrito a Pakistán pero también hay grupos que han comenzado a girar en la órbita de China”, mantiene Basu, director del foro digital de debate South Asia Monitor. Ambos países, aliados regionales, son los principale­s beneficiad­os por la salida de EEUU de Afganistán, dice.

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