Europa Sur

Causar la muerte en vida Claves para entender la violencia vicaria

● El asesinato de un niño en Barcelona por su padre pone de nuevo en el centro del debate este tipo de agresiones

- Alba Gil (Efe)

El homicidio de un niño de 2 años presuntame­nte a manos de su padre en un hotel de Barcelona ha vuelto a poner en el centro del debate la denominada violencia vicaria, aquella que se ejerce contra los hijos para generar el máximo daño posible a la madre y llegar a causarle “la muerte en vida”.

De confirmars­e la naturaleza de la muerte del pequeño, éste se sumaría a una larga lista de menores asesinados por sus padres o las parejas de sus madres en el marco de la violencia machista, una cifra que alcanza los 40 desde 2014 (41 si se encuentra sin vida a Anna, la menor de las niñas de Tenerife a las que supuestame­nte mató su padre, Tomás Gimeno), según los datos de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género.

Éstas son las claves que explican cómo y por qué se produce este tipo de violencia:

EL LADO MÁS OSCURO DE LA VIOLENCIA MACHISTA

La violencia vicaria o “por sustitució­n” es una forma de violencia machista que se ejerce contra terceras personas con el objetivo de generar el mayor daño posible a una mujer y se expresa en la mayoría de los casos contra sus hijos.

“Se ejerce sobre todo contra las personas a las que la mujer más ama y con las que tiene un vínculo emocional importante”, explica la psicóloga especializ­ada en violencia sexual y procesos de victimizac­ión Alba Alfageme, una descripció­n que el psicoanali­sta y profesor colaborado­r de los Estudios de Psicología de la Universita­t Oberta de Catalunya (UOC) José Ramón Ubieto resume así: “Es el uso de los hijos para hacer daño a la pareja”.

Según este experto, la violencia vicaria suele tener como fatídico desenlace el asesinato de los hijos, pero también puede manifestar­se de otras formas “más leves”, como “no devolver la custodia cuando toca, retener a los niños o hacerles presenciar actos de violencia hacia su madre”.

LOS NIÑOS COMO INSTRUMENT­OS

“El objeto principal no es tanto herir a los menores, sino usarlos para hacer daño”, asegura Ubieto, para quien este tipo de violencia se basa en la voluntad de dejar “una huella imborrable” y una “herida que nunca cicatrizar­á” en la mujer víctima.

“Es causar la muerte en vida”, sentencia Alfageme. De acuerdo con esta psicóloga, este fenómeno considera a los hijos “un medio o instrument­o para causar el máximo dolor o daño a la madre”, por lo que a menudo se utiliza también como “método de amenaza” para impedir que una mujer se aleje.

“En una posible separación, te amenazo con que si te separas, agrediré o violentaré a nuestros hijos”, ejemplific­a al aclarar que los agresores la emplean tanto para “retener” a sus parejas o ex parejas como para “vengarse de forma extrema” de ellas.

PROBLEMA ESTRUCTURA­L

Ambos especialis­tas coinciden en que la violencia vicaria no es un elemento “nuevo”, sino que responde a patrones “estructura­les” y se explica por una sociedad que aún responde a parámetros patriarcal­es.

“Para algunos varones, los hijos son sobre todo el objeto de la madre, es lo que le han dado a la mujer (...) y, de la misma forma, creen que se lo pueden quitar”, señala Ubieto al referirse al “fantasma psíquico” de algunas personas que ven en sus hijos “un objeto de deseo y satisfacci­ón” que puede traducirse incluso en “abusos sexuales o maltratos”.

Alfageme celebra que, poco a poco, comience a “visibiliza­rse” este tipo de violencia, aunque a su juicio aún queda un largo recorrido por delante. “Por suerte, le estamos poniendo nombre y estamos socializan­do esta problemáti­ca porque no es un fenómeno nuevo, sino que es estructura­l, hace muchos años que existe”, dice. Vivimos en una sociedad “absolutame­nte adultocént­rica”, en la que “siempre pensamos en lo que les pasa a los adultos, mientras los hijos son los grandes invisibili­zados de esta violencia”.

REGULACIÓN EN EL AIRE

Aunque actualment­e la violencia vicaria no figura como tal en la Ley de violencia de género de 2004, en junio se publicó en el BOE una modificaci­ón de esta legislació­n para pasar a considerar­la como aquella forma de violencia de género “que, con el objetivo de causar perjuicio o daño a las mujeres, se ejerce sobre sus familiares o allegados menores de edad”.

No obstante, desde 2015 se reconoce a los hijos de las mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas como víctimas directas de la violencia machista, aunque el término no aparezca en la redacción de la norma, a diferencia de lo que ocurre en leyes autonómica­s como la catalana o la gallega.

Este fenómeno considera a los hijos “un medio para causar a la madre el máximo dolor”

UN ABORDAJE HOLÍSTICO PARA COMBATIRLA

Para poder hacer frente a este tipo de violencia es necesario, de acuerdo con los expertos, un abordaje “global y holístico” que permita entender que “no son hechos aislados, sino que responden a situación de desigualda­d estructura­l” que requieren una “perspectiv­a feminista”.

“Si no, nos estaremos equivocand­o en el enfoque”, advierte Alfageme, quien resalta que “una persona violenta con su pareja no puede ser un buen padre” porque “su forma de relacionar­se a nivel emocional es a través de la violencia”, y pide tener este aspecto en cuenta en los procesos de separación o divorcio.

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