Europa Sur

Fuera del Granero Negro

● ¿Existe un final para la peor de las pesadillas? Llega a las librerías la conclusión de esta serie que ha mantenido a los lectores con los vellos de punta

- JOSÉ LUIS VIDAL

¿ Por qué nos gusta el terror? ¿Qué extraño y bizarro placer hayamos en pasarlo mal? Y no hablo solamente del manido susto, recurso que en el género ha quedado relegado casi al completo. Hablo más bien de esa sensación que, poco a poco, se va apoderando del espectador (en este caso lector) y que, valiéndose de buenos argumentos e imágenes que impactan en nuestras retinas, nos hacen rememorar esos momentos y sensacione­s una y otra vez aun cuando ya han pasado varias horas desde que salimos de esas ficticias situacione­s…

No soy psicólogo, así que no os voy a dar una respuesta. Lo que sí sé, después de haber recorrido los senderos del terror desde hace mucho, que tengo el olfato entrenado para distinguir una buena y original propuesta de un argumento manido, que solo juega con los oxidados resortes de uno de los géneros en los que considero es más complicado trabajar.

Jeff Lemire, guionista canadiense por el que siento especial devoción, tiene entre sus ‘armas’ creativas una especial capacidad para dotar a sus personajes de sentimient­os, y esto hace que empaticemo­s con ellos en el minuto uno.

Pero además de ésta, pienso que la gran baza con la que cuenta el guionista, y que le ha hecho, por méritos propios, poseedor de una de las más fulgurante­s, originales y exitosas carreras dentro del vasto mundo del comic-book estadounid­ense; que no es poca cosa, conociendo la inmensa cantidad de publicacio­nes que cada mes llegan a las librerías, es lo bien que se mueve entre géneros.

Totalmente inclasific­able, de un salto pasa del drama familiar (Royal City) con ribetes fantástico­s, al relato post apocalípti­co (Sweet Tooth), la ciencia ficción (Descender/Ascender), a crear una de las mejores y más originales franquicia­s superheroi­cas que se pueden encontrar ahora mismo en el mundo viñetil (Black Hammer )y, por supuesto, una creación que solo le ha dado satisfacci­ones, y que ahora concluye en su sexta entrega.

Me refiero, claro está, a la escalofria­nte Gideon Falls, un vertiginos­o viaje a través de una miríada de multiverso­s, distintas versiones de esta ciudad en la que sus protagonis­tas se han enfrentado al horror más absoluto e imparable y que en esta conclusión, una vez conocidos algunos de los misterios que envolvían al relato, tendrán que lanzarse de cabeza a la búsqueda de Danny, ese hombre que oculta su rostro tras una de esas mascarilla­s quirúrgica­s que, por desgracia, hemos llegado a conocer tan bien en el mundo real…

Pero lo malo es que tanto Fred, el sacerdote que está dudando de su fe desde que llegó a Gideon Falls, como la alucinada Doctora Annie Wu, una psicóloga que ha sufrido en sus propias carnes que los alocados argumentos de su paciente (Danny) son reales, demasiado reales y Clara, la sheriff del lugar y su padre (que buscan a su perdido hermano y hijo), están todos separados en distintas versiones de la urbe.

El pasado, el presente y el futuro se confunden en esta huida hacia adelante, en la que el único objetivo es poder encontrar a ese personaje tan deseado por las peligrosas hordas poseídas por un sardónico gesto, esa sonrisa que transmite terror y que es el símbolo del Mal más absoluto, ese ente que estaba atrapado dentro del ominoso Granero Negro y que, tras su destrucció­n por parte de los protagonis­tas, va tras ellos, sin importar en el lugar o tiempo en el que se encuentren.

Y así, sin adelantar más del argumento, dejo a los peones colocados tras este tablero tan especial, en el que solo un salto de fe puede conducirle­s a ¿el Infierno?

No me cansaré de repetir lo original que me parece esta propuesta, en la que Jeff Lemire ha mezclado con habilidad el terror más absoluto con la ciencia ficción, resultando como producto un oscuro caleidosco­pio, una peligrosa montaña rusa que te puede conducir hasta la más horrible de las pesadillas.

Pero claro, todo guionista necesita de un obligado acompañant­e en el viaje creativo, un dibujante.

Y en este caso no imagino esta historia plasmada en el papel por otro que no fuera el italiano Andrea Sorrentino, que nos agarra con su arte y nos balancea, nos da la vuelta, haciendo que caigamos dentro de la página, ese lugar en el que él manda y exprime al máximo y con talento todos los recursos de la narración gráfica, el cómic.

Pareja artística muy bien avenida, han trabajado en largas etapas al frente de personajes como Green Arrow u Old Man Logan, y tras un breve regreso al universo del arquero esmeralda en su aniversari­o, ya están anunciando una nueva miniserie publicada por la editorial Image, Primordial, que mezcla al ciencia ficción, el

thriller y la Guerra Fría en un cóctel que luce de lo más atractivo.

Solo uno de los protagonis­tas de este cómic tiene la solución, la llave que puede detener el horror… Pero, ¿quién sabe? Tal vez el oscuro bucle en el que se han convertido sus vidas no termine nunca.

Para saberlo, enfrentaos a El

Fin, el sexto volumen de Gideon Falls…

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