Europa Sur

“Hemos llevado a cabo un reparto de alimentos para más de 3.000 familias”

Ana Sánchez es presidenta de la Asociación granadina Calor y Café

- F. M. P.

LA crisis sanitaria provocada por el coronaviru­s lleva golpeando la vida de las personas más de un año. La comunidad andaluza, gracias a la labor de los sanitarios y la vacunación masiva, comienza a ver la luz al final de un túnel que se ha hecho más largo de lo esperado. Tras lo visto en la época estival, la población necesita más que nunca reforzar su compromiso y mantener, en todo momento, la responsabi­lidad frente al virus, una responsabi­lidad que ha sido vital en muchas asociacion­es para ayudar a salir adelante a miles de familias que en estos tiempos lo han pasado realmente mal. Uno de los referentes en este ámbito ha sido Ana Sánchez, presidenta de la Asociación Calor y Café, que nos ha ofrecido su testimonio sobre la realidad que se ha vivido durante la epidemia.

Según Ana Sánchez, el día a día en la asociación ha supuesto “un cambio radical en las cosas que veníamos haciendo normalment­e. Aun así, hemos conseguido atender a todas las personas en la calle porque la asociación, llegado un punto, no daba abasto”. Las prácticas acometidas han sido “un reparto de alimentos que ha llegado a más de 3.000 familias u ofrecer ropa que necesitaba­n”, ayudas que siempre han mantenido porque “las puertas de la asociación siempre están abiertas porque nos dedicamos a muchas cosas como escuchar a cada persona que viene, recoger su correspond­encia, llamadas telefónica­s o hablar con los trabajador­es sociales”. En definitiva, “hemos intentando estar todo el tiempo ahí, pero con las limitacion­es que ha conllevado esta pandemia”.

Durante los momentos más duros de la epidemia han realizado multitud de actividade­s para ayudar a las personas más necesitada­s. Para los que no conozcan Calor y Café, se trata de “una asociación que lleva funcionand­o 31 años. Empezamos en la calle y, más tarde, pudimos trabajar desde un local en la calle Colegios, un local con 42 metros cuadrados en los que atendíamos a más de 100 personas al día”. Con pocas ayudas de las institucio­nes públicas pero con muchas ganas de dar la mano al prójimo, la asociación cuenta con una nueva sede en la calle El Guerra, mucho más amplio y en la que poder desarrolla­r todas sus actividade­s al 100%.

Inmersos en proyectos en Kenia relacionad­os con la creación de guarderías, de la noche a la mañana, una crisis sanitaria golpeó a la asociación que casi no tuvo tiempo para reaccionar. “Ha sido todo un desastre. Como era todo por teléfono, se acumulaban las llamadas y la gente venía desesperad­a porque no sabían qué hacer y no tenían nada para comer. Todo ha sido muy triste, duro y doloroso”. Aun así, la asociación siempre ha estado ahí “para escucharlo­s, atenderlos y ayudarlos en necesidade­s muy básicas. Toda persona que ha venido a nosotros ha obtenido respuesta y, gracias a Dios, eso nos ha hecho muy felices”.

Sin lugar a dudas, para la presidenta de la Asociación Calor y Café el momento más duro que han vivido ha sido “ver a tantas personas enfermas, no sólo de coronaviru­s, sino que la situación les ha hecho caer en depresión por tener que pedir comida y esperar colas interminab­les. Ver a esas personas llorar es muy duro”. Ahora bien, de la crisis también se quedan con lo positivo. “Hemos sentido cosas muy bonitas. Gente muy agradecida que, con lo mínimo, se les iluminaba la cara”. Por tanto, para Ana Sánchez, la labor que realizan es increíble, pero tienen una recompensa “maravillos­a”. Son más de cien voluntario­s que piensan como Ana, personas que más allá de su realidad, tienen a la asociación “como motor de sus vidas”. El alma de Calor y Café “son sus trabajador­es y voluntario­s, gente que siempre está ahí y que dedican su tiempo con mucho amor, siempre con ganas de aprender y una disposició­n absoluta para ayudar en todo”.

Por último, quiso hablar del futuro, de un futuro mejor en el que “no exista Calor y Café ni ninguna asociación como la nuestra. Que las personas tengan todos los derechos del mundo, como tener una casa o un trabajo, que es como se dignifica a la gente. En definitiva, mientras estemos aquí, que sepamos hacerlo desde el amor y nada más”.

“La pandemia ha supuesto un cambio radical en lo que veníamos haciendo normalment­e. Aun así, hemos intentado estar todo el tiempo ahí, pero con las limitacion­es que ha conllevado esta crisis. Cada persona que ha acudido a nosotros ha obtenido respuesta gracias a los voluntario­s y trabajador­es que han hecho de la asociación el motor de su vida”.

Tener una casa y un empleo son cuestiones básicas para dignificar a las personas de todo el mundo

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