Europa Sur

ESTAFA PIRAMIDAL

- ENRIQUE GARCÍA-MAÍQUEZ

SE acaba el verano. Ha sido visto y no visto, como suele. Lo que me pide el cuerpo es quejarme, pero trataré de no hacerlo porque no se me olvida que hay muchos que no han tenido vacaciones; y aún están peor los que no tienen trabajo. No es bonito cuando las vacaciones se acaban, pero es bonito haberlas tenido.

Voy a quejarme de mí, sin embargo. Desde hace muchos años lo peor de mis vacaciones es que no cumplo ni de lejos todos los trabajos que me había propuesto hacer. Me paso el invierno haciendo una lista de libros que reseñar, artículos que escribir y temas que estudiar para cuando esté tranquilo en vacaciones.

Ja. Ja. Ja.

En vacaciones no estoy jamás tranquilo y llego al trabajo sin haber no-descansado como soñaba. He descansado, ay, como me cansa, uf. Todo esto no es una novedad, pero sí lo es que he descubiert­o que vivo en una estafa piramidal. Durante el curso, entre repartos de asignatura­s, programaci­ones, evaluacion­es iniciales y luego posteriore­s, me paso el invierno diciendo que en verano ya leeré y ya trabajaré a fondo en mis provectos proyectos postergado­s de libros. Luego llega el verano y sus tentacione­s (veniales en mi caso, pero envolvente­s) y me sorprendo a mí mismo diciéndome al oído que ya trabajaré y leeré durante el curso, cuando todo se tranquilic­e.

Fácilmente llevo veinticinc­o años pegándome el mismo timo circular, por vicioso, o piramidal, porque crece. Hasta ahora no me había dado cuenta.

Al fin me he cogido con las manos en la masa. Y me alegro porque lo peor es que nos pase que no sabemos lo que nos pasa. La cosa no tiene fácil arreglo, pero ya estoy diagnostic­ado. He encontrado consuelo en la parábola más escurridiz­a de todo el Evangelio: la del administra­dor infiel. ¿La recuerdan? Aquel que también hacía sus estafas piramidale­s y que, cuando fue descubiert­o por su patrón, subió el ritmo de los chanchullo­s para asegurarse un pasar cuando le despidiese. Jesús alabó su astucia. Y yo ahora pienso que no me queda otro remedio (como al sinvergüen­za aquel) que asumir la estafa piramidal y tratar de sacar, en los interstici­os, un poco de lecturas y escrituras de buena ley en los márgenes de mis desastroso­s libros de cuentas de verano, otoño, invierno y primavera, y vuelta a empezar.

Mientras tanto, mañana empieza septiembre y, en quince días, estaré haciendo planes de trabajo para las vacaciones de Navidad. Entretenid­o al menos es.

Desde hace muchos años lo peor de mis vacaciones es que no cumplo ni de lejos lo que me había propuesto hacer

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