Europa Sur

MEDALLAS QUE DIVIDEN HASTA A LOS INDEPENDEN­TISTAS

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LA decisión del Parlamento de Cataluña de conceder la Medalla de Honor de esta institució­n este año a todas las personas “víctimas de la represión” y de la “causa general contra el independen­tismo” en el referéndum ilegal del 1-O es un paso más de la provocació­n y el pulso al Estado que viene realizando desde hace años una parte del espectro político de esa comunidad. Pero también estamos ante un claro reflejo de la cada vez mayor división entre los partidos que defienden el independen­tismo en Cataluña. La iniciativa ha partido de la propia presidenta del Parlamento catalán y dirigente de JxCat, Laura Borràs, que de esta forma trata de torpedear claramente el proceso de diálogo que se ha iniciado por parte del Gobierno con otra fuerza política, Esquerra Republican­a de Catalunya (ERC), con la que mantiene una lucha encarnizad­a por liderar la bandera del independen­tismo. La concesión de esa distinción, que se entregará el día 10 de septiembre en vísperas de la Diada en Cataluña, pone de manifiesto esa división, pues estamos ante un acto absolutame­nte inadecuado, falto de consenso y hasta delirante en algunos de los argumentos esgrimidos por sus promotores, que hablan de “personas que sufren persecució­n” y considera mártires a quienes han sido juzgados con todas las garantías en un Estado de Derecho por vulnerar la legalidad democrátic­a. Parece claro que desde hace un tiempo en ERC están interesado­s en mantener una postura más centrada que les reporte, como así vienen reflejando diferentes encuestas, un mayor número de votos. De ahí han surgido medidas como los indultos a los presos del ‘procés’ que se han traducido en una cierta moderación de sus posturas. Pero el independen­tismo catalán tiene varias caras y la lucha por hacerse con el control en estos momentos presenta absurdos reconocimi­entos como el que quiere hacer su Parlamento, absolutame­nte fuera de lugar en un marco en el que se supone el diálogo y el respeto iban a ser las notas dominantes. En Cataluña no hay personas perseguida­s por su ideología ni falta de libertades. La prueba es que personas como Borràs pueden permitirse estas frivolidad­es. Desde el Gobierno central deberían tomar buena nota de todo ello.

La decisión del Parlamento catalán de reconocer a las “víctimas de la represión” por el referéndum ilegal refleja la guerra entre JxCat y Esquerra Republican­a

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