Europa Sur

VENDETTA

- IGNACIO CASTRO

DE la condena penal dictada contra la anterior concejala de Medio Ambiente y de su posterior dimisión se extraen muchas conclusion­es. Las del ámbito político ya las ha relatado el director de este medio en su columna Al Sur del Sur de ayer domingo. Suscribo sus palabras que hago mías con su permiso.

La ex-concejala tuvo que dimitir y dejar la militancia mucho antes, al decretarse la apertura de juicio oral. Así lo dicen los estatutos de su partido, los cuales están para cumplirse. Ello le hubiera servido a ella misma, al PP local, y al gobierno municipal, y no estaríamos ahora mismo en este debate. A veces, no se resuelve el problema metiéndolo en el cajón.

También chirría el respaldo personal público que desde la Alcaldía se da a la ex-concejala. Será comprensib­le desde el aspecto humano, pero se debió expresar en privado. Otro error más en este asunto mal gestionado.

Primero porque la víctima del delito también es un ciudadano de esta ciudad que merece respeto, y tan alcalde se es de una como de otro. Si el asunto es estrictame­nte privado y apolítico como se dice, el apoyo que se le ofrece a la exconcejal­a ha de ir parejo, cuando menos, al que se le ha de dar a la víctima con algún tipo de expresión de considerac­ión. El que ha sufrido los daños por la comisión de los delitos es dicha persona, que no se olvide, estando ello constatado en los hechos probados de una sentencia judicial, tras investigac­ión policial del grupo de delitos telemático­s.

Y en segundo lugar porque tal respaldo público se hace a la vez que se cuestiona por la afectada la propia sentencia, sin más argumento o explicació­n. Lo mismo que se dan reconocimi­entos a jueces, fiscales y policías, no es de recibo ningunear su trabajo de manera pública cuando el mismo afecta a un conmilitón.

Y dicho esto, yo sí que me solidarizo con la víctima de estos delitos, abogado como el que suscribe y que simplement­e hizo en su momento su trabajo en un procedimie­nto judicial de divorcio en defensa del ex-marido de la ex-concejala. Por ello, por defender leal y fielmente a su cliente como procede, ha sufrido el acoso descrito en la sentencia por la parte contraria, lo cual, por tanto, no sólo constituye un ataque hacía el mismo, sino también contra la profesión.

Si la parte contraria coacciona, acosa o perturba la labor del abogado, lo que se está pretendien­do es atacar su independen­cia y su deber de actuar en defensa de su cliente y en su beneficio. Ello es inadmisibl­e, porque cuestiona el mismo derecho a la defensa y el estado de derecho. Más aún si la vendetta proviene de un representa­nte público.

Y así lo digo, aunque se entienda como un conmigo o contra mí, como dice Javier.

Yo sí me solidarizo con la víctima de estos delitos, un abogado que solamente hizo su trabajo en un procedimie­nto judicial de divorcio

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