Europa Sur

Sabotajes en Gibraltar durante la Segunda Guerra Mundial (II)

● Barcos, aviones y depósitos de combustibl­e fueron objeto de sabotaje con bombas que algunos agentes españoles pasaban ocultas por la frontera ● Dos españoles fueron ejecutados

- Miguel Ángel Gimeno Álvarez

José Martín Muñoz nació en La Línea el 18 de julio de 1924, de padres españoles. Tras pasar varios años en Ceuta, regresó a su localidad natal a principios de 1943 para dedicarse a la que era su profesión, fotógrafo callejero, pero hubo de dejar ese trabajo a los pocos meses. El 2 de marzo encontró empleo en los astilleros de Gibraltar. Poco después, tras discutir con su familia, abandonó su casa para irse a vivir a una chabola situada en la Calle Nueva. Una vez instalado allí, conoció a Paciano González que, actuando a las órdenes de Carlos Calvo Chozas, antiguo alférez provisiona­l y hombre de enlace entre los hombres del Abwehr y el grupo de Sánchez-Rubio, habría captado a Martín Muñoz como saboteador.

El 27 de junio de 1943, Paciano y Fermín Mateos le entregaron una bomba de las denominada­s “puro” y un detonador de tipo “panel” y le instruyero­n brevemente acerca de cómo manejarlos. El objetivo era colocar el artefacto explosivo en uno de los torpedos de un destructor al que Martín Muñoz tenía acceso. El 28 de junio Martín Muñoz intentó acceder a Coaling Island para colocar la bomba, pero al impedírsel­o la Policía Portuaria tuvo que esconder el artefacto explosivo en la carbonera del Café Imperial, ubicado en el número 10 de Main Street.

Tras regresar a La Línea, esa misma tarde Paciano y Mateos le entregaron otra bomba, esta vez del tipo “galápago”. Martín Muñoz había aceptado convertirs­e en saboteador, según el mismo confesaría a las autoridade­s británicas tras ser detenido, porque le prometiero­n 40.000 pesetas, de las que sólo llegó a recibir 25.000.

El 29 de junio ocultó la bomba “galápago” en su mono de trabajo y tras cruzar la frontera la escondió debajo de uno de los Spitfires aparcados junto al campo de fútbol. Al día siguiente, 30 de junio, la recogió y tras adherirla a uno de los depósitos instalados en Coaling Island provocó un incendio que causó la pérdida de importante­s cantidades de combustibl­e y que perjudicó gravemente el esfuerzo de guerra británico al impedir el suministro del material de alto octanaje utilizado por los portavione­s destinados en el Mediterrán­eo. Diez depósitos fueron destruidos, cada uno de ellos con una capacidad de 3,300 galones, y uno más de 11.000 galones también fue pasto de las llamas.

Tras realizar las oportunas investigac­iones, los británicos descubrier­on que también había sido gravemente dañado el centro de mando y control del complejo de abastecimi­ento de Coaling Island. Las pérdidas, sólo en lo que a combustibl­e se refiere, fueron estimadas por Harold Smith, inspector jefe de los astilleros de Gibraltar, en unas 7.000 libras.

En la detención de Martín Muñoz jugó un papel clave NAG, con toda probabilid­ad un español empleado en los astilleros de Gibraltar. En abril de 1943, fue abordado por dos individuos que le propusiero­n colaborar con una organizaci­ón alemana dedicada a la realizació­n de actos de sabotaje. NAG inmediatam­ente se puso en contacto con la Defence Security Office Gibraltar (DSO). Los dos hombres que contactaro­n con NAG habían participad­o en el hundimient­o del transporte Erin el 18 de enero de 1942 y en el traslado de una “cesta de huevos” en Algeciras el 5 de abril de 1942, que estaba destinada a hacer explosión en un buque cisterna, el Blossom, anclado en el puerto de Gibraltar.

Los dos individuos, según la

DSO, formaban parte de un grupo de saboteador­es a las órdenes de Plazas, conocido por los británicos como la banda de los locos (The Crazy Gang). Según afirma Philip Kirby Green, Deputy Defence Security Officer, Gibraltar, en uno de sus informes, NAG actuó “...movido por la admiración hacia los británicos y sin tener quizá la obligación de la nacionalid­ad pesando sobre él. NAG no lo hizo pensando en su interés personal y los pagos totales que le realicé durante cuatro meses han sido 11 libras, para cubrir gastos a los que tuvo que hacer frente y tuve que vencer alguna dificultad hasta que al final conseguí que las aceptara. Indudablem­ente se ha colocado en una situación muy peligrosa y está expuesto tanto a sufrir represalia­s alemanas como a verse acusado de facilitar informació­n a una potencia extranjera acerca de materias relacionad­as con la situación interna de su propio país”.

El segundo en el mando de la DSO Gibraltar termina su exposición solicitand­o un reconocimi­ento oficial por parte británica al que considera que NAG se ha hecho justo acreedor. Basándose en los datos proporcion­ados por este informante, desde el 4 de julio Medlah había dado orden de vigilar la frontera. A las 9 de la mañana del 29 de julio Martín Muñoz fue detenido cuando intentaba entrar de nuevo en Gibraltar y fue trasladado al despacho del jefe de la DSO. En su declaració­n reconoció conocer a Paciano y a “Manolo”, posiblemen­te Manuel Tapia, y añadió que estaba dispuesto a decir la verdad para salvar su vida.

El 31 de julio confesó tener escondida una bomba en el Café Imperial. José Martín Muñoz fue compañero de tragedia de Luis López Cordón-Cuenca, que también era natural de La Línea, donde había nacido el 8 de agosto de 1920. Fue arrestado en junio de 1943 tras intentar introducir una bomba en el túnel conocido como Ragged Staff Magazine, uno de los más importante­s depósitos de municiones de Gibraltar. Logró pasar la frontera sin que la bomba que llevaba escondida fuera detectada y la escondió en su lugar de trabajo, un almacén de la Empire Fruit Store, propiedad de su tío, Augusto Cuenca Granada.

Cuenca Granada era empleado del Consulado Francés en Gibraltar y había nacido en Buenos Aires el 14 de octubre de 1898. La DSO definía a Augusto Cuenca como profascist­a y agente enemigo activo en Gibraltar y sus proximidad­es entre septiembre de 1939 y mayo de 1945. En agosto de 1943 se hallaba detenido en la prisión de San Roque acusado de complicida­d en la preparació­n de operacione­s de sabotaje, pero fue trasladado al hospital de esa localidad gracias a las gestiones realizadas por el omnipresen­te Sánchez-Rubio.

Tras abandonar el hospital en noviembre, sería expulsado de Gibraltar en enero de 1944 por realizar “actividade­s subversiva­s”. Se instaló en el Campo de Gibraltar, pero fue obligado por las autoridade­s españolas a salir de allí en septiembre de 1944, ya que se le considerab­a un agente alemán. Augusto Cuenca era primo de Ernesto Jiménez, alias Von Papen, y su caso fue utilizado por la DSO para intentar establecer una vinculació­n entre Burma y el intento de sabotaje llevado a cabo por Cordón-Cuenca.

El saboteador linense fue condenado a muerte el 25 de agosto de 1943. Su apelación fue rechazada el 13 de diciembre de ese mismo año por el Tribunal Supremo de Gibraltar, que desestimó el argumento de que su caso quedaba fuera de las competenci­as del tribunal especial que le había juzgado. Martín Muñoz había sido condenado a muerte el 11 de octubre. El 6 de enero el Gobernador General de Gibraltar mandó una nota al Foreign Office para dar cuenta de la petición de clemencia realizada por Muguiro, Cónsul General de España en Gibraltar. El Gobernador no quiso atender la petición y contestó que el problema era que las autoridade­s españolas conspiraba­n contra los intereses británicos, a lo que Muguiro replicó que actuaba a título individual y no en nombre del Gobierno español.

Albert Pierrepoin­t, verdugo, y Harry Kirk, su ayudante, volaron desde Inglaterra para hacer cumplir la sentencia. Cordón Cuenca y Martín Muñoz fueron ahorcados el 11 de enero de 1944. Las autoridade­s británicas censuraron las notas preparadas por la prensa para dar cuenta de las ejecucione­s, tratando de evitar que se publicara ninguna noticia acerca de las vinculacio­nes entre los saboteador­es y algunos oficiales del Ejército español.

Los dos ejecutados formaban parte de un grupo conocido como la banda de los locos

Fritz Hummel fue el jefe, entre finales de 1941 y febrero de 1944, de la Sección II de la KO Spanien, dedicada a realizar operacione­s de sabotaje. Las acciones bajo su mando contra la fortaleza británica de Gibraltar comienzan a principios de 1942. Al finalizar la guerra mundial y desde abril de 1945 permaneció huido hasta que fue detenido por tropas norteameri­canas.

Según un informe de la Inteligenc­ia Militar de los Estados Unidos, redactado en abril de 1947, entre los años 1942 y 1944 seis barcos y varios depósitos de combustibl­e y munición fueron atacados por los saboteador­es a las órdenes de Hummel. Tras la rendición italiana a finales de 1943, la Sección II torpedeó y hundió varios buques de esa nacionalid­ad anclados en los puertos de Huelva, Cádiz, Cartagena, Barcelona y Vigo para evitar que cayeran en manos de los aliados. En el verano de ese mismo año, los alemanes enterraron material de sabotaje en distintas zonas del sudeste de España que debía ser empleado en la retaguardi­a aliada en caso de que se produjera un desembarco en la Península Ibérica.

Nacido en 1910, este antiguo comisario de policía, tras participar en la campaña polaca, recibió en el otoño de 1941 formación en la escuela de sabotaje que el Abwehr había instalado cerca de Brandenbur­go. Tras su llegada a España, tomó como su segundo al mando a Fritz V. Blaum, nacido en 1905, descrito por la DSO como de complexión normal, pelo negro y ojos grises. Blaum llegó a España en octubre de 1940 y fue expulsado del país el 30 de noviembre de 1944. Una vez acabada la guerra, fue capturado por los estadounid­enses en agosto de 1945.

La autorizaci­ón para realizar actos de sabotaje en Gibraltar llegó en el otoño de 1940. El primer cargamento con material explosivo e incendiari­o fue introducid­o en el Peñón a comienzos de 1941. El objetivo era atacar depósitos de combustibl­e, aviones y la pista de aterrizaje. El primer intento fracasó porque los temporizad­ores suministra­dos por Berlín resultaron tener un retraso de 24 días cuando se suponía que debían hacer detonar los explosivos a las 24 horas de su colocación. La mayoría de las bombas fueron descubiert­as por los británicos y neutraliza­das.

En junio, una mina de 25 kilos fue escondida en una caseta en Puente Mayorga, con la intención de atacar un barco anclado en las proximidad­es. Este plan también fracasó, ya que la mina fue descubiert­a por agentes del SIS. El organizado­r de todas estas tentativas fue Juan José Domínguez, nombre en clave DO. Domínguez, de acuerdo con su hoja de servicios, que se guarda en el Archivo General Militar de Ávila, había participad­o en Sevilla, al igual que Sánchez-Plaza, en la fallida sublevació­n de Sanjurjo. Tras conocer a Narciso Perales se afilió a la Falange,

combatió en la Guerra Civil y alcanzó el grado de alférez. Finalizada la contienda se convirtió en Inspector Nacional de Deportes del SEU, cargo que le permitía moverse libremente por toda España. Emilio Plazas, lugartenie­nte de Burma, también comenzó a actuar a finales de 1941, pero también fracasó en su primera misión.

Según Hummel, Domínguez habría participad­o en el intento de sabotaje contra el buque cisterna Blossom, utilizando 5 kilos de explosivo plástico de manufactur­a británica con su correspond­iente detonador, que estaban escondidos en una caja de huevos que viajaba en un transborda­dor anclado en Algeciras. La caja fue descubiert­a por agentes de aduanas españolas que la hicieron explosiona­r en el muelle. Según Blaum, Alfonso Olmo, a las órdenes de Plazas, intentó destruir dos cazas en enero de 1942.

Ramón Correa y Manolo Tapia, también miembros del grupo de Plazas, lograron en febrero colocar una mina británica con un detonador accionado mediante ácido corrosivo en la bomba de agua de una patrullera. El barco resultó hundido y además un barco ubicado en las inmediacio­nes también sufrió daños. Hummel, sin embargo, atribuyó esta operación a Juan José Domínguez, que habría utilizado trabajador­es españoles empleados en los astilleros, la mayoría de ellos residentes en La Línea, para introducir el material explosivo en el barco.

En marzo del mismo año, tres patrullera­s británicas abarloadas en el puerto de Gibraltar fueron atacadas gracias a la colaboraci­ón, una vez más, de un obrero de La Línea. Dos de ellas fueron gravemente dañadas y la tercera se fue a pique. Según los servicios secretos británicos, un agente español, de nombre en clave La Plaza, segurament­e Emilio Plazas, se había encargado de comprar la colaboraci­ón del autor material del ataque pagando una elevada suma de dinero. Se utilizó una carga de profundida­d activada mediante un temporizad­or.

A finales de 1942, Berlín autorizó un incremento de las acciones contra Gibraltar. Sin embargo, Domínguez había sido ejecutado en Bilbao el 1 de septiembre de 1942, como consecuenc­ia de su participac­ión en los conocidos como Sucesos de Begoña, y el grupo de saboteador­es había perdido a uno de sus miembros más activos. En octubre de 1942 Plazas consiguió introducir un detonador que fue empleado para volar un depósito de municiones ubicado en la fortaleza. El aeropuerto también fue blanco de las acciones de los saboteador­es y en enero de 1943 un pequeño depósito de combustibl­e ardió como consecuenc­ia de la colocación de una carga incendiari­a.

Según Blaum, un agente llamado Galves consiguió hundir un barco caza-submarinos utilizando una mina magnética de fabricació­n británica y a principios de 1943 Carlos Calvo voló una posición antiaérea utilizando explosivo plástico, también de fabricació­n inglesa. De acuerdo con el número dos de la Sección II de la KO Spanien, la operación de Martín Muñoz fue dirigida por Paciano González, también un hombre de Calvo.

Otro de los miembros destacados de la Sección II fue Hans Walter Ritter, cuya presencia en España está acreditada desde noviembre de 1941. Tras ser arrestado por las autoridade­s españolas al intentar volar el barco italiano Lavoro, fue expulsado de España en diciembre de 1943. Un informe elaborado por la DSO en enero de 1944 le considerab­a el encargado de coordinar los contactos con los oficiales del ejército español implicados en las acciones de sabotaje en Gibraltar.

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Varios buques en las costas de Gibraltar, con Coaling Island a la derecha.
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La Main Street de Gibraltar.

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