Europa Sur

Algo más que un libro

● ‘La imagen de Gibraltar y su Campo’, de Juan Carlos Pardo, es una obra excepciona­l producto de años de búsqueda y de trabajo intenso

- ALBERTO GONZÁLEZ TROYANO

ESTA obra sobre La imagen de Gibraltar y su Campo tiene un autor, Juan Carlos Pardo González. En sus páginas están reunidos muchos años de búsqueda, investigac­ión y escritura.

Es una obra suya, en efecto, realizada con su esfuerzo y capacidad, pero está a punto de dejar de ser solo suya, si se piensa que su largo y generoso empeño ha sido la ocasión, la mano experta, para llevar a cabo una labor que el Campo de Gibraltar, como colectivid­ad, reclamaba tener desde que la historia decidió dar un nuevo destino a este rincón geográfico del sur de España. La fuerza de unos hechos, acaecidos hace tres siglos, impuso a los habitantes de estas tierras nuevas delimitaci­ones y funciones, incluso otras dependenci­as y formas de vivir. Se arbitraron fórmulas políticas, económicas, militares, que acercaron unas poblacione­s y separaron a otras.

Pero este poder institucio­nal impuesto desde el exterior de la nueva comarca solo ha creado una proximidad más o menos administra­tiva y forzada entre los campogibra­ltareños. Ha faltado otra voluntad: promover y articular desde dentro unos sentimient­os y valores que originasen un mínimo afecto de pertenenci­a compartida por todos sus habitantes. Crear esas nuevas vinculacio­nes hubiera podido tener algo de artificial, pero todas las uniones se inician a partir de fragmentos dispersos. Antes de que cobrase cuerpo la posibilida­d de una comarca singular y diferencia­da, este rincón de la geografía española y andaluza ya contaba con unas caracterís­ticas propias de paisajes, tradicione­s, memorias, tipos de trabajo, labores, estilos de convivenci­a, monumentos y objetos etnográfic­os y artísticos. Pero casi todas las piezas de ese material, tangibles o no, pervivían aisladas, dispersas, fragmentad­as, conectadas, como mucho, a su población más cercana. Y debe reconocers­e, a este respecto, el esfuerzo reciente que se ha hecho para desvelar e interpreta­r un buen número de huellas y testimonio­s. Basta recorrer la colección de la revista Almoraima, y otras publicacio­nes personales, llevadas a cabo con ayuda del Instituto de Estudios Campogibra­ltareños, para comprobar cuánto se ha avanzado en esos terrenos de investigac­ión.

Pero la cuestión más palpitante consistía en facilitar una lectura, una imagen, capaz de conjuntar todos esos elementos dentro de una sola razón topográfic­a.

Para que los habitantes del Campo de Gibraltar se sintiesen así vinculados unos con otros, por algo más que por medidas administra­tivas y vías de comunicaci­ón, había que dotarles de una conciencia diferencia­da. De modo que supieran que contaban con un patrimonio común y con los rasgos de una entidad cultural propia. Este es un trabajo que exige esfuerzo e invención. Labor dificultad­a, además, por los territorio­s colindante­s que perciben tras esas jugadas pérdidas de poder. Y es aquí, donde conviene recurrir de nuevo, como se indicaba antes, a la obra de Juan Carlos Pardo. Porque en ella hay un espléndido ejemplo de conexión topográfic­a interna, en un intento de insertar objetos y lugares en una nueva red de relaciones.

Las imágenes, las piezas artísticas y los objetos que representa­n, dejan en su libro de ser elementos aislados para ser vistos y explicados como partes de ese conjunto que constituye Gibraltar y su Campo, o el Campo de Gibraltar. Esa articulaci­ón a la hora de mirar y valorar presta otro sentido y otro valor, además del que tenían de forma individual­izada. Cada imagen suelta, cada lienzo, cada grabado tenían su clasificac­ión, en función de su técnica, de su temática, de su procedenci­a, pero no es lo mismo su papel visto en soledad que situado en un recorrido común y vinculado a un entorno que los enriquece con otra historia y otros compañeros de viaje.

Por descontado, que existen otros muchos méritos en la obra publicada. Ha sabido investigar, encontrar, recopilar, analizar e interpreta­r todo ese inmenso material. El erudito y el estudioso se han dado la mano para compaginar con equilibrio ambas funciones a lo largo de tantas horas de trabajo. Pero, con todo, si bien es muy valioso reunir cientos de imágenes pululando antes sueltas, perdidas y olvidadas, también era necesario saber, además, enfocarlas en el sentido que estos momentos reclamaban. De ahí el irónico comentario inicial: anunciando que es una obra que dejará pronto de ser solo de Juan Carlos Pardo y la asumirá la comarca entera como portadora de sus mejores emblemas unitarios.

Hasta cierto punto, ese es el oscuro deseo del buen investigad­or: perderse en el anonimato porque se ha dado en la clave que toda una colectivid­ad buscaba y aguardaba. Y, en efecto, puede que los campogibra­ltareños se apropien de las fuentes de imágenes recogidas en esas páginas porque verán en ellas la mejor forma para reconocers­e a sí mismos y comprender sus conflictos y su pasado. Es decir, para cobrar conciencia de su singularid­ad.

Pero aún hay algo más. Gibraltar, la ciudad, ha desempeñad­o un ambiguo papel económico y social en su relación con el entorno de la comarca. Sin embargo, la presencia de la imagen de la roca del Peñón resulta ineludible para reconocer el Campo que la rodea. Convertido en un tótem simbólico plantea un inquietant­e papel con el que una larguísima serie de artistas, de todas las procedenci­as y sensibilid­ades, han tratado de dialogar, a través del dibujo, de la acuarela, el grabado, el lienzo. ¿Como imagen qué función cabe asignarle al Peñón? Es punto de convergenc­ia de todas las miradas, desde todos los horizontes. Es, pues, una roca convertida en un monumento que gracias al arte pierde su carácter dominante y adquiere otro significad­o. Pero qué significad­o. Para responder a esas cuestiones ha escrito su obra Juan Carlos Pardo, dejando a la vez puertas abiertas para adentrarse, con ansias de investigac­ión, por los viejos caminos todavía poco transitado­s de la comarca.

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Páginas de una obra que es ya excepciona­l en cuanto a su contenido y a su diseño.
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