Oda al otro mejor autor de ‘spaghetti western’
El documental ‘Django’, en el que ha colaborado Tarantino, ensalza en la Mostra la figura del director romano Sergio Corbucci
Cuando Italia conquistaba el Lejano Oeste había un director que se jactaba de matar en sus películas a más personas que Nerón. Su nombre era Sergio Corbucci y sus obras, como Django (1966), marcaron por su violencia a Quentin Tarantino, que le ensalza como el “segundo mejor” autor de spaghetti western en un documental presentado ayer en Venecia.
En los años 60, dejada atrás la posguerra y en pleno auge económico, muchos directores italianos se lanzaban a emular aquellas películas del oeste llegadas desde EEUU y que tanto gustaban: nacía así la industria del spaghetti western. Y en aquel tiempo dos cineastas romanos, amigos, se repartían el pastel: Sergio Leone y Sergio Corbucci. El primero dotaba a sus obras de toda una mitología, mientras que el segundo daba al público lo que de verdad quería: sangre, tiros y mucha gentuza.
La figura de Corbucci es analizada en profundidad en el documental Django & Django, del italiano Luca Rea, y lo hace con uno de los mayores conocedores en la materia, Quentin Tarantino, que exhibe ante la cámara todo su saber sobre aquel género muchas veces denostado. El documental, como su título hace suponer, pone frente a frente dos películas icónicas: el violentísimo Django (1966) con el que Corbucci alcanzó el culmen de su carrera y el homenaje que Tarantino hizo a este clásico con
Django desencadenado (2012). No es la única vez que el autor de Pulp fiction (1994) homenajea a su ídolo italiano. En su última cinta Érase una vez en.. Hollywood (2019) le retrata como “el segundo mejor director de spaghetti western”, con permiso de Leone, claro.
Durante años Tarantino pensó en escribir un libro sobre Corbucci, que se iba a titular El otro Sergio y a publicarse tras el estreno de Malditos bastardos (2009), pero nunca lo hizo. Sin embargo, todo ese saber que había acumulado en innumerables cuadernos, repletos de apuntes sobre el estilo, personajes y tramas de aquellos western, ha terminado volcado en una extensa entrevista incluida en este documental. “Es el resultado del libro que nunca hizo, nos ha donado todo lo que había estudiado”, explicó Rea, asegurando que la conversación de 2,45 horas fue realizada en pleno confinamiento por la pandemia. Steve Della Casa, otro de los autores del documental, sostuvo que con Django desencadenado Tarantino recuperó “el espíritu” de aquella película de Corbucci y la trajo a nuestros días, aunque la gente casi ni se diera cuenta de ello. Estaba evocando una cinta muy poco conocida. Un poco como Godard hizo con el mítico gesto del dedo en los labios de Bogart que replicó en el personaje de Jean-Paul Belmondo en Al final de la escapada (1960), sostuvo. “Es una manera de homenajear el cine antiguo de una forma moderna”.
El protagonista de Django, Franco Nero, recordó aquellos rodajes en los que Corbucci, con un inigualable olfato comercial, cada día antes de empezar le preguntaba: “Franco, ¿cuántos matamos hoy? ¿50? ¿30?”. El resultado: éxito en taquilla. Pero, pese a lo que pueda parecer, con esos forajidos sucios y despiadados, tiroteos indiscriminados y hachas clavadas en la frente, el cine de Corbucci era muy político, como correspondía a un artista que fue niño en la Italia fascista y en guerra. Su cine, su visión artística, no se limitaba a la mera crueldad, sino que también se presentaba como una metáfora de todas las ideas que circulaban en los 60, como la auspiciada revolución, las batallas obreras o la extirpación del fascismo. “Cuando empecé a trabajar con él tenía 24 años y no comprendía el mensaje de sus películas. Después entendí su historia, todas sus cintas eran políticas”, explicó Nero.
En sus historias, como El gran silencio (1963), con Jean-Louis Trintignant y Klaus Kinski, o Joe, el implacable (1966), con Burt Reynolds, o Django, los únicos buenos eran los oprimidos, casi siempre mexicanos, hostigados por criminales o sectas racistas.
Murió en 1990 a los 63 años en su casa de Roma por un paro cardíaco, dejando como legado decenas de películas y un estilo muy vigente pese al paso del tiempo. Y si no que le pregunten a Tarantino.
Franco Nero recuerda en la cinta que su cine, salvaje y comercial, era en realidad político