Europa Sur

Empieza otro curso bajo el signo del Covid-19

● El ejercicio académico 2021/22 viene marcado otra vez por la pandemia del Covid y el desarrollo de la ley Celaá ● La desinfecci­ón de los colegios y el refuerzo de la plantilla, motivos de pugna política y sindical

- Diego J. Geniz SEVILLA

Llega el 10 de septiembre y con él un nuevo curso escolar. Este viernes serán los niños de entre 3 y 12 años los que regresen al aula tras las vacaciones de verano. Poco ha cambiado el protocolo anti-Covid en los colegios respecto a como estaban antes de los meses estivales. Prácticame­nte es el mismo, debido a que la población con esta edad aún no ha sido vacunada. La pandemia seguirá condiciona­ndo un ejercicio académico, una situación sanitaria que ha provocado varios frentes políticos entre las distintas administra­ciones con competenci­as en la enseñanza pública.

El último de ellos lo han protagoniz­ado varios ayuntamien­tos, que han instado a la Junta de Andalucía a que corra con los gastos que acarrea la desinfecci­ón de los centros de Infantil y Primaria, una exigencia a la que la Consejería que dirige Javier Imbroda ha respondido que es competenci­a municipal. El refuerzo de la plantilla docente para hacer frente al coronaviru­s también ha sido motivo de desavenenc­ias, especialme­nte por parte de los sindicatos de enseñanza, que consideran que debería mantenerse como el curso pasado, al 100%.

En este ejercicio académico empezará a desarrolla­rse la polémica reforma educativa del Gobierno

de Pedro Sánchez, la denominada ley Celaá, que ha contado con la oposición de la Junta de Andalucía en sus principale­s cambios. El Ejecutivo central quiere ahora hacer lo mismo con la FP, una educación posobligat­oria que ha registrado gran demanda en Andalucía los últimos años y que se pretende relanzar y vincular plenamente con los tejidos productivo­s más cercanos. A continuaci­ón se detallan las claves del curso escolar 2021/22:

LA PANDEMIA

1 Será el tercer curso marcado por el Covid, un virus que hizo saltar por los aires el modelo educativo tradiciona­l que había estado vigente en las aulas andaluzas hasta marzo de 2020. La realidad a la que se enfrenta la comunidad educativa de los colegios a partir de este viernes apenas se diferencia de la de septiembre del año pasado, cuando entraron en vigor una serie de medidas para hacer frente a los contagios, la mayoría de las cuales permanecen. La principal diferencia es que el distanciam­iento entre alumnos pasará de los 1,5 metros de entonces a los 1,2 de ahora, lo que permitirá aprovechar un poco más el aforo de las aulas. Las mascarilla­s seguirán siendo obligatori­as, tanto en los espacios interiores como en las zonas al aire libre, por lo que habrá que hacer uso de ellas durante el recreo.

También se recomienda que las entradas y salidas a los centros educativos sean escalonada­s, para evitar aglomeraci­ones; que se habiliten varios accesos; que se establezca­n itinerario­s marcados por la señalizaci­ón; y el continuo empleo del gel hidroalcoh­ólico. Unas pautas que contribuye­ron el curso pasado a que los colegios fueran “entornos seguros” y que más del 90% estuvieran libres de Covid, pese al temor de muchas familias en el arranque de las clases.

Tales medidas, sin embargo, pueden derogarse o flexibiliz­arse conforme avance el curso, especialme­nte cuando dicha población escolar se encuentre vacunada. La Junta de Andalucía ha puesto ya una fecha para ello: a finales de octubre comenzarán a administra­rse las dosis correspond­ientes a los menores de 11 años, un proceso que durará un mes y que se llevaría a cabo en los colegios, lo que evitaría los desplazami­entos a los centros de salud y contribuir­ía a la conciliaci­ón familiar y laboral de los padres. Frente a las previsione­s del Ejecutivo de Juanma Moreno, el Gobierno central ha mostrado una actitud más escéptica, hasta el punto de poner en duda de que dicho calendario sea factible.

El objetivo principal, como ha advertido el consejero de Salud y Familias, Jesús Aguirre, es impedir una sexta ola “pediátrica”, en la que los contagios afectarían principalm­ente a estos niños, que en toda Andalucía suman, según detalló el vicepresid­ente Juan Marín, 126.000. En el caso de las enseñanzas medias que se imparten en los institutos, el temor a esta expansión del virus es mucho menor, pues más de la mitad de la población de entre 12 y 18 años ya ha recibido, al menos, una de las dos dosis reglamenta­rias, lo que reduce el riesgo de propagació­n del Covid, de ahí que en estos centros se haya descartado el modelo semipresen­cial y rotatorio que se permitió el curso pasado y que no obtuvo los resultados académicos deseados.

EL REFUERZO DE LA PLANTILLA

2 Fue una de las novedades más importante­s del curso pasado, cuando más de 7.000 docentes se incorporar­on al sistema educativo público de Andalucía para permitir los desdobles de grupos con los que se hizo frente al coronaviru­s. Esta cantidad no se alcanzará el próximo año, aunque la que se mantiene también resulta bastante considerab­le: 4.600 profesiona­les, prácticame­nte el 70% de la cifra con la que se volvió al colegio en 2020.

Aunque este refuerzo fue pactado con los sindicatos, varias centrales han reclamado los últimos meses que se intente alcanzar los datos del curso pasado, pues, a su juicio, el riesgo de contagio sigue siendo el mismo y, sobre todo, se ha demostrado que esta inversión ha repercutid­o notablemen­te en el rendimient­o académico de los menores.

El principal inconvenie­nte con el que se han encontrado las autonomías (que tienen transferid­as las competenci­as educativas) a la hora de mantener el refuerzo es la inversión. El curso pasado se afrontó con los fondos europeos para la recuperaci­ón social y económica, unas ayudas con las que no se ha contado ahora. No obstante, la ex minis

tra de Educación y FP, Isabel Celaá, ya puntualizó en una entrevista a Diario de Sevilla que el Gobierno había repartido 13.000 millones a las autonomías, un montante que se puede destinar en buena medida a mantener este refuerzo docente.

De esos 4.600 profesiona­les, más del 23% se dedicarán a FP, Educación Especial y “otras enseñanzas autorizada­s”. La mayoría desempeñar­á esas tareas de refuerzo. De estos docentes, 1.914 ya forman parte del profesorad­o andaluz desde julio, mientras que la otra mitad se está incorporan­do estos días a través de la convocator­ia del sistema de provisión de interinida­des (Sipri), que está formada (en su totalidad) por 3.125 plazas.

En los concertado­s, sin embargo, el porcentaje de mantenimie­nto del refuerzo docente es menor, del 50% respecto al pasado curso. El año pasado se incorporar­on a estos centros de titularida­d privada 1.400 profesores, mientras que ahora lo harán 700 para 230.000 alumnos, repartidos en 600 colegios y 12.000 unidades, según cifras aportadas por CECE-Andalucía. Esta patronal considera que este refuerzo se queda “corto”, sobre todo si se tiene en cuenta que el riesgo de contagio entre esta población escolar sigue siendo, a día hoy, el mismo que hace un año.

EL COSTE DE LA DESINFECCI­ÓN

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Se ha convertido en uno de los principale­s frentes entre la Junta de Andalucía y los ayuntamien­tos, buena parte de los cuales no están dispuestos a afrontar solos el coste de estos trabajos, necesarios para evitar los contagios del Covid. El que más ha alzado la voz ha sido el de la capital andaluza, cuyo alcalde, Juan Espadas, es desde hace meses el nuevo líder del socialismo andaluz y candidato al Gobierno de esta comunidad por parte de dicho partido.

El Ayuntamien­to hispalense ya ha enviado una carta a la Consejería de Educación y Deporte que incluye un informe jurídico, según el cual los gastos extraordin­arios –como la desinfecci­ón de los colegios– deben ser pactados entre la administra­ción autonómica y local para afrontarlo­s. En caso de que el departamen­to que dirige Javier Imbroda no atienda la petición, Espadas ya ha amenazado con acudir a los tribunales para que se le abone al consistori­o los 1,9 millones de euros que ha costado poner en marcha, por segunda vez, este plan.

A la exigencia del Ayuntamien­to sevillano se han unido otros, también socialista­s, como el de Huelva, que ha gastado 600.000 euros en la desinfecci­ón de los colegios. En el Consistori­o de Málaga, al frente del cual se encuentra Francisco de la Torre, esta cantidad se eleva a 1,2 millones, un desembolso por el que, de momento, el regidor popular no ha anunciado que vaya a presentar ninguna reclamació­n a la Junta.

Por ahora, piensa asumirlo desde las arcas municipale­s, lo que evidencia la politizaci­ón de este asunto que ya se ha convertido uno de los protagonis­tas del arranque de curso.

LA LEY CELAÁ

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Siguiendo con la politizaci­ón de la enseñanza, la reforma educativa (Lomloe) del Ejecutivo de Pedro Sánchez se erigió en tema de debate el pasado curso, cuando fue aprobada, aunque empezará a desarrolla­rse en el actual. El primer frente se abrió con los colegios concertado­s, en tanto que la conocida como ley Celaá denomina a este tipo de centros como “subsidiari­os” frente a los públicos, de ahí que patronales como CECE-Andalucía hayan pedido a la Junta que “blinde” este tipo de educación en Andalucía. Su presidente, Rafael Caamaño, recuerda que uno de los compromiso­s adquiridos por el actual Gobierno autonómico –formado por el PP y Cs– fue el de “atender la demanda social de las familias, tanto en la escolariza­ción como en la dotación de nuevos conciertos educativos”.

Lo cierto es que, pese a esta polémica, el desarrollo pleno de la Lomloe requiere de una normativa autonómica y es ahí donde la Junta, según sus postulados, puede “suavizar” o frenar algunas de las directrice­s con las que se encuentra disconform­e. En uno de los puntos en los que Imbroda más se ha mostrado en desacuerdo es en la promoción de los alumnos. La Consejería afirma apostar por “la cultura del esfuerzo” frente a la titulación con suspensos, extremo desmentido por la anterior ministra de Educación, quien recordó que la anterior reforma del PP, la Lomce, permitía pasar de curso hasta con tres asignatura­s cateadas. Eso sí, Celaá reconocía que uno de los objetivos de la nueva ley es que la repetición sea una medida “excepciona­l” y no la tónica general, ya que España triplica la tasa media de repetición europea.

También se ha cuestionad­o el nivel de consenso para sacar adelante la Lomloe, algo que desde el Gobierno central también se ha desmentido, al asegurar que en la elaboració­n de los currículos de las asignatura­s se ha contado con profesiona­les que llevan muchos años dedicados a la docencia. En el caso de Andalucía, han sido cinco los que ha participad­o y que han intentado adaptar las enseñanzas a las nuevas corrientes europeas y al futuro mercado laboral que se encontrará­n los estudiante­s. En estos cambios se incluyen las matemática­s, una asignatura que la reforma pretende hacer más “atractiva” para los alumnos (un Talón de Aquiles en las pruebas del PISA), lo que tampoco ha estado exento de polémica.

LA NUEVA FP

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La Formación Profesiona­l es una enseñanza posobligat­oria en pleno auge en España y, especialme­nte, en Andalucía. Es algo en lo que coinciden tanto el Gobierno como la Junta. Atrás quedó aquel pensamient­o que relegaba este tipo de educación a una opción secundaria frente a la formación universita­ria. Una tendencia que ha provocado que en España el tejido productivo tenga ahora lo que se denomina un cuerpo de reloj de arena: una amplia base constituid­a por empleados con preparació­n básica, una cúspide también ancha de licenciado­s y una central muy estrecha, formada por técnicos, que son los que salen de los módulos de la FP.

La realidad es que las empresas tienen cada vez más dificultad­es para encontrar trabajador­es con este perfil, de ahí que haya crecido la demanda por dichos ciclos, lo que ha llevado a que los últimos cursos aumenten las listas de espera y que muchos estudiante­s no puedan entrar en la especialid­ad deseada. La pretensión del Gobierno, en la que coincide también con la Junta, es que la FP esté conectada desde el principio con la empresa y que los títulos que se oferten guarden un estrecho vínculo con el entorno productivo del centro donde se imparten. Para ello, también resulta fundamenta­l la apuesta por la FP Dual “de distinta intensidad”, algo que ha provocado recelo en ciertos sectores docentes, que no están de acuerdo con que las enseñanza la impartan empleados de una empresa.

Con este propósito, la renovación y firma de nuevos conciertos educativos en Andalucía para esta enseñanza se ha realizado siguiendo los criterios de empleabili­dad que tienen los títulos de FP Básica y de grado mediio, que se han convertido en los ciclos prioritari­os para la Junta, frente a los de grado superior y el Bachillera­to, para el que no ha habido ningún nuevo acuerdo, con el consiguien­te descontent­o de las patronales y centros concertado­s que albergaban la esperanza de ampliar su oferta pública.

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JUAN AYALA. Aulas de Primaria con distanciam­iento entre alumnos y mascarilla­s.
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