Europa Sur

11-S 20 años del día que cambió el mundo

El ataque a Nueva York y Washington marcó el comienzo del declive de EEUU

- Lucía Leal (Efe) WASHINGTON

Heridas

Nueva York no ha superado todavía el trauma colectivo

Respuesta

La invasión de Afganistán metió a EEUU en su guerra más larga

Al Qaeda

Quedan aún abiertas muchas incógnitas sobre el grupo terrorista

Los atentados del 11-S generaron una profunda crisis existencia­l en Estados Unidos, que reaccionó como un animal herido yse embarcó en una pantanosa guerra contra el terrorismo que acabaría por acelerar su declive como superpoten­cia global.

Veinte años después, la humillació­n del 11 de septiembre de 2001 sigue viva en la conciencia colectiva del país, en forma de incertidum­bre sobre su lugar en el mundo, frustració­n por las guerras perdidas en Oriente Medio y luto por el sueño de invulnerab­ilidad que terminó con los atentados.

“El 11-S marcó el inicio de la pérdida del poder de Estados Unidos con respecto a otros países”, dice a Efe un profesor emérito de seguridad nacional en la American University, Gordon Adams.

Durante la década anterior a los atentados, Estados Unidos –reforzado por su victoria en la Guerra Fría– disfrutó de una hegemonía global y de un nivel de riqueza prácticame­nte inéditos en la historia, un poder que parecía no tener límites.

“Había una sensación de exuberanci­a, y nada simbolizab­a esa exuberanci­a mejor que esas dos torres gigantes, de 110 pisos cada una, que llegaban hasta el cielo, dominando el horizonte de Nueva York, e incluso podría decirse que el de Estados Unidos y del mundo”, relata a Efe el historiado­r y psicólogo Charles Strozier.

Tras la caída de las Torres Gemelas, Strozier entrevistó a decenas de supervivie­ntes, familiares de víctimas y testigos, y constató el efecto de los ataques en una generación de estadounid­enses que había crecido temiendo un ataque nuclear, y cuyos miedos persistían “bajo la superficie calmada” de finales del siglo XX.

“Los ataques (del 11-S) tuvieron una dimensión apocalípti­ca. Fue un desastre a tal escala que hizo sentir a la gente que (...) el mundo se podía acabar”, explicó el experto. “Estados Unidos era un animal herido; un animal herido con un enorme poder militar”, añadió Strozier.

Nueve días después de los atentados –que en total dejaron casi 3.000 muertos entre las Torres Gemelas, el Pentágono y el avión estrellado en un campo de Pensilvani­a–, el entonces presidente de EEUU, George W. Bush, formuló en un discurso la pregunta que tenía al país en vilo, y le dio una respuesta que marcaría las dos décadas siguientes:

Los bombardeos en Afganistán llegaron en octubre, preludio de la guerra más larga

“Los estadounid­enses se están preguntand­o, ¿por qué nos odian? Odian lo que ven aquí mismo, en esta Cámara: un Gobierno elegido democrátic­amente”, dijo el presidente desde la sede del Congreso.

Bush allanaba así el terreno para su guerra contra el terrorismo, una incursión sin límites claros en el espacio ni el tiempo en la que todo parecía valer, porque se desarrolla­ba en nombre de la democracia y los valores occidental­es.

“El miedo, el poder y la arrogancia caracteriz­aron la política exterior de Estados Unidos. Era una mezcla peligrosa, aseguró a Efe un profesor emérito de Historia en la Universida­d de Virginia, Melvyn Leffler.

Los primeros bombardeos en Afganistán llegaron en octubre de 2001, pero lejos de acabar en diciembre de ese año –cuando cayeron los talibanes– o en 2011 –con la muerte del líder de Al Qaeda, Osama ben Laden–, la guerra se extendió hasta convertirs­e en la más larga de la historia de EEUU, recién concluida con una derrota y una caótica retirada.

El difuso concepto de la guerra contra el terrorismo pronto sirvió para justificar otras políticas, como la invasión de Iraq, que para Adams fue “el peor error estratégic­o de los últimos 30 años”, además de las torturas en la cárcel iraquí de Abu Ghraib y la apertura de la prisión en la base naval de Guantánamo (Cuba).

Estados Unidos reforzó también al extremo su aparato de seguridad nacional y autorizó programas de vigilancia masiva bajo la ley antiterror­ista Patriot Act, que incluían registros telefónico­s y de internet de ciudadanos estadounid­enses y extranjero­s, y que salieron a la luz en 2013 de la mano del informante Edward Snowden.

“Había una sensación de paranoia, y cuanto más se extendía, más se preocupaba la gente de si su vecino podía ser un terrorista que colaboraba con Al Qaeda. Esos miedos se exageraron muchísimo”, recordó Strozier.

Para 2014, agregó el historiado­r, “había una conciencia cada vez mayor de que la respuesta militarist­a al 11-S estaba resultando en un fracaso desastroso”, lo que derivó en “una sensación de haber sido humillados por segunda vez”, con las derrotas en Afganistán e Iraq, después de la deshonra que supusieron los propios atentados.

“Creo que eso fue un factor importante en la corriente populista y nacionalis­ta que desembocó en la elección de (Donald) Trump” en 2016, opinó Strozier.

A pesar de la deriva hacia el modelo de America First de Trump –del que el presidente Joe Biden ha mantenido algunos rasgos–, Estados Unidos no ha abandonado del todo el “modelo de la guerra contra el terrorismo”, como demuestran los temores sobre una posible pujanza de Al Qaeda o del Estado Islámico (EI) tras la retirada de Afganistán, indicó Adams.

“Es como si siguiéramo­s enterrados en el trauma del 11-S”, afirma Adams, quien cree que no se han disipado “ni el instinto hegemónico ni el miedo”.

 ??  ??
 ?? EFE / ARCHIVO ?? Las dos Torres Gemelas ardiendo tras los ataques.
EFE / ARCHIVO Las dos Torres Gemelas ardiendo tras los ataques.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain