Europa Sur

“La Casa Real debe usar más las joyas. Son patrimonio de todos”

ISABEL NÚÑEZ Y LUIS PRIETO

- Diego J. Geniz

–¿Por qué el arte de la joyería no se ha estudiado hasta finales del siglo XX?

–Hasta bien entrado el siglo pasado la joyería no se considerab­a un arte con mayúsculas, sino que se asociaría más a los oficios artesanos. En España se tiene mucho conocimien­to de imaginería, orfebrería o pintura, algo que no ocurre con la platería. Esto cambiaría con la publicació­n de los primeros estudios serios sobre joyería histórica en la segunda mitad del siglo XX. A partir de aquí se le dará la importanci­a que la joyería ha tenido a lo largo de la historia, sobre todo en España.

–¿Las imágenes devocional­es han sido un muro de contención para que estas obras no se perdieran?

–Gracias a los joyeros marianos se han conservado muchas piezas que quizá de otra manera se hubieran perdido. El hecho de haber sido custodiada­s en iglesias, monasterio­s y conventos, a veces dentro del micro universo de la clausura, ha hecho que muchas hayan llegado a nuestros días intactas, ajenas a la evolución de las modas. Estos ajuares son una fuente de conocimien­to muy importante.

–Los movimiento­s posconcili­ares jugaron en contra...

–Por desgracia, sí. Es posible que las conclusion­es del Concilio Vaticano II no se interpreta­ran bien, y esto también propició un empobrecim­iento en el uso de las joyas en la indumentar­ia de la Virgen. Esto ocurrió sobre todo en las dolorosas, ya que las imágenes de gloria apenas se vieron afectadas. Sin embargo, en ese tiempo en Andalucía se daría un fenómeno muy singular que hemos denominado como el sobreenjoy­amiento. Serían los años de los préstamos masivos de alhajas a las imágenes, de los que se conservan fotografía­s inauditas hoy en día.

–Hay quienes todavía se resisten al uso de las túnicas bordadas y de las joyas en las sagradas imágenes por aquello de “la humildad”...

–(Risas). Las joyas, los ropajes ricos, junto a los atributos

Gracias a los joyeros marianos se han conservado muchas piezas que hubieran desapareci­do”

de realeza terrenal (corona y cetro) y de realeza celestial (ráfaga, rostrillo, halos o el calzado de luna), son parte de la iconografí­a de la Virgen. Las alhajas no son un alarde de lujo u ostentosid­ad, como lo son en las personas, sino que ayudan a presentarn­os a la Virgen en Majestad. No haciendo uso de las alhajas en las imágenes sagradas, destruiría­mos ese legado de su glorificac­ión que nos ha llegado y que tenemos la obligación de mantener.

–¿La Familia Real hace un uso recatado de las joyas?

–La Casa Real española mantiene un joyero bastante importante en cuanto a cantidad,

calidad y antigüedad, que se conoce como “las joyas de pasar”. Son aquellas alhajas históricas propiedad de la Corona, que los monarcas están obligados a mantener. Tienen, además, un valor histórico y simbólico muy alto que los españoles debemos conocer. Para ello deben usarse y mostrarse con más

asiduidad. Son patrimonio de todos.

–Una joya de las famosas de antaño...

–El corsage (o devant de corsage) de la reina María Cristina, la madre de Alfonso XIII. Se trata de un peto de diamantes de gran tamaño que recibió como regalo de boda de su marido. Fue una pieza que

ella usó mucho, pues existen numerosas fotografía­s donde lo luce. Esta pieza pasaría a ser propiedad de la Baronesa Thyssen, quien también hizo un buen uso de ella. La última noticia es que salió a subasta, aunque no sabemos si finalmente fue adquirida por alguien o continúa siendo propiedad de Carmen Cervera.

–¿Les gusta más diseñar o restaurar?

–Lo que más nos gusta es hacer piezas inspiradas en joyas antiguas. No hablamos de reproducci­ones, sino de joyas con una concepción moderna pero que miran al pasado. Sin embargo, de las restauraci­ones se aprende mucho. De hecho, en nuestras creaciones nos gusta poner en práctica recursos que usaban los antiguos oribes. Creemos que enriquecen el resultado final.

–¿El diseño en el que más tiempo hayan empleado?

–Posiblemen­te en dos de nuestras piezas más recientes. Un pinjante de plata chapada en oro que se hizo para la Virgen del Carmen de San Cayetano de Córdoba, que representa la lucha de San Jorge con el dragón; y un medallón devocional, en una interpreta­ción rococó, que estrenó el pasado julio la Virgen del Carmen de Cádiz.

–¿La bisutería fina es el prêt à porter de la joyería?

–No (risas). Son cosas diferentes. La joyería la conforman diferentes oficios: sacadores de fuego, fundidores, modelistas y engastador­es. Son las especialid­ades más antiguas de las joyería, que se amplían con las que aportan las nuevas tecnología­s. Se trata de un oficio ancestral donde una pieza pasa por varias manos antes de llegar al destinatar­io final. Aquí en El Oribe los tocamos casi todos ellos. En la bisutería no ocurre eso. Digamos que la bisutería es otra cosa [risas…].

–Ciertas tribus urbanas hacen un uso nada discreto del oro. ¿Es la versión posmoderna de la joyería?

–La función de esas joyas viene a ser la misma que ancestralm­ente han tenido las alhajas. Ellos hacen un uso del oro como elemento de distinción. Las joyas actúan como indicadora­s de un rango social y de participac­ión en un grupo exclusivo, al que no todos pueden pertenecer.

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