Europa Sur

UN CONGRESO DEVALUADO Y ATASCADO

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EL curso político ha arrancado en el Congreso tal como se acabó el anterior. No ya crispado, sino inoperante, previsible y devaluado por la mayoría de las intervenci­ones de los diputados. Pobres de contenido, ayunas de propuestas, cargadas de mensajes con formato para que los hiperventi­lados de cada cual las aireen en las redes sociales. Muy pocas destacan, y las que consiguen brillar sólo lo hacen por exceso. No es la primera vez que nos preguntamo­s desde aquí para qué sirven las sesiones de control al Gobierno, porque no es más que la representa­ción teatral de un conf licto que aún no está en la sociedad española, aunque es posible que entre todos consigan transmitir a lo real lo caliente de su escenograf­ía. A este hastío le acompaña la imposibili­dad del Congreso de renovar el Consejo General del Poder Judicial, parte del Constituci­onal, el Defensor del Pueblo y el Tribunal de Cuentas. El Congreso está partido en dos, a la derecha, con partidos que también compiten entre sí, y a la izquierda, con un Gobierno socialista apoyado en quienes preferiría­n que España no existiese. No hay transferen­cias entre los dos bloques, sólo incomprens­ión. España va dejando atrás algunos de los meses más dramáticos de su historia y, salvo en una primera fase, los desencuent­ros y acusacione­s mutuas, y graves, han sido terribles. No somos unos ingenuos, conocemos de dónde venimos, pero es necesario subrayar que esto no es lo correcto en un sistema democrátic­o. La legislatur­a va acelerada, quedan más de dos años para las elecciones, pero la oposición trabaja de un modo que es el propio de los últimos días de la campaña electoral. El presidente del Gobierno no trata de forma adecuada al líder de la oposición, en más de una ocasión lo ha hecho con desdén, cuando no con el desprecio que sus aliados de Unidas Podemos muestran por todo aquel que no es de izquierdas o independen­tista. Se puede hacer política de otro modo porque la colaboraci­ón también es competitiv­a. Este nivel de crispación no existe, por ejemplo, en el Parlamento andaluz, que sí parece estar en periodo preelector­al. También es duro, pero se respetan las formas y se buscan algunos puntos de unión.

Las intervenci­ones en el Congreso son pobres de contenido, ayunas de propuestas, con formatos para que sean replicadas en las redes sociales

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