Europa Sur

LA DECEPCIÓN SE LLAMA MARLASKA

- PILAR CERNUDA

LA Audiencia Nacional ha dado la razón al ministro de Interior al cesar al coronel Pérez de los Cobos como Jefe de la Guardia Civil de Madrid, por “pérdida de confianza”. La AN revoca así la sentencia del juez de primera instancia, que daba la razón a Pérez de los Cobos al haberse negado a dar informació­n al ministro sobre la investigac­ión que buscaba la conexión entre la manifestac­ión convocada el 8 de marzo de 2020 contra el criterio de los profesiona­les de la Sanidad y la transmisió­n masiva del covid.

Pérez de los Cobos mantuvo que la investigac­ión era secreta y por tanto no podía informar a nadie ajeno al juzgado que llevaba el caso, pues podría incurrir en prevaricac­ión.

Fernando Grande Marlaska, durante su etapa como juez, sobre todo en la Audiencia Nacional, fue considerad­o un profesiona­l “heroico”, que se resistió a las presiones que recibió por gobiernos que anteponían intereses políticos a los criterios judiciales. Se le considerab­a implacable en la lucha contra el terrorismo, sobre todo en tiempos en que el gobierno de Zapatero negociaba con ETA y tenía gestos condescend­ientes hacia la banda… a cambio de algunas concesione­s que la mayoría de los españoles, con Marlaska a la cabeza, no estaban dispuesto a admitir.

Desde la izquierda se le veía como próximo al PP, y sin ninguna duda la decisión de Pedro

Sánchez de nombrarlo ministro de Interior en su primer gobierno, fue considerad­o unánimemen­te como el deseo del presidente de mostrar una cara de moderación e integració­n. Marlaska fue confirmado en Interior al formarse el segundo gobierno, de coalición con Podemos, y desde entonces, el magistrado, o ex magistrado, ha mantenido una lealtad absoluta hacia el hombre que le llevó al Ejecutivo, tomando decisiones, como la de Pérez de los Cobos, contrarias al espíritu que demostró cuando era abanderado de la lucha contra el terrorismo.

La inclusión de Marlaska en el equipo de Sánchez provocó que muchos de quienes temían las consecuenc­ias de un gobierno de Sánchez, por su falta de experienci­a y su radicalism­o, le dieran un voto de confianza. Sánchez sabía que necesitaba ciertos perfiles para hacerse valer y, de entre ellos, Marlaska fue el que provocó las mayores expectativ­as.

Por eso ha sido mayor la decepción. La Audiencia Nacional le ha dado la razón en el caso De Los Cobos, pero no se ha pronunciad­o la última palabra. Con frecuencia, las actitudes personales cuentan más que las decisiones de los tribunales cuando hay que cualificar a un personaje público.

Se le considerab­a implacable en la lucha contra el terrorismo, sobre todo en tiempos en que Zapatero negociaba con ETA

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