Europa Sur

“Ahora hay que dejar que el bosque se regenere solo”

● El especialis­ta en Sierra Bermeja asegura que muchas de las especies vegetales son capaces de renovarse por sí mismas y se adaptan al fuego

- Jorge Pedrosa

Andrés Pérez Latorre lleva 32 años estudiando la vegetación y la flora tan particular de Sierra Bermeja (Málaga), una vida vegetal particular­mente influencia­da por el suelo donde se asienta. Y es especialme­nte particular por ser un suelo que ahuyenta la vida fértil. Además se haya en menos de una veintena de espacios naturales y no de mucha extensión. Estas particular­idades, junto a las teorías de adaptación al medio que se atribuyen a Darwin, han hecho que crezcan multitud de especies únicas en el mundo, es decir, endemismos, en un área relativame­nte pequeña.

–¿Cuáles son las particular­idades de Sierra Bermeja?

–Principalm­ente es una singularid­ad que viene de su geología. La sierra está formada por una roca, la peridotita, que solamente hay en 15 ó 20 sitios del mundo y que viene del manto terrestre. Ésta es una roca que por sus caracterís­ticas expulsa a la vida vegetal, porque son tóxicas. Si, por ejemplo, en la Serranía de Ronda pueden vivir unas 2.000 especies vegetales de plantas, en Sierra Bermeja pueden vivir sólo el 20% de esas especies, muy pocas. Con todas estas caracterís­ticas, la vegetación y la flora que hay son todas muy especiales.

–¿Son todas especies endémicas?

–Imaginemos que en el Paraje Natural de los Reales de Sierra Bermeja hay aproximada­mente unas 350 especies, de ellas el 10% son endemismos. En muy pocos kilómetros cuadrados tenemos una densidad de endemismos muy grande. Sería un porcentaje parecido al que tendríamos en Sierra Nevada, la joya de la corona ibérica.

–¿En una serranía media, cuál sería el porcentaje de endemismos?

–La Sierra de Cazorla, por poner un ejemplo que también tiene una gran cantidad de endemismos, tiene entre 20 y 30 endemismos, pero en 2.000 kilómetros cuadrados por los 300 de Sierra Bermeja. El particular de Sierra Bermeja es también que en una zona de 3 ó 4 metros cuadrados pueden habitar cuatro o cinco endemismos juntos, eso no lo puede haber en ningún otro sitio más que en algunos puntos de Sierra Bermeja y en algunos sitios de Sierra Nevada, como joya de la corona.

–Y de estos endemismos, ¿qué se teme que se pierda?

–Sierra Bermeja además de tener esas especies endémicas, algunas de ellas protegidas por la ley, también tiene vegetación, bosques de pinos, pinsapares, matorrales... Todo esto está también protegido por una directiva europea. Entonces, tanto a nivel de flora como a nivel de vegetación está protegido. Esto es importante porque no sólo se ha quemado el pino como planta, sino el pinar como ecosistema. Todavía no he tenido ocasión de ir a comprobar qué se ha perdido de flora, pero por la fotografía­s es seguro que hemos perdido poblacione­s de los endemismos de Sierra Bermeja. Parece que la principal masa de pinsapos se ha salvado, lo que pasa es que pinsapos aislados sí se han quemado. –¿Estas especies únicas que se han perdido se pueden recuperar?

–Afortunada­mente, la mayoría de las plantas de Sierra Bermeja están acostumbra­das al fuego. La mayoría de las plantas endémicas son capaces de recuperars­e después del fuego, cuando se queman la parte de la planta que está por debajo del fuego es capaz de volver a rebrotar. En cuanto vuelva a llover en el otoño las veremos de nuevo volver entre las cenizas. El pinsapo es una de las especies que no rebrotan. El pinsapo cuando se quema muere completame­nte, tanto la planta como los piñones. Es una planta que habría que ayudar a rebrotar.

–¿Esto sería replantar piñones que tenga la Junta guardados para estos casos?

–Espero que la Junta de Andalucía tenga en algún vivero piñones de pinsapos de Sierra Bermeja guardados, que son los que están adaptados a las peridotita­s. Si no lo tienen, ahora sería buen momento de recolectar­los en cuanto empiece la dispersión con muchísimo cuidado. Primero hay que valorar cómo está el bosque de pinsapos porque es posible que no podamos entrar siquiera por dentro para no afectarlo. Así podríamos cultivarlo­s para el año siguiente ir reforestan­do cuando se haya regenerado mínimament­e la flora y la vegetación que se debe hacer de un modo natural, sin intervenci­ón, ya que es un sitio crítico.

–¿Cómo puede afectar al pinsapar que no ha sido alcanzado por las llamas las condicione­s adversas que se han dado durante el incendio a medio y largo plazo?

–La buena noticia es que el bosque de pinsapos lleva ocho o nueve mil años como mínimo. Esto quiere decir que ha debido estar rodeado por el fuego en más ocasiones y se ha conseguido salvar, es decir, está en un sitio especial donde consigue resistir.

La mala noticia es que los pinsapos, con que les dé el calor de las llamas ya se secan, son muy sensibles. Por eso recomendar­ía mucha precaución, no pisar el suelo quemado ni entrar por el bosque de pinsapos hasta que se pueda evaluar el estado.

–¿Ahora cuáles son los pasos a seguir?

–Primero es dejar que el incendio se apague. Unos meses después que el Infoca dé el fuego por extinguido hay que seguir teniendo mucho cuidado y no tocarlo, eso es como la piel quemada, necesita de regeneraci­ón natural. ¿Cómo podemos ayudar? Observando y quitando pastoreo, pisoteo...

–¿Habría influido que fuese Parque Nacional?

–Desde 2007 lo estamos reclamando. Hubiese significad­o que en la zona hubiesen habido actuacione­s forestales, desbroces, cuidado de los carriles y vigilancia día y noche de la zona. Con vigilancia 24 horas los incendiari­os lo hubieran tenido más difícil. En caso de que se le considere Parque Nacional irá asociado un decreto ley que debe incluir un plan contra incendios en el que esté incluido presupuest­o y personal.

–Si se hubiese incluido junto al Parque de las Nieves, ¿qué hubiese cambiado? Aunque sea hipotética­mente.

–Es muy poco tiempo, se tenía que haber hecho antes. En dos meses y de verano, no hubiese dado tiempo a hacer algo segurament­e. Pero quizá hubiese servido para que los incendiari­os se lo hubieran pensado.

Los pinsapos llevan más de ocho mil años, ya han resistido a más de un incendio rodeándolo­s”

 ?? M. G. ?? El doctor en Botánica Andrés Pérez Latorre, trabajando sobre el terreno.
M. G. El doctor en Botánica Andrés Pérez Latorre, trabajando sobre el terreno.

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