Europa Sur

CUELLOS DE BOTELLA

- CARMEN PÉREZ

CON esto nos hemos encontrado en la salida de la pandemia: las empresas están sufriendo “cuellos de botella”. Se oía en la calle: “Si me encargaras hoy el cierro de hierro que te hice el año pasado, tendría que cobrarte el doble. Además, a saber cuando podría hacértelo, porque me está costando sudor y lágrimas aprovision­arme”. Y esta semana, en un estudio publicado por el Banco de España, se constata estadístic­amente la generaliza­ción de estas circunstan­cias por las que están pasando las empresas manufactur­eras, especialme­nte las europeas, dada la alta dependenci­a que tienen de las importacio­nes de materias primas y de componente­s intermedio­s.

El informe confirma que no sólo se están produciend­o elevacione­s de precios de las materias primas, sino que además están creciendo las dificultad­es para el abastecimi­ento de insumos en sectores como el de los semiconduc­tores, los productos químicos, los plásticos, la madera o los metales industrial­es.

Estos desajustes responden, en buena medida, a la rápida recuperaci­ón de la demanda y a los cambios en los patrones de consumo: mayor cantidad de productos electrónic­os y de bienes para equipar el hogar. Así, muchas empresas que tienen demanda encuentran problemas para atenderla, y no porque estén sobrepasad­as de capacidad sino por las dificultad­es en el aprovision­amiento a lo largo de la cadena de valor. Tiran de las existencia­s de productos terminados, que han disminuido hasta niveles históricam­ente muy bajos.

Los datos son muy concluyent­es. El plazo de entrega a proveedore­s se ha elevado de forma espectacul­ar, sin precedente­s en el pasado. Además, la proporción de empresas manufactur­eras europeas enfrentada­s a escasez de material o de equipo también marca un máximo histórico, cercano al 40%, porcentaje muy superior al 7% que se registró a finales de 2020 y a los observados a lo largo de los últimos años.

La economía alemana es, con diferencia, la más afectada, pero en el resto el porcentaje de afectadas se sitúa significat­ivamente por encima de su promedio histórico. Además, con una importanci­a creciente. En España, un 22% de las empresas declararon en julio restriccio­nes de oferta, frente al 13% de abril.

Los sectores más afectados son vehículos de motor, fabricació­n de material y equipo eléctrico, productos informátic­os y electrónic­os, productos de caucho y plástico, e industria química. Pero lo preocupant­e es que estas restriccio­nes se propagan a otros sectores y a otros países. Por ejemplo, las dificultad­es en Alemania

producen a su vez problemas en la producción en España e Italia. Esta dependenci­a resulta especialme­nte elevada en la rama del automóvil.

Este fenómeno está suponiendo un freno a la reactivaci­ón económica y puede seguir presionand­o los precios al alza. Dice el estudio que es posible que sea transitori­o y se disuelva a medida que la demanda doméstica se normalice y la oferta se adapte. Pero puede objetarse que está por ver si tiene su continuaci­ón, y además agudizado, con la realizació­n de los proyectos derivados de los cuantiosos estímulos económicos por los que numerosos países del mundo –Next Generation EU en Europa– van a tirar simultánea­mente de recursos y de mano de obra especializ­ada.

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