Europa Sur

MESA ANDALUZA

- PABLO BUJALANCE

NO cabía más que cierto encogimien­to de hombros cuando Moreno Bonilla reclamaba a Sánchez una mesa de negociació­n para Andalucía con iguales pompas que la catalana. No porque el presidente de la Junta no tuviera razón, cuidado, sino porque la historia reciente y la más remota, la costumbre, la idiosincra­sia y las leyes de la probabilid­ad ya nos han informado a las claras sobre qué podemos esperar al respecto. Es evidente que si no estableces una ruptura con la democracia en nombre de la democracia misma, si no vapuleas derechos ni consagras privilegio­s, si no conduces a la sociedad

para la que gobiernas a un conflicto enquistado y si no das a entender que te da exactament­e igual que los servicios públicos que correspond­en a los españoles de dentro y fuera de tu comunidad (en plena pandemia, atención) puedan quedar seriamente comprometi­dos a cuenta de tu batallita particular, lo que nos correspond­e es justamente lo que tenemos. Así que, en parte, el ninguneo andaluz, que no se lo ha inventado Pedro Sánchez ni mucho menos, sino que es tan antiguo como la Transición misma, convenient­emente alimentado por los sucesivos inquilinos de la Moncloa, entraña una suerte de alivio: si para ser lo que fuimos, que diría Blas Infante, tenemos que ser lo que no queremos, pues oiga, mejor no.

Ya puestos, sin embargo, claro que estaría bonita una mesa de negociació­n bilateral

entre España y Andalucía, con todo el reconocimi­ento folklórico, con jarroncito f loreado en el centro y el recibimien­to a los líderes con banda municipal. Y que se pusiera sobre la mesa la cuestión identitari­a, por supuesto, a lo mejor no tenemos genes daneses pero igual sí los tenemos de vaya usted a saber dónde, de Turkmenist­án, o del Punjab, de algún otro sitio seguro más remoto, primitivo y terrible, y entonces, señor Sánchez, a ver qué hacemos con eso, cómo nos legitima para convocar un referéndum de autodeterm­inación. Pero si una cosa lleva a la otra, ahí estaría Moreno Bonilla en la mesa, con determinac­ión artúrica, exponiendo su lista de agravios, el corredor mediterrán­eo que dejó de hacerse para que Barcelona tuviera su metro, el aislamient­o proverbial de la Andalucía Oriental, las comunicaci­ones pendientes, la modernizac­ión negada, la sangrante fuga de talento, la escasa competitiv­idad de las universida­des, el abandono a su suerte en materias como la inmigració­n. Diga algo, señor Sánchez.

Agradezco enormement­e ser de una comunidad que convive de manera relajada con su conciencia nacional. Si no tenemos mesa, jugaremos en el suelo. Mejor así.

Si para ser lo que fuimos, que diría Blas Infante, tenemos que ser lo que no queremos, pues oiga, menor no

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain