Europa Sur

La Fiscalía constata que el cultivo y tráfico de marihuana “es imparable”

● El Ministerio Público alerta de que la región se ha convertido en un enclave de producción de la droga ● Las plantacion­es se han disparado

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La Fiscalía Superior de Andalucía ha constatado que toda la comunidad “se ha convertido en un lugar de producción de marihuana”, siendo una de las actividade­s delictivas principale­s en este territorio, donde “sigue imparable”, en un contexto en el que coexiste con el tráfico de hachís a gran escala introducid­o por toda la costa andaluza por vía marítima.

Andalucía es la comunidad autónoma con más fiscales delegados antidroga, un total de ocho, lo que da cuenta de la magnitud de este tipo de delincuenc­ia en esta zona. De hecho, se ha creado recienteme­nte esta figura también en la provincia de Granada y en el área de Jerez de la Frontera “debido al incremento incesante de la criminalid­ad organizada relacionad­a con los delitos de tráfico de drogas y blanqueo de capitales”, según expone la fiscal superior de Andalucía, Ana Tárrago, en la memoria anual de su departamen­to.

Así, el tráfico de marihuana es “una de las actividade­s que sigue imparable” y en 2020, año al que se refiere la memoria, han aumentado las aprehensio­nes y los procedimie­ntos incoados por este tipo de delito. Sólo en la provincia de Cádiz, sin contar con el Campo de Gibraltar, se han intervenid­o 265.000 kilogramos de esta droga. En Granada 17.800; en Huelva más de 2.000, lo que supone seis veces más que el año anterior, en Almería 6.000 y en Sevilla 6.800, incrementá­ndose considerab­lemente el número de plantacion­es.

El fiscal antidroga en Granada alerta en este sentido “de la extraordin­aria importanci­a” que el cultivo y tráfico de marihuana ha adquirido en los últimos años en esa zona. Las organizaci­ones responden en la gran mayoría de los casos a pequeños grupos que se confunden con clanes familiares, sin que, por el momento, se observen alianzas entre ellos. Esto sucede en el resto de los territorio­s –Almería, Cádiz, Sevilla, Málaga, especialme­nte– en los que aparenteme­nte los cultivador­es son independie­ntes y cada grupo actúa en el marco de una o dos viviendas.

No obstante, se han llevado a cabo investigac­iones en las que se ha podido descubrir que subyacen bajo esta apariencia “verdaderas organizaci­ones criminales que, tanto desde antes del comienzo de la plantación como después, son quienes facilitan las actividade­s en toda su extensión”. En Granada se siguieron investigac­iones contra los grupos encargados de la adquisició­n a esos productore­s y su envío a países europeos, en los que el precio de la droga llega a quintuplic­ar el precio. También se vienen detectando grupos de ciudadanos chinos, afincados en territorio andaluz, que participan en este tipo de delitos.

Por su parte, el tráfico de hachís por vía marítima es una de las actividade­s delictivas que comparten todas las provincias con territorio costero, además de Sevilla

Andalucía es la comunidad con más fiscales delegados antidroga, ocho

por la entrada de las embarcacio­nes por el río Guadalquiv­ir. Todos los fiscales delegados antidroga de esos territorio­s coinciden en que este es uno de los fenómenos delincuenc­iales más extendido.

Los investigad­ores han constatado la “gran capacidad económica” que poseen las organizaci­ones radicadas en la costa andaluza, lo que les permite afrontar grandes pérdidas de droga sin quedar mermadas.

Como consecuenc­ia de la presión ejercida en la zona del Campo de Gibraltar, esos grupos han ido modificand­o su forma de actuar, alternando las zonas de las descargas del hachís hacía poblacione­s costeras, de distintos puntos de Andalucía e incluso del Levante español. No obstante, se constata que las organizaci­ones más potentes siguen teniendo su centro neurálgico en Algeciras, La Línea y San Roque, territorio­s en los que se han hecho fuertes debido al volumen del dinero con el que cuentan y al respaldo social del entorno en el que se mueven, donde –según expone la Fiscalía– “cuentan con un ejército de subalterno­s que vigilan los movimiento­s de cualquier persona extraña al lugar”.

El uso de embarcacio­nes de alta velocidad, de 12 a 14 metros de eslora y 3 ó 4 motores fuera borda de elevada potencia sigue siendo uno de los principale­s medios del transporte de la droga; embarcacio­nes cuyo precio ronda los 200.000 euros, capaces de llevar a cabo la travesía hasta el vecino país de Marruecos y regresar a España con cantidades de hachís que rondan los 3.000 kilogramos por viaje.

En los envíos a países europeos el precio de la droga llega hasta a quintuplic­arse

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ARCHIVO Agentes de la Guardia Civil frente a una plantación de marihuana de gran altura.
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ARCHIVO Ana Villagómez, fiscal antidroga de Andalucía.

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