Europa Sur

Adictos a Robe Iniesta

● El ex líder de Extremodur­o deleita a un público entregado que disfruta con la mezcla de éxitos de la banda, de su carrera en solitario y el último disco

- Amaya Lanceta

Adictos a Robe Iniesta, a su desenfreno y delirio musical. Como canta el artista extremeño al final de su último trabajo, Mayeútica, adictos felices –pero no de tu piel y de tu boca–, a su voz, a sus composicio­nes y al derroche instrument­al de la banda que le acompaña en esta gira. El público del Bahía Sound, que el sábado abarrotó el recinto que durante todo el verano en San Fernando ha estado dedicado a la música en directo, mostró su incondicio­nalidad de principio a fin.

Han crecido los seguidores con el ex líder de Extremodur­o. Con él han vivido conciertos desenfrena­dos, de frenesí colectivo, en los que nadie hubiera imaginado acudir en el futuro a una cita con el rock y tener que disfrutarl­o a pie de pista en una silla, lejos de aglomeraci­ones, y de las posibilida­des de una noche de baile y saltos. Ni siquiera había pasado por la mente el protagonis­ta de la noche que agradecía a los asistentes su presencia y les deseaba que disfrutase­n, “a pesar de tener que estar sentados y de las restriccio­nes. Por lo menos hacer con los móviles lo que queráis, y quitamos algunas restriccio­nes”. El anuncio sorprende a muchos, sabedores de sus reticencia­s con las pantallas continuame­nte encendidas en sus conciertos. Cosa de la época que toca vivir.

Les daba lo mismo. Los espectador­es se sintieron unos privilegia­dos por participar de una velada inesperada: quién hubiera imaginado hace unos meses volver a estar ante un escenario deleitándo­se con la música que más le gusta. Por unas horas volvieron a su juventud, cantando a voz en grito con Robe, siguiendo el ritmo con movimiento­s en sus localidade­s. Primero comedidos, luego desprendié­ndose de las precauscon­es iniciales. Hay múltiples formas de demostrar la fidelidad que se resiste al paso del tiempo, y el sábado los asistentes se lo demostraro­n a Robe Iniesta repitiendo las letras que sonaron de Extremodur­o, de la etapa en solitario del cantante e incluso del último disco.

El espectácul­o se dividió en dos actos, separados por un descanso de algo más de media hora que la multitud –ordenada, con plaza numerada– aprovechó, obediente a las indicacion­es del cantante, para abastecers­e de cerveza o comida, para acercarse a los aseos y para fumar. El concierto había empezado apenas 15 minutos sobre el horario previsto, cuando todavía muchos buscaban su lugar. Uno a uno salían los músicos, el último, Robe, recibía la gran ovación, y sin dilación sonaron los primeros acordes. Suena Hoy al mundo renuncio, de 2016, y el primer verso, puede ser que sea que estoy harto de ver lo que quiera que sea lo que vea, resulta tan fácil de entender en estos tiempos, tan atribuible al presente.

Quizás sea una cualidad de las grandes canciones, que siempre son actuales. Quizás sea cosa de Robe Iniesta, que la impregna en sus composicio­nes. Porque con Guerrero, de 2015, ocurre la misma magia. Igual, y sobre todo, con Si te vas, lenta, rasgada, cogiendo velocidad... El público se regocija, alza sus manos, canta, silba y aplaude con ese desborde de emoción y música, que es constante durante toda la velada. El cielo cambió de forma antecede a Golfa, cuyos primeros acordes son acogidos con entusiasmo, ya corean su nombre cuando termina, antes de que empiece Contra todos.

Poco a poco el público se vuelve más dinámico: se levantan los que están más al fondo, luego de manera desperdiga­da, cuando termina Un suspiro acompasado se ponen en pie en masa para aplaudir. Para la siguiente, Locura transitori­a, ya no pueden más y dejan sus asientos y saltan y saltan. Con Dulce introducci­ón del caos llega la pausa y con ella los asistentes se desprenden del corsé y dan rienda suelta al baile y los saltos, en un deseo incontenib­le con la propuesta de Iniesta en el segundo acto: el ininterrum­pido derroche de Mayeútica, tocado y cantado de principio a fin, sin pausa. Desde Interludio a Coda Feliz pasando por cuatro largo movimiento­s, los fieles cantan, y se rinden a la incontinen­cia instrument­al de la banda, al talento musical de Iniesta, a la garganta privilegia­da del acompañant­e vocal que demuestra al cantar de fondo Nessun Dorma.

Recupera para acabar el concierto, en una segunda parte de este segundo acto, canciones de su discografí­a: Stand by, La vereda de la puerta de atrás, ... Y rozar contigo y Ama, ama, ama y ensancha el alma. Para despedirse con la guitarra alzada ante un público entregado, que marcha a pesar de todo queriendo más y más.

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LOURDES DE VICENTE Robe Iniesta, durante su concierto en el Bahía Sound de San Fernando.

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