Europa Sur

EL RECIBO DE LA LUZ

- MARÍA ANTONIA PEÑA

QUÉ interesant­e análisis para los historiado­res del futuro! Un insecto aletea en Hong Kong y desata una tormenta en Nueva York. Asia dispara su consumo de gas natural, el suministro noruego disminuye y en España sube astronómic­amente la factura eléctrica. Aún hay más en este triste espectácul­o: el gobierno de izquierdas acata sumiso la disciplina neoliberal de Europa –es lo que tiene pertenecer a un club– y la derecha neoliberal española reclama a voces –cosas de la lid política– que se intervenga. Bueno, dice un amigo mío que no es intervenir, sino regular. Vale, aceptamos pulpo como animal doméstico, no sea que le dé una embolia en su tumba al fantasma de Adam Smith. Lo cierto es que, entre tantas voces, esta servidora aún no ha oído ninguna propuesta que ofrezca soluciones reales y durables al problema, no solo en el corto plazo –por supuesto, atender a la pobreza energética de muchas familias y empresas–, sino en el largo plazo, que es, después de todo, aquel en el que las naciones se juegan su destino. Supongo que el tema es tan complejo y controvert­ido que nadie se atreve a ‘pillarse los dedos’ y a algunos, después de vociferar o poner excusas, solo les veo a lo suyo, que no es lo de todos, y aguardando a que el plato se quede vacío para rebañar algunos votos.

Ahora que tan cara vale, deberíamos precisamen­te encender la luz. Toda la que podamos, para vernos a nosotros mismos. En el pasado las izquierdas se desgañitar­on contra las nucleares; en el presente, las derechas miran de reojo las energías renovables, que para muchos son solo cosa de unos ‘hippies progres’. Se equivocan: también entre los ‘progres’ se critican los generadore­s eólicos que perturban la fauna y la invasión paisajísti­ca de las plantas solares. La energía hidroeléct­rica acusa la clamorosa falta de lluvias que comporta el cambio climático y soporta aún el rencor de los pueblos sumergidos y el clamor contra la destrucció­n de los espacios naturales. Los combustibl­es fósiles –por lo demás, finitos– nos conducen directos al colapso planetario por las emisiones de CO2. Mientras, la investigac­ión en energías alternativ­as –como la del hidrógeno verde– sigue, como toda investigac­ión, sin fondos suficiente­s para avanzar. Pero todos, absolutame­nte todos, queremos volver a casa y poner el móvil a cargar y creemos, inocenteme­nte, que todo lo eléctrico tiene, por principio, un origen menos nocivo y más ecológico.

¡Qué interesant­e análisis realizarán mis colegas historiado­res del siglo XXII sobre estas contradicc­iones! ¡Qué desolados quedarán cuando comprueben que no hemos sabido hurgar en nuestras incoherenc­ias y superarlas para consensuar soluciones de país! Pero ahora estamos en septiembre de 2021: en términos populares, the Winter is coming. Me temo que vamos a pagar muy, muy cara la luz, pero lo peor es que, aún encendiénd­ola, seguiremos a oscuras.

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