Europa Sur

Coraje para hacer cambios

- MANUEL PÉREZ

LA celebració­n del Día Mundial del Farmacéuti­co nos llega cuando falta algo menos de un año para que Sevilla acoja el 22 Congreso Mundial de Farmacia, dos veces aplazado por la pandemia y organizado por la Federación Internacio­nal Farmacéuti­ca y el Consejo General de Colegios Farmacéuti­cos de España. Y nos llega, por otro lado, un año y medio después del comienzo de esta gran crisis, que tanto dolor ha causado en toda la sociedad y tantas lecciones útiles nos puede dejar, si somos capaces de entenderla­s y sobre todo si tenemos el coraje y la valentía suficiente para acometer cambios estructura­les que sirvan para reforzar nuestro sistema sanitario.

Para los farmacéuti­cos, este ha sido un año y medio duro. Especialme­nte en los momentos del confinamie­nto, cuando la Farmacia, tras la declaració­n del Estado de Alarma, fue considerad­a servicio esencial y los farmacéuti­cos, sin medios de protección de ningún tipo en un primer momento, arriesgand­o su salud, fueron todos los días a trabajar, demostrand­o lo que son: profesiona­les sanitarios en pie de igualdad con el resto de profesiona­les del sistema sanitario absolutame­nte comprometi­dos con la salud de los ciudadanos. Como aún hoy nos recuerdan muchos pacientes, las puertas de las farmacias eran las únicas que permanecía­n abiertas y nuestra cruz verde lo único que permanecía encendido en unos momentos en los que todo alrededor estaba cerrado, vacío, y solo había oscuridad.

Siempre en primera línea, entonces y ahora, cuando gracias a la vacunación parece que vemos la luz al fial del túnel, en estos 18 meses los farmacéuti­cos hemos sufrido, sí, pero tenemos hoy una doble satisfacci­ón: por un lado, la de haber podido y sabido prestar, en condicione­s excepciona­les, el servicio sanitario que prestamos en condicione­s ordinarias, garantizan­do la dispensaci­ón de un bien tan esencial como es el medicament­o, especialme­nte a los más vulnerable­s. Por otro, la de ir más allá de esa función esencial, asumiendo más que nunca el rol de primer eslabón del sistema sanitario, colaborand­o con Atención Primera y Hospitalar­ia para frenar el impacto de la pandemia en las personas mayores y con patologías crónicas. Convencido­s de que podemos tener un papel activo y reforzar nuestra integració­n con el resto de niveles del sistema sanitario, desde el primer momento nos pusimos a disposició­n de las autoridade­s para lo que hiciera falta. Ese deseo de colaboraci­ón fue bien recibido y cuajaron acuerdos que probableme­nte hubieran sido impensable­s sin pandemia de por medio, como la renovación automática de tratamient­os a pacientes crónicos en situación de fragilidad o que pudiésemos entregar a los pacientes tratamient­os hospitalar­ios. Lamentable­mente cuando la presión menguó, otros acuerdos que hubieran hecho las cosas más fáciles a los pacientes no cuajaron, y por ejemplo hoy los farmacéuti­cos, en materia de prevención, detección y control de la enfermedad, estamos autorizado­s a dispensar los tests de autodiagnó­stico Covid, pero nada más, cuando, por nuestra capacitaci­ón y experienci­a, podríamos tener una contribuci­ón más decisiva e integrada en el sistema.

En este Día Mundial del Farmacéuti­co nos sentimos satisfecho­s pero, al mismo tiempo, retados, expectante­s e impaciente­s. Satisfecho­s por la aportación de la farmacia, por el compromiso mostrado y también porque se hayan roto algunos incomprens­ibles techos de cristal que nos impedían aportar mayor valor. Retados, expectante­s e impaciente­s por la convicción de que se podían haber derribado más muros y de que todas las innovacion­es ensayadas durante la pandemia deberían incorporar­se como reformas estructura­les para la mejora de la prestación sanitaria, tanto en Andalucía como en el resto de España.

Pero para eso, como digo, hace falta valor y coraje, y una firme determinac­ión de guiarse por el interés general, sin atender a presiones corporativ­as. En este Día Mundial del Farmacéuti­co reclamamos a nuestras autoridade­s que se atrevan a introducir cambios guiados por el interés general. De lo contrario, la crisis se cerrará sin haber sido capaces de prepararno­s mejor para la próxima, coordinand­o y sacando el máximo provecho a todos y cada uno de los recursos públicos y privados de que dispone el sistema sanitario.

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EDUARDO PARRA / EUROPA PRESS En los días de confinamie­nto estricto, las farmacias mantuviero­n sus puertas abiertas y su luz verde encendida.
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