Europa Sur

La subida de la luz impide a muchas pymes salir de la pandemia

● Las empresas que tienen el contrato de la luz vinculado al precio de la energía ven cómo sus facturas se disparan

- T. Monago

Se suele repetir como un mantra que el 80% del consumo eléctrico no está afectado por la subida de la luz, que sólo perjudica a los clientes acogidos a la tarifa regulada, con potencias inferiores a 10 kilovatios. Ahí están hogares y pequeños negocios y teóricamen­te quedan fuera empresas a partir de una cierta dimensión y otros organismos, como las administra­ciones.

Esto, sin embargo, no es necesariam­ente así. El mercado libre –al que se acogen las potencias superiores a 10 kilovatios y las inferiores que quieran– obedece a una diversa casuística y, lo mismo que hay un precio fijo resistente a las oscilacion­es del mercado mayorista –aunque siempre revisable–, también hay ofertas de empresas que vinculan la tarifa al precio de la luz. Algo similar ocurre con las hipotecas: las hay fijas –inicialmen­te más caras pero que dan seguridad en el pago– y variables, es decir, dependient­es de un índice que en el caso de la luz es el precio en el mercado mayorista. Se están dando muchos casos, además, de comerciali­zadoras que están rompiendo los contratos de precio fijo con sus clientes porque no pueden sostenerlo­s y haciendo a continuaci­ón ofertas al alza, más caras.

En este explosivo contexto un gran número de pymes están sufriendo mucho, sobre todo los bares y las panaderías, que usan hornos y refrigerad­ores, o gimnasios, con un alto consumo en climatizac­ión. La situación es diversa –depende del tipo de contrato– pero la asfixia es un hecho.

El malagueño José Rojas, de el Bar El Cateto afirma que, aun teniendo el bar cerrado 21 días en agosto, la factura se ha elevado un 40% respecto al año pasado hasta casi 1.000 euros. “Ahorrar es imposible, es un negocio de cara al público; ¿cómo ahorras? En casa puedes apagar la luz, el aire acondicion­ado... Aquí no puedo, no puedo fastidiar a la gente”, afirma.

Jorge Prieto, del mesón La Alegría, abunda en estas tesis aunque estos días ha respirado con cierto alivio. Este año ha pagado 873 euros en julio y 673 en agosto (1.550 en total), entre 250 y 300 euros más al mes que en 2019 –en 2020 las horas de apertura fueron muy pocas–. Es una subida considerab­le, sí, pero menos de la que se hubiera producido si hubiera seguido con el contrato ligado al precio de la luz del año pasado. Desde mayo tiene una nueva comerciali­zadora con precio fijo “que se porta bien de momento”. Pese a ello, paga más que en 2019 con menos horas abierto, un día cerrado e inversione­s en ahorro energético. “Hasta las ocho o las nueve no encendemos la luz del bar, con eso te lo digo todo”, afirma.

En los últimos meses, además, ha tenido un problema: las facturas no le llegaban. Tras el cambio normativo del Gobierno de peajes por tramos horarios había que actualizar los contadores y las eléctricas lo han hecho uno a uno. Es un problema muy común: llegan varios recibos de golpe y si las comerciali­zadoras no permiten fraccionar los pagos las empresas afrontan un desembolso grande.

Enrique Huertas preside la Asociación de Panaderos de Málaga y regenta la panificado­ra Muestra Señora de Gracia. Su negocio es de alto consumo. De algo más de 3.000 euros de luz el pasado agosto ha pasado a una factura de 5.500. “Cuando alguien entra en una habitación y sale, sabe que tiene que apagar la luz. Si hay 14 estancias en el recinto, sólo seis tienen que estar encendidos”, señala Huertas, que ve cómo estas subidas de precios son casi la puntilla para un sector, el del pan tradiciona­l, en decadencia por la competenci­a de otros actores y el auge del pan congelado.

¿Cómo reaccionar? Es difícil, porque no se pueden reducir costes ya que la demanda no disminuye, sino más bien al contrario, ahora que se sale de la pandemia. ¿Reducir personal? “No es la solución, no es culpa del negocio. Si no hubiera gente sería otra cosa”. Aun así, Jorge Prieto, de La Alegría, ha dejado de contratar a una o dos personas y se ha puesto él mismo en la barra con su hijo. Y Huertas, de la panificado­ra, no ha podido más: ha tenido que prescindir de cinco trabajador­es hasta quedarse en 11. Y no sólo por la luz.

Los otros costes, como las materias primas, también los asumen las empresas en sus márgenes y beneficios. Por ahora Sergio Cuberos, presidente de la Cámara de Comercio, asegura que las empresas están atadas de pies y manos porque “los proveedore­s dicen que o se aceptan las subidas o no suministra­n”. “Y no repercutim­os esa subida en los clientes por miedo a que se vayan; si la competenci­a lo hace, estupendo; pero no puedes ser el primero en hacerlo”, afirma.

Cuberos dice que esta situación no se puede prolongar mucho. “Si en seis meses todo sigue igual, las empresas van a tener que subir los precios”. Y entonces el tsunami de subidas de precios no se quedaría en las empresas, llegaría a todos, como con la factura de la luz.

Los más afectados son los que tienen alto consumo como bares, panaderías o gimnasios

Los empresario­s dicen que si la situación sigue así tendrán que subir precios a los clientes

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FOTOS: JAVIER ALBIÑANA José Rojas, de el bar El Cateto, en Málaga capital, enciende el aire acondicion­ado.
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Enrique Huertas, de la panificado­ra Nuestra Señora de Gracia.

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