Europa Sur

La tarde era del tercer hombre

● Roca Rey, con su arrimón en el último, impidió que Miguel Ángel Perera fuese el único triunfador ● El Juli pudo cortar oreja en el primero y se estrelló con un manso sin opciones

- LUIS CARLOS PERIS

CORRIDA de expectació­n en plena resaca de la mágica tarde anterior y con el recital de Juan Ortega con el capote ya en el apartado de hechos inolvidabl­es. Llegaba la apetecida corrida que Justo Hernández lidia con el nombre de Garcigrand­e, esa divisa que, temporada tras temporada, suele pedir El Juli. Era, además, un duelo de titanes, dos toreros que mandan en el toreo y que no suelen dejarse nada atrás. El Juli y ese gallo andino que atiende por Andrés Roca Rey y que, con alma de tejón, no se deja ganar la pelea por nadie. Como tercer hombre, un extremeño de toreo seco y rotundo que suele triunfar en todas partes y que estuvo en un tris de convertirs­e en triunfador único de la corrida.

La decepción de los toros de Garcigrand­e empezó pronto, no más abrirse el portón de los sustos. Blandea de salida y ya picado, en banderilla­s, se derrumba y sale el pañuelo verde. Premonició­n nefasta y era el primero de los muchos cinqueños que había en los corrales. El toro que lo sustituye se llama Bonito, pero no hace honor a su nombre. El

Juli, que es un especialis­ta en esta ganadería, y en casi todas, lo recibe con mucho lucimiento capotero, destacando una media verónica soberana. Lo enseña a embestir y se acopla en una faena en la que aprovecha la buena condición del pitón derecho. Lo mata de estocada fulminante en ese su estilo de pasar antes de clavar y esa pudo ser la causa de que la plaza no se entregara en la petición de oreja.

En el cuarto hizo lo que pudo y como el que da lo que tiene no está obligado a más, pues nada puede exigírsele. El toro era una acémila que no llevaba ni una gota de bravura en su sangre. El Juli lo intentó todo, pero pronto se dio cuenta de que no daba agua ese pozo. Fue por la espada y tardó en despenarlo más de lo habitual en él. La Maestranza, una de sus plazas, guardó un espeso silencio y el comentario era el de cómo sería el de Garcigrand­e para que El Juli no dialogara con él.

Miguel Ángel Perera estuvo rozando la Puerta del Príncipe desde que salió. Desde su recibo con lances a pies juntos hasta que el quinto rodó, el extremeño estuvo a pique de un repique. Brindó los dos toros a la plaza, señal inequívoca, aunque extraña, de que iba a por todas. Sometiendo mucho al toro y alargando el muletazo, Perera fue adueñándos­e de la situación, llegando al clímax en esos circulares en que él nunca deja de ser el centro del dibujo. Se le fue la mano al matar, la espada cayó más de la cuenta y se le esfumó la oreja. En el quinto recitó una versión corregida y aumentada con el inicio fantástico de unas verónicas formidable­s para seguir con chicuelina­s y tijerillas espectacul­ares. Tras su nuevo brindis, Perera en estado puro , desde el toreo en redondo de rodillas hasta los muletazos largos y rotundos. Esta vez mató de una estocada en todo lo alto para ganar la oreja que iba buscando desde el principio.

Roca Rey se topó en primer lugar con un toro soso y con poca fuerza ante el que apenas pudo darle un pase. Y eso que había conectado pronto con el tendido, pero no había nada que hacer y como cuando uno no quiere, dos no pelean... Pero raro es que Roca se vaya de la plaza con el esportón vacío. Le brindó a Rocío de la Cámara y, aunque el toro no humilla, surge pronto el diálogo para que el éxito llegue. Final con ese ojedismo que tan alto lo tiene, estoconazo al encuentro, una oreja y revalidado su cartel en Sevilla. La tarde iba de lleno para el tercer hombre, pero estando por medio Andrés Roca Rey...

Sólo dos toros salvaron el prestigio de la muy solicitada ganadería charra de Garcigrand­e

 ?? JOSÉ ÁNGEL GARCÍA ?? Miguel Ángel Perera somete con su podero toreo en redondo a “Gerifalte”, un buen toro de Garcigrand­e al que el extremeño le cortó una oreja.
JOSÉ ÁNGEL GARCÍA Miguel Ángel Perera somete con su podero toreo en redondo a “Gerifalte”, un buen toro de Garcigrand­e al que el extremeño le cortó una oreja.
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