Dolor, angustia, tristeza y... vergüenza por pedir ayuda
Un batallón de psicólogos, en torno a un centenar, trata de combatir el dolor, la angustia, la tristeza, la rabia y el miedo de quienes lo han perdido todo bajo la lava; sentimientos a los que se suma la vergüenza por tener que pedir o recibir ayuda. Esta situación de vulnerabilidad y dependencia de la solidaridad ajena “les puede generar culpa”, señala Felipe Lagarejo, especialista del Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Catástrofes (GIPEC) que atiende a los damnificados en La Palma. Son una treintena, además de otros 60 que brindan asistencia psicológica por teléfono, detalla el Colegio Oficial de Psicología de la provincia de Santa Cruz de Tenerife, que coordina el operativo.
Lagarejo indica que la gestión de ese sentimiento de vergüenza es “un trabajo añadido” que deben realizar los psicólogos en su intervención, “porque tenemos que trasladarles que no es su responsabilidad”.
El Colegio Oficial de Psicología recalca que su labor es “vital” para las personas que sufren un acontecimiento extraordinario inesperado y traumático, como lo es la erupción del volcán en la isla de La Palma. “Estamos viendo personas en shock al perder sus hogares, enseres y recuerdos de toda una vida, por lo que es necesario intervenir ante el estrés y el sufrimiento por la pérdida, y para evitar la que podría ser la peor de las consecuencias: el estrés postraumático”, subraya.
Los especialistas están comprobando sobre el terreno “altos niveles de angustia y estrés” en afectados directos, lo que puede ocurrir también entre el personal de las emergencias, bomberos, sanitarios, fuerzas y cuerpos de seguridad, y entre sus familiares.
La coordinadora provincial del GIPEC, Cristina García, señala que las reacciones son dicotómicas: “Unos comen mucho y otros nada; unos que lo ven de forma más pesimista y negativa y otros que hacen uso de la resiliencia. Pero en general, pocas personas necesitarán ir a terapia”, pronostica.