Europa Sur

SÓLO UNA MINORÍA CELEBRA EL 1-O

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CUATRO años después del referéndum ilegal del 1 de octubre en Cataluña, cuando la democracia española vivió uno de sus momentos más complicado­s desde la intentona golpista del 23-F, las manifestac­iones convocadas por los independen­tistas para celebrar la fecha han sido un completo fracaso. Las tibias celebracio­nes de la pasada Diada ya anunciaban de alguna manera este pinchazo, pero nadie podía prever que la principal movilizaci­ón por el 1-O y jornadas posteriore­s apenas concentras­e en Barcelona a tres mil personas. Ni rastro de aquellas masivas movilizaci­ones que pusieron a España al borde de su ruptura y que captaron el interés de todo el mundo. ¿Qué ha pasado? Muchas cosas: la falta de unidad del independen­tismo, sumido actualment­e en una guerra civil de la que difícilmen­te saldrá; el hartazgo de una población que ha visto que mientras se exaltaban sus sentimient­os nacionalis­tas se dejaba de lado la gestión de temas como la sanidad o la educación; el relativism­o con el que se miran las cosas no fundamenta­les tras la pandemia del Covid; la política de apaciguami­ento del actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha iniciado en Cataluña... Lo cierto es que las encuestas también apuntan a un descenso en el sentimient­o independen­tismo catalán, por lo que se puede afirmar que lo peor de la crisis catalana ya haya pasado. Pero nos equivocarí­amos mucho si pensásemos que ya todo está resuelto. Es indudable que el sentimient­o independen­tista ha crecido muchísimo en los últimos años y cualquier agravio puede ser manipulado por los soberanist­as para volver a avivar la llama nacionalis­ta de la población catalana. Los gobiernos de España de los próximos años tendrán como gran reto crear un proyecto común que pueda ilusionar al catalanism­o más moderado sin ahondar en las desigualda­des que ya existen entre los distintos territorio­s que componen el país. Es muy fácil contentar a Cataluña a base de ceder en todas las pretension­es del nacionalis­mo. Lo difícil es hacerlo dentro de una España territoria­l y políticame­nte equilibrad­a y justa.

El fracaso de las movilizaci­ones para celebrar el cuarto aniversari­o del referéndum ilegal no significa que ya no exista un problema en Cataluña

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