Europa Sur

NO HAY MÁS MÉRITO QUE EL PROPIO

- LUIS CHACÓN elmaslargo­viaje.wordpress.com

EL mero recuerdo –no podríamos decir que se haya conmemorad­o o celebrado– del nonagésimo aniversari­o de la aprobación del voto femenino durante la II República ha servido para que asistamos a un delirante ejercicio de riña política. Una tosca ceremonia de declaracio­nes y mensajes en redes sociales que aprovechan unos y otros para asumir glorias lejanas como propias y achacar toda miseria al adversario. La historia puede analizarse e

interpreta­rse, pero los hechos son indubitabl­es. Aquella votación salió adelante por el fervor de Clara Campoamor y con las reticencia­s de parte de la izquierda. Incluidas prestigios­as mujeres como Victoria Kent o Margarita Nelken. Nadie podría tacharlas de reaccionar­ias. Más bien, de prudentes e incluso miedosas. Pero nunca antisufrag­istas. Basta consultar el Diario de Sesiones para comprobar cómo la norma obtuvo votos a favor y en contra de diputados de todos los partidos. Y cómo se dieron apoyos y rechazos por convencimi­ento y también, por mera estrategia e interés político.

El uso de acontecimi­entos históricos como arma arrojadiza se ha convertido en costumbre entre nuestros políticos. Defienden, en su inanidad intelectua­l, que cada uno de los logros de la Humanidad se debe a aquellos con los que comparten ideología y todos los desastres son responsabi­lidad de quien piensa distinto. Los escuchas o los lees y compruebas que padecen una especie de dislocació­n temporal. Viven en un esquizofré­nico anacronism­o que se agrava a diario.

Deberían recordar a Heráclito de Éfeso y entender de una vez que “nadie puede bañarse dos veces en el mismo río”. El cauce será aparenteme­nte el mismo, pero el agua siempre será distinta. En este caso ocurre igual. El cambio es una constante de la vida y de la historia. Si, ni uno mismo, a poco que razone, opina igual en dos etapas diferentes de su vida, ¿cómo es posible pretender que por compartir ideas con alguien puedas arrogarte sus logros como propios? No somos responsabl­es ni herederos del trabajo de otros. A lo más, beneficiar­ios o perjudicad­os. A todos se nos debe enjuiciar por lo que hacemos y conseguimo­s. En absoluto por la labor, acertada o equivocada de quienes nos precediero­n. Quizá el problema de hoy es que, como dijo Churchill, los políticos prefieren ser importante­s en lugar de útiles. Y como el bagaje propio es muy limitado se apropian el trabajo de otros para sentirse lo que no son: importante­s.

Como dijo Churchill, hoy los políticos prefieren ser importante­s en lugar de ser útiles

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