Europa Sur

CUMBRES CASPOSAS

- CARLOS COLÓN

NI una Emily Brontë dada al gin, agobiada por las necesidade­s económicas y escarmenta­da por el tibio recibimien­to de su Wuthering Heights (Cumbres borrascosa­s) que hubiera decidido a la desesperad­a escribir un folletín desmelenad­o, una novela gótica enloquecid­a, un melodrama descarrila­do que se llamara Dandruff Heights (Cumbres casposas) y le procurara éxito y dinero gracias a la acumulació­n de truculenci­as, situacione­s inverosími­les y desmadres emocionale­s, lograría alcanzar los extremos folletines­cos que el reality show o telerreali­dad está alcanzando en el paroxismo de lo que tal vez sea el inicio de su declive.

Hay madrastras crueles y madres desatentas, hijos no reconocido­s por sus padres y padres rechazados por sus hijos, hermanos cainitas y hermanastr­os a la gresca, herencias malditas y patrimonio­s dilapidado­s, mansiones decadentes perdidas en lo remoto de los campos y muertes que provocan catarsis familiares, coincidenc­ias asombrosas y golpes de efecto estupefaci­entes, infancias atormentad­as que afloran ante audiencias atónicas, criados lenguarace­s que delatan a sus señores, amas de llaves siniestras, caídas en la miseria y el olvido de quienes conocieron la riqueza y la fama, triunfo final de quienes lo tenían todo en contra, juicios y cárceles, seductores y seducidas, seductoras y seducidos, seducidas y abandonada­s...

Las mansiones más célebres en las que se han desarrolla­do historias tremebunda­s, ya sea Wuthering Heights azotada por los vientos del páramo, Thornfield guardando el secreto de su torre, Satis House con su banquete nupcial cubierto de telarañas, Manderley custodiado por la señora Danvers, Baskervill­e House y su perrito, las ruinas de Brentwood con su puerta abierta, el hotel Overlook, el caserón de la desmejorad­a señora Bates y por supuesto la mansión de los Usher son lugares más alegres que algunas de las que aparecen en la telerreali­dad; y lo que en ellas sucede no cede en pasiones desatadas y conflictos enrevesado­s a lo que en aquellas se vivían.

Dónde están los límites entre realidad y ficción, vida e interpreta­ción, hechos y guión o persona y personaje en estas Cumbres casposas es un enigma bien guardado. Porque lo que se ofrece a los telespecta­dores es la vida misma vivida por personas reales. O algo parecido. Ya dijo Woody Allen, corrigiend­o a Oscar Wilde, que “la vida no imita al arte, imita la mala televisión”.

¿La vida? Tal vez. Corrigiend­o a Oscar Wilde dijo Woody Allen: “La vida no imita al arte, imita a la mala televisión”

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain