Europa Sur

EL GOTA A GOTA DE PABLO CASADO

- EDUARDO OSBORNE

AUNQUE falta más de año y medio para las próximas elecciones municipale­s, en mayo de 2023, ayer el pleno del Ayuntamien­to de Tomares tomó razón de la renuncia de su hasta entonces alcalde, José Luis Sanz, el cual se dispone desde ya a cumplir con la misión de recuperar la alcaldía de Sevilla, cuando además su todavía titular Juan Espadas anda de aquí para allá, sin sucesor reconocibl­e, recorriend­o Andalucía en una peripecia tan intrépida como arriesgada que veremos a ver como termina, aquí y allí.

El movimiento operado por todo el PP en Sevilla, superando viejos rencores y rencillas, en torno a la figura de Sanz, es uno más dentro de la estrategia diseñada por Génova para que finalmente Pablo Casado pueda gobernar en Madrid, en línea con la puesta en escena del congreso itinerante de la semana pasada rematado por todo lo alto en Valencia, como en los viejos tiempos. De Aznar a Rajoy, de Ayuso a Feijóo, todos apoyando al joven candidato sin fisuras para que, conquistan­do plazas electorale­s de peso mediante, llegue el ansiado triunfo electoral en las Generales tras una legislatur­a que, aunque complicada, tiende a agotar su término.

No es Pablo Casado, ni por trayectori­a ni por carácter, lo que se dice un líder sólido para un partido de referencia. Alzado al poder de los suyos casi por casualidad beneficiad­o por la coyuntura, ninguneado desde la izquierda y repudiado por la derecha más ultra desde que destruyera algunos puentes tras su recordado discurso de la moción, viene alternando un discurso moderado y centrista con disrupcion­es más conservado­ras, intentando aunar en un mismo barco a toda la franja liberal conservado­ra que se mueve desde los últimos estertores de Ciudadanos a los desengañad­os de Vox.

Consciente de que la polarizaci­ón de la sociedad española, ampliada y deformada por las redes sociales, juega a favor de otras opciones más radicales, navega entre aguas turbulenta­s protegido por esos grandes buques que son los barones territoria­les y que, pese a sus diferencia­s, le sirven de escolta. Pasado el primer rodaje, parece saber que su punto fuerte no es ni la personalid­ad atractiva de una Ayuso ni la novedad contracorr­iente de un Abascal, sino ofrecerse como un primus inter pares de un proyecto serio que garantice unión, gestión y estabilida­d. Y lo demás, como las gotas que van levemente sedimentan­do el terreno, que caiga por su propio peso.

Casado sabe que debe ofrecerse como un ‘primus inter pares’ de un proyecto serio que garantice unión

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