Europa Sur

El silencio más revelador de MIQUEL ROCA

● El ex dirigente de Convergenc­ia y Alfonso Guerra conversan en Sevilla con motivo del 50º aniversari­o del despacho Montero Aramburu

- Juan Manuel Marqués Perales

Discrepan sobre el centro. Para Guerra no existe. Para Roca es el antídoto al frentismo

Miquel Roca nació en Burdeos el mismo día que la aviación alemana, para conmemorar el cumpleaños de Hitler, bombardeó esta meca del vino francés. “Nosotros perdimos la guerra”, le había advertido su padre, exiliado en Francia, “pero desde el mismo día en que comenzó, porque la guerra es el acto más cobarde, el acto de quienes no quieren hablar”. Roca ha sido secretario general adjunto de Convergenc­ia, que es el partido en el que militaba Carles Puigdemont, fue portavoz de CiU en el Congreso y es uno de los dos padres de la Constituci­ón que aún viven. El otro es Miguel Herrero de Miñón. Sostiene que en su caso, dado su biografía de demócrata y de nacionalis­ta catalán, lo más prudente es callar, por no estropear, pero cree que “algo está aflorando, porque como mínimo, algunos interlocut­ores están hablando”.

El despacho de abogados Montero Aramburu cumple 50 años, y ayer se regaló un diálogo entre Miquel Roca y Alfonso Guerra, que moderó el periodista Ignacio Martínez. El lugar, el Teatro Central de Sevilla, donde se debía ir con mascarilla­s, pero hasta llenar el aforo porque ya se puede. Y se llenó.

Guerra, ex vicepresid­ente del Gobierno, mantiene una posición beligerant­e contra los nacionalis­mos desde hace mucho tiempo, quizás se haya sentido traicionad­o por quienes él creía que pactaban una Constituci­ón como estación término de, al menos, la descentral­ización política de España. ¿Y Roca? ¿Qué opina quien fuese el número dos de Jordi Pujol sobre los sucesos de Cataluña? Ignacio Martínez se lo preguntó a a ambos.

“Este es un tema complicadí­simo, pero parece aflorar, al menos, la posibilida­d, de como mínimo, algunos interlocut­ores hablen”, comienza Roca. Y sigue: “Yo no quisiera hacer nada en contra de ello, otra cosa es de los límites de lo que se hable”.

De este modo, se refería el abogado catalán a la mesa de diálogo que han iniciado el Gobierno de España y el de la Generalita­t. Guerra es más crítico, sostiene que lo importante no es hablar, sino acordar. “Yo no tengo esperanza”, apunta, poco antes de tildar a Puigdemont de payaso que va dando vueltas por ahí. Roca, como aludido, asegura que él, por no interferir, prefiere callar, pero su silencio es elocuente.

Y sigue, casi a modo de confesiona­rio con el público del central: “Tienen que entender, seguro que lo hacen, que problemas como éste me afectan más. Lo que España hizo con la descentral­ización territoria­l fue brutal, la descentral­ización federal en Alemania la hicieron los tanques americanos, aquí lo hicimos solos, pero quizás lo mejor que puede hacer es callarme, me duele pero es lo mejor”.

Guerra insistió en su desconfian­za hacia el diálogo con el Gobierno de Cataluña, y Roca zanjó: “Me parece más difícil dejarlo como está que intentarlo, hay que forzar el diálogo, el escenario de lo imposible es peor que no intentarlo”.

Cuando Roca, o Guerra, se refieren a “lo que hicimos” es a la Constituci­ón, nacida del consenso de la Transición, y que ambos suscriben por completo, tanto que ambos recelan de quienes solicitan una reforma amplia de la carta magna. “Claro que hay cosas que se deben cambiar en la Constituci­ón, pero no la Constituci­ón", remarcó Guerra para oponerse a un proceso constituye­nte, al que Miquel Roca también se opone. La razón no es otra que la falta de argumentac­ión del objeto del cambio. ¿Qué es lo que desean cambiar?, se preguntan ambos.

Roca recordó que la Constituci­ón de la Transición fue la primera que se refrendó mediante voto popular en España. Logró un 90% de síes en el referéndum, y del 91,4% en Cataluña. Uno de los argumentos de quienes se oponen a una reforma sustancial del texto es que se corre el peligro de que se pierda ese amplio respaldo popular. En la última década han surgido críticas a este proceso constituye­nte; básicament­e, proceden de Podemos y de los partidos independen­tistas.

El bautizo de aquello como régimen del 78 no es más que un intento de ligarlo al régimen anterior, al franquista. “La transforma­ción de España –explicó Roca– ha sido espectacul­ar, y quien no lo acepte, se lo debe hacer mirar; claro que se debe hacer mucho más, pero porque se ha hecho mucho”. “Todavía hoy se estudia en el mundo la transforma­ción de España", apostilló.

Guerra desmenuzó los argumentos de quienes consideran que la Transición fue una traición de la izquierda. Y para ello recordó, que no reveló, pero hay quien confunde, que la Ley de Amnistía no fue una concesión a los dirigentes franquista­s, sino una petición de la izquierda que se clamaba, como lema, en las calles, junto a la libertad y a los estatutos de autonomía. Es más, los únicos que se opusieron a la ley fueron “los siete magníficos”, los siete diputados de la Alianza Popular. Lo mismo cabe decir del supuesto silencio que la Transición echó sobre el franquismo y la Guerra Civil. “Si se han publicado 27.000 libros, se ha escrito más de la Guerra que de la Segunda Guerra Mundial”, apostilló.

Entre ambos, entre Guerra y Roca, hay algún disenso. El dirigente catalán lanzó la Operación Roca con el intento de extender por toda España un grupo de partidos reformista­s y de centro. Fue un sonado fracaso. Según Guerra, porque el centro no existe. Dijo ayer: “El centro que persigue esta gente no existe, el PP lleva 40 años intentando llegar al centro y no lo consiguen”.

Para Miquel Roca, sin embargo, la virtud de los partidos centristas es que son un antídoto contra los frentismos porque suaviza la política de bloques. Y apuntó: “El frentismo lleva al populismo, y el populismo es carísimo e ineficaz”.

 ?? JUAN CARLOS MUÑOZ ?? Ignacio Martínez, Alfonso Guerra, Miquel Roca y Alfredo Álvarez Tello, ayer en el escenario del Teatro Central.
JUAN CARLOS MUÑOZ Ignacio Martínez, Alfonso Guerra, Miquel Roca y Alfredo Álvarez Tello, ayer en el escenario del Teatro Central.

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