Europa Sur

TINA TURNER Y LA LLUVIA

- MIKEL LEJARZA

AQUELLA tarde en que llovió, Marisa y Fernando decidieron matar el tiempo pidiendose cosas imposibles. Inició el juego ella, y puesto que su compañero se ganaba la vida como periodista especializ­ado en política, le provocó solicitánd­ole que escribiera un artículo a modo de crónica semanal de la actualidad nacional, sin mencionar a Isabel Diaz Ayuso.

¡Imposible!, me doy por vencido, contestó iracundo Fernando. Yo pensaba pedirte un equipo titular de la selección española de fútbol que fuera capaz de contentar a todos, pero indudablem­ente tu petición es mucho más complicada, añadió claudicand­o.

Marisa decidió echarle un capote. Seguro que es posible hacerlo, le animó y continuó: España es mucho más que Madrid y sus cenáculos. No todos vivimos en torno a un río escaso de agua, ni pasamos horas esperando a que el atasco amaine; somos más los que tenemos el mar cerca y la montaña repleta de árboles en vez de con urbanizaci­ones. No en todos los lugares los egos son más grandes

Podríamos ir a Madrid, propuso Marisa, creo que han estrenado un montón de musicales

que las realidades y los competidor­es se hacen pasar por compañeros. Hay muchos que vivimos rodeados de amigos y no sólo de conocidos. Madrid no es así, la interrumpi­ó Fernando. Es una ciudad pujante, abierta, donde hay de todo y donde todo el mundo es bien recibido. Y lo que más me gusta de ella es que nunca es aburrida y siempre ofrece algo nuevo a quienes la visitan o habitan.

Cierto, intervino Marisa. Pero últimament­e parece haber surgido entre muchos de sus habitantes un tono a lo “Partido Nacionalis­ta Madrileño “, probableme­nte como reacción ante los excesos de otros nacionalis­mos trasnochad­os, pero que más que por jesuitas o franciscan­os parece inf luenciado por la ultraderec­ha más rancia.

Y así siguieron pasando la tarde. Marisa era votante de izquierdas y Fernando era un escéptico que se identifica­ba más con el centro derecha… alemán. Ambos se preguntaro­n por qué no era posible pactar entre los partidos españoles. Tras varios cafés, se dieron cuenta de que en breve tendrían un puente y se preguntaro­n por qué hacer en él. Podríamos ir a Madrid, propuso entusiasma­da Marisa, creo que han estrenado un montón de nuevos musicales. Hecho, contestó alborozado Fernando, pero yo quiero ir al de Tina Turner. Leí en una entrevista que a la Ayuso le había encantado y para El Rey León seguro que no hay entradas. A su vuelta, me dijeron que se lo habían pasado muy bien. Y, además, les hizo buen tiempo.

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