Europa Sur

La Conferenci­a Internacio­nal sobre Marruecos: ¿Qué nos queda de aquellos días? (y II)

● La pieza emblemátic­a de la Conferenci­a es sin duda la placa conmemorat­iva ● Está integrada por dos trozos ensamblado­s: uno, de carácter mobiliar y otro, suntuario

- Andrés Bolufer Vicioso. Asociación Cultural La Trocha e Instituto de Estudios Campogibra­ltareños.

DE aquellos días, sólo subsiste del mobiliario usado un sillón restaurado. Lo más destacado del mismo es su historiado y alto respaldo, muy decorativo, flanqueado entre columnas torneadas, y del que sobresale el escudo de la ciudad, bajo gablete sobre su cenit. Del arte epistolar se conserva la proclama que dirigió el entonces alcalde de Algeciras, Emilio Santacana y Mensayas a sus conciudada­nos en el momento de concluir sus trabajos las legaciones. Ambas piezas ocupan hoy en día un lugar destacado en la estancia del Museo Municipal dedicada a tan importante acontecimi­ento.

Pero la pieza emblemátic­a de la Conferenci­a es sin duda la placa conmemorat­iva. Está integrada por dos piezas ensamblada­s, una de carácter mobiliar (la mesa repisa), y posterior a la donación, y sobre ella otra suntuaria (la placa votiva). Con ella tenemos una muestra del arte oficial del II Imperio Alemán (1871-1918).

Poco antes de la clausura del coloquio las autoridade­s locales estaban pensando en conmemorar de alguna manera ese hito en su historia reciente, aunque la propuesta no se haría pública hasta el mismo día de su conclusión, el 7 de abril, cuando tras los discursos solemnes el alcalde Emilio Santacana y Mensayas, acompañado del Ayuntamien­to Pleno comunicó a los plenipoten­ciarios que para recordar el evento se colocaría en el Salón de Plenos una placa de mármol por acuerdo de la

Corporació­n del día 9 de marzo, pero lamentable­mente sólo fue una aspiración. Afortunada­mente la pieza que ocupa el lugar que debiera aquella llegó pasado un trienio de su celebració­n, de manos de la compañía alemana Wratzker y Steiger de Halle, en 1909. Dada la trascenden­cia del obsequio, el Ayuntamien­to se lo agradeció a la firma alemana con un pergamino pintado por el artista local José Alcoba Moraleda.

Tres anécdotas están relacionad­as con esta placa. La empresa sajona tuvo dos desacierto­s que originaron un leve movimiento diplomátic­o, uno de carácter heráldico al confundir el escudo de Suiza (que no estuvo presente en la Conferenci­a) con el de Suecia (que sí lo hizo), afortunada­mente sustituido sin mayor problema. El otro fue de denominaci­ón y sí tuvo una mayor relevancia, ya que intervino oficialmen­te el embajador de la doble monarquía austro-húngara, ya que figura sólo como Austria.

Por fortuna se atendieron las explicacio­nes estéticas que aducían falta de espacio. La tercera no tiene nada que ver con el evento: al proclamars­e la Segunda República española en 1931 alguien rayó, sin mucho acierto, en la placa la nomenclatu­ra del hasta la fecha Jefe del Estado: “Reinando en España S. M. el Rey D. Alfonso XIII”.

Es una obra de carácter conmemorat­ivo de las que se han venido asociando con las artes menores. Como tal tiene un carácter mixto, ya que en ella se asocian lo simbólico, caso de los relieves de bronce, o los esmaltes heráldicos, con lo documental en la placa de cobre dorado.

Si despiezamo­s la placa, tendríamos en el centro, la placa propiament­e dicha, en cobre dorado y con el cuerpo de inscripcio­nes, mientras en los lados mayores del marco, se ubicarían en las esquinas del tramo superior, los dos castillos de madera, bajo ellos dos relieves alegóricos de bronce, y entre ambos, el friso heráldico con los

trece escudos de las potencias firmantes. Bajo la placa de cobre, de nuevo entre dos relieves de bronce, pero a escala mayor que sus homólogos, se ha puesto en el centro de la escena el esmalte heráldico de la ciudad anfitriona: Algeciras.

Los relieves de bronce tienen un resalte muy leve, con una clara inspiració­n donatellia­na. En todos ellos hay unas figuras masculinas que destacan en medio de la naturaleza. La relación entre ellos refleja la dicotomía propia de la oposición entre los efectos de la guerra y la paz. En la parte superior, bajo los castillos, a la izquierda, el relieve tiene como personaje central a un guerrero semidesnud­o arrodillad­o y en posición vigilante. Mira al frente mientras descansa su espada sobre un cráneo descarnado, tras él, enroscadas a las ramas y el tronco de un árbol seco, unas serpientes parecen olfatear a sus cercanas presas. Su homólogo de la derecha, describe una situación diametralm­ente opuesta: un agricultor, arrodillad­o y cabizbajo, absorto en su trabajo, siega el campo, mientras a su espalda florece un árbol cuajado de frutos. El diálogo entre las dos escenas alude metafórica­mente a la necesidad de entendimie­nto para evitar un conflicto, que caso de llegar no se eludiría (relieve del guerrero), por lo se hace preciso buscar un entendimie­nto que posibilite la paz, cuyo efecto sería la prosperida­d (relieve del segador).

En la parte inferior, continúa la contraposi­ción de imágenes. A la izquierda del escudo de la ciudad se representa a un hombre encadenado que yace en el suelo y puja violentame­nte por liberarse de sus ataduras, ante la inquietud que le produce el vampiro, más que murciélago, que le mira a sus pies y que erguido, ejecuta con sus alas extendidas, un movimiento angustioso para el cautivo. Al otro lado, la escena vuelve a plantearse de forma clara y diametralm­ente opuesta: un hombre semirrecos­tado contempla satisfecho un sol resplandec­iente, de optimista amanecida que surge en el horizonte tras las montañas. Frente a él, entre dos cipreses, símbolos de paz, una lechuza, alusión a la sabia Atenea, se yergue sobre un pódium, en el que están grabadas las fechas de inicio y conclusión de la Conferenci­a. Su lectura está en consonanci­a con la marcha de las negociacio­nes y los acuerdos alcanzados. Gracias a las negociacio­nes, se ha encadenado al genio de la guerra (relieve de La

Noche), y esto permite surgir un período lleno de esperanza y prosperida­d, que tiene un nombre concreto, la reciente Conferenci­a de Algeciras (relieve de

El Amanecer).

El friso heráldico de esmaltes se organiza como si fuera una galería de arcos de medio punto, en cuyos interiores se han insertado los emblemas nacionales, mientras que en los extradoses de los arcos se ha utilizado una simple, pero elegante taracea. La riqueza de colores empleados en estos esmaltes, sobre fondo blanco, está en consonanci­a con las figuras y riqueza cromática de cada diseño nacional. Esta policromía se reduce en las inscripcio­nes de la placa de cobre dorado a cuatro colores: blanco para los textos y nombres de los países, las empuñadura­s de las “espadas vegetales” y el centro de la roseta; azul para los nombres de los representa­ntes de las legaciones asistentes, verde para las vainas de las

“espadas vegetales” y el friso vegetal entre ellas y rojo para los pétalos de la roseta. Afortunada­mente, la durabilida­d y consistenc­ia de estos elementos decorativo­s, conservan magníficam­ente el brillo y la policromía original.

Si bien en la placa la autoría corre a cargo de la firma Wratzker & Steiger de Halle S/L, la autoría de los relieves correspond­e en exclusiva a Friedrich (Fritz) Steiger, cuya firma artística es reconocibl­e por sus iniciales trabajadas en letras capitales cursivas y sobremonta­das en el caso de la “F” del nombre y la primera inicial “S” del apellido, mientras la “T” en cruz, la coloca en paralelo a esta última.

Amén de estas piezas, el recuerdo de aquellos días se reaviva ojeando coleccione­s de fotografía­s relacionad­as con el evento, de las que las primeras publicadas con formato seriado, se encuentran en el segundo cuaderno de la colección Collado-Sanz.

Fuera ya del contexto más próximo a la Conferenci­a, es la propia historia la que nos depara una sorpresa. En 1937 la Asamblea del Huila, en los Andes Orientales colombiano­s, rebautizó al municipio de San Juanito con el nombre de nuestra ciudad: “En honor del Puerto Español de la Provincia de Cádiz en donde se celebró la gran Conferenci­a el 16 de enero de 1906 con el objeto de solucionar el problema marroquí”. Como si se tratara de un eco lejano de lo que se vivió en nuestra ciudad por aquellos días de principios del siglo XX, por lo que desde 1937 hay dos Algeciras, la nuestra en el viejo Mundo, y la nueva, nuestra homónima, en el Nuevo. Amén del islote Algeciras en las Filipinas.

Al proclamars­e la II República, alguien rayó la nomenclatu­ra del rey Alfonso XIII

Los elementos decorativo­s conservan magníficam­ente la policromía original

 ?? JORGE DEL ÁGUILA ?? La placa conmemorat­iva, en su conjunto.
JORGE DEL ÁGUILA La placa conmemorat­iva, en su conjunto.
 ?? JORGE DEL ÁGUILA ?? La Noche y los horrores de la guerra.
JORGE DEL ÁGUILA La Noche y los horrores de la guerra.
 ?? JORGE DEL ÁGUILA ?? El Amanecer y la felicidad de la paz.
JORGE DEL ÁGUILA El Amanecer y la felicidad de la paz.
 ?? JORGE DEL ÁGUILA ?? El Guerrero, símbolo de los conflictos bélicos.
JORGE DEL ÁGUILA El Guerrero, símbolo de los conflictos bélicos.
 ?? JORGE DEL ÁGUILA ?? El Segador, símbolo de la paz.
JORGE DEL ÁGUILA El Segador, símbolo de la paz.
 ?? JORGE DEL ÁGUILA ?? Detalle del escudo heráldico de Algeciras.
JORGE DEL ÁGUILA Detalle del escudo heráldico de Algeciras.
 ?? ?? Firma de Fritz Steiger.
Firma de Fritz Steiger.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain