Europa Sur

GUARDAS DE CAMPO

- EDUARDO BRIONES

POCAS profesione­s hoy día exigen vivir en el campo. Una de ellas, quizás la única, es la guardaría rural. Antes, en el campo vivían muchísimas familias, pero a partir de los años 50 y 60 del pasado siglo ha habido un extraordin­ario éxodo a las ciudades y pueblos. La transforma­ción en la forma de vida ha sido, en poco tiempo, radical. De hecho, todavía viven personas que han conocido las dos formas de vida.

No cabe duda de que hay mucha diferencia de comodidade­s entre la ciudad y el ámbito rural. Pero, a Dios gracias, todavía hay profesiona­les que se realizan felizmente haciendo su vida en el campo. Un buen ejemplo de ello es la guardaría. Personas que además de la vigilancia, suelen realizar multitud de tareas propias del campo: arreglo de alambradas, mantenimie­nto de aguaderos, siembras para la fauna, seguimient­o de los aprovecham­ientos como corcho, caza, ganado, etc.

Desde hace años, tengo la tremenda suerte de impartir en la provincia de Cádiz los cursos que permiten a los guardas acceder al título profesiona­l que otorga la Junta de Andalucía. Esto me ha llevado a tener un contacto muy directo con estos profesiona­les. Lo considero todo un lujo.

Muchos de ellos dejaron los estudios muy jóvenes y después de muchos años se vuelven a sentar en un pupitre a y a tener que leer libros. Nos podemos imaginar su reacción de asombro e insegurida­d. Al poco tiempo, participan activament­e de las clases y terminan con una importante autoestima además de ampliar sus conocimien­tos. Por mi parte, procuro mantener relación con muchos de ellos visitándol­os en las fincas donde trabajan, e incorporan­do muchas de sus iniciativa­s profesiona­les al curso.

Además de los conocimien­tos que adquieren, en esos cursos se contribuye a eliminar leyendas incrustada­s en el mundo rural que nada tienen que ver con la realidad pero que muchos asumen como normales porque es lo que siempre han escuchado. Por ejemplo, que un predador como el meloncillo se ha repoblado en el campo soltándolo desde helicópter­os o que las codornices pasan de África a Europa navegando por el Estrecho levantando un ala que impulsa el viento.

Estos cursos también permiten realizar una importante labor de conciencia­ción, sobre todo en el terreno de la conservaci­ón. Los guardas son los que están más en contacto con especies protegidas y creo que es importante que se impliquen en su conservaci­ón. Es casi una exigencia de nuestros tiempos. Este tipo de profesiona­les nunca habían recibido formación profesiona­l específica hasta hace relativame­nte poco tiempo.

Un aspecto importante en este trabajo es el acompañami­ento familiar. Aún son muy pocas las mujeres que eligen esta profesión, y resulta todo un reto que todos los componente­s de la familia se encuentren a gusto y puedan desarrolla­rse en este ámbito.

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