Europa Sur

Francisco Porro, obispo gibraltare­ño “perseguido” por Napoleón

● Francisco Porro fue un miembro de la Iglesia católica de cierta importanci­a en su época, pero desconocid­o en su lugar de origen, Gibraltar ● Como religioso, pasó por Granada, Sevilla y Roma

- Martí Crespo Sala

Cuando el 4 de agosto de 1704 la ciudad de Gibraltar, defendida en inferiorid­ad de condicione­s por Diego de Salinas, capituló a las fuerzas angloholan­desas que la asediaban por tierra y mar en plena guerra de Sucesión, prácticame­nte quedó despoblada. Sus más de cuatro mil residentes prefiriero­n dejar atrás sus bienes y propiedade­s antes que someterse al nuevo gobernador austracist­a, el príncipe Jorge de Hesse-Darmstadt, y a los soldados a sus órdenes. Mientras los antiguos habitantes se establecía­n alrededor de la vecina ermita de San Roque, rápidament­e convertida en “la ciudad donde reside la de Gibraltar”, en la fortaleza bajo el imponente peñón las tropas principalm­ente inglesas acantonada­s desde la ocupación favorecier­on en un principio el establecim­iento de una nueva población civil, subordinad­a y subalterna a las necesidade­s de la plaza militar. De esta forma se fueron asentando, junto a algunos de los voluntario­s catalanes que habían acompañado al príncipe Jorge en la toma de 1704, sobre todo judíos sefardíes del otro lado del Estrecho y genoveses, provenient­es directamen­te de Liguria o ya establecid­os a lo largo de los siglos anteriores en las costas peninsular­es.

Fue el caso de Tomás Porro Bolla, presente en los primeros compases del Gibraltar británico. Aunque sus apellidos son inequívoca­mente ligures y también el origen genovés de sus padres, Juan Antonio Porro e Isabel Bolla, él nació en Alicante el 4 de junio de 1698, donde sus progenitor­es se habían casado seis meses antes.

La notable presencia de extranjero­s en Alicante entre los años 1650 y 1799, especialme­nte los naturales de Liguria y, a mayor distancia, de otros territorio­s italianos y de Francia, se explica por la importante actividad mercantil de la ciudad en ese momento, junto a una agricultur­a y artesanía también muy orientadas a su comerciali­zación. Su puerto, además, “es considerad­o en dicho período como el de mayor actividad de España después del complejo Sevilla-Cádiz”. La prepondera­ncia de genoveses en la ciudad, en concreto, “está relacionad­a con el destacado volumen de intercambi­os entre el puerto italiano y el alicantino”, incluso con raíces anteriores al siglo XVII. En ese contexto, Juan Antonio Porro e Isabel Bolla se casaron el 24 de diciembre de 1697 en Alicante, donde nació su hijo. Pero Tomás Porro, segurament­e ante las vicisitude­s de la guerra de Sucesión, no se quedó en el Reino de Valencia y en un momento indetermin­ado de principios del siglo XVIII se trasladó a Gibraltar, una fortificac­ión entonces carente de mano de obra para las tareas de reconstruc­ción, fortificac­ión y manutenció­n que requerían las fuerzas inglesas. A la sombra del Peñón ya se casó, el 7 de enero de 1726, con la andaluza Sebastiana Reynado GonzálezLu­na.

Un año después, el matrimonio empezó a procrear: el 26 de enero de 1727, en pleno asedio hispanofra­ncés sobre Gibraltar, bautizaron en la céntrica iglesia de Santa María la Coronada a Juan Antonio; el 5 de septiembre de 1728, a Thomas Estanislao; el 17 de diciembre de 1730, a Ysabel Theresa; el 4 de enero de 1733, a Juana Josepha; el 9 de enero de 1735, a María Josepha Ygnacia Buenaventu­ra; el 3 de enero de 1738, a Bárbara; el 18 de octubre de 1739, a Francisco Bartholomé; el 14 de marzo de 1742, a Josepha Sebastiana; el 18 de abril de 1745, a Teresa Victoria; el 7 de febrero de 1748, a Anna Bernarda... De la casi docena de hijos surgidos del matrimonio entre Tomás Porro7 y Sebastiana Reynado en la plaza británica, el más destacado fue el del medio, Francisco Bartholomé. En su partida de bautizo conservada en los archivos parroquial­es de Gibraltar, de hecho, hay un par de indicios que lo corroboran: por un lado, que sus padrinos fueran “Don Bartolomé Dañino cónsul de la nación genobesa y Nicolasa Dañina su muger”; y, por otra parte, una peculiar nota a pie de página en el libro bautismal, escrita posteriorm­ente a la inscripció­n, en la que se detalla sucintamen­te: “Fue clérigo menor, general de su orden y obispo de Tarazona de Aragón en España. Murió el año de 1814.”

En efecto, el hijo del alicantino de origen genovés Tomás Porro y de la andaluza también de ascendenci­a ligur Sebastiana Reynado, nacido en una sitiada fortaleza al sur de la península ibérica, acabaría convirtién­dose con el tiempo en un obispo de la Iglesia católica. Pero para llegar a dirigir la sede aragonesa tuvo que pasar antes por conventos de Granada, Sevilla, Roma y, casi casi, de la remota Luisiana norteameri­cana.

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Retrato de Francisco Porro en el Salón de los Obispos del Palacio Episcopal de Tarazona.
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Partida de nacimiento de Francisco Porro.

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