Urkullu asegura que la convivencia avanza, pero con “heridas sin cerrar”
● El lehendakari publica en dos diarios vascos una reflexión con motivo de los diez años del cese de la actividad terrorista de ETA
El lehendakari, Íñigo Urkullu, ha asegurado que cuando se cumplen diez años del cese de la actividad terrorista de ETA la normalización de la convivencia avanza “en la buena dirección” en Euskadi, pero ha reconocido que todavía “hay heridas que deben cicatrizar”.
Urkullu hace esta reflexión en un artículo publicado ayer por El Correo y El Diario Vasco, en el que confiesa que el 20 de octubre de 2011 lloró en su despacho cuando se confirmó “el cese definitivo de la actividad armada y violenta de ETA, ajustado a lo acordado y a lo esperado”.
Lo primero que hizo fue llamar por teléfono a su familia desde su despacho en la sede del PNV en Bilbao en la que se encontraba junto con compañeros y dirigentes del partido.
“Sentí alivio, alegría y esperanza ante el inicio de una nueva etapa y también una tristeza inmensa por todo el dolor innecesario que ETA sembró durante más de 40 años”, asegura el lehendakari, quien defendió que a partir de ese momento había que trabajar por la “paz, la convivencia y la concordia”.
En ese sentido, insiste en que la normalización de la convivencia ha requerido desde el principio de una “valoración clara y compartida de la injusticia de la violencia de todas las organizaciones terroristas y singularmente de ETA”.
Considera que en estos diez años se ha avanzado en este objetivo y que “se camina en la buena dirección”, aunque advierte de que “todavía hay heridas que deben cicatrizar”.
Urkullu ha tenido un recuerdo para las 853 víctimas de ETA, de las que ha dicho que “son memoria viva de la peor pesadilla”. “Ser víctima no otorga la razón política, pero sí la referencialidad moral porque han dado un inmenso ejemplo de resilencia y generosidad”, plantea.
Como retos de futuro apunta la construcción de una “memoria crítica y compartida”, afianzar la educación en derechos y humanos, y profundizar el compromiso con el pluralismo y los derechos humanos.
Por último, apuesta por convivir en una Euskadi “políticamente plural y socialmente diversa”, una Euskadi “a seguir construyendo entre todos y todas sin que nadie nos usurpe y pretenda, nuevamente, hablar en nombre del pueblo vasco”.