Europa Sur

TREGUA POLÍTICA EN ESPAÑA Y TENSIÓN EN EUROPA

- MANUEL CAMPO VIDAL

LA crispación se tomó un breve descanso en España pero la tensión crece en Europa. El acuerdo –por fin– entre PP y PSOE para renovar el Tribunal Constituci­onal, el Tribunal de Cuentas y el Defensor del Pueblo, aunque no el Consejo del Poder Judicial, permitió que Pedro Sánchez y Pablo Casado ¡se saludaran! Así de mal estaba la cosa. Parece que vivamos en vísperas de una campaña para esas elecciones en las que todas las encuestas, menos la de CIS oficial, anuncian que el PP superará al PSOE.

El año 2023 será clave: elecciones municipale­s y autonómica­s en mayo y las generales seis meses después o en enero de 2024. Queda tiempo, pero la efervescen­cia es muy alta. Por la fragmentac­ión del mapa político, la derecha del PP logrará el poder con los ultraderec­histas de Vox, que ya avisan que sólo apoyarán a aquellos gabinetes en los que participen. Y el PSOE perderá el Gobierno, salvo que repita una alianza con Unidas Podemos –o las nuevas siglas que encabezará la vicepresid­enta Yolanda Díaz– más el resto del Congreso, incluidos nacionalis­tas e independen­tistas. España está partida en dos mitades casi iguales, lo que garantiza una polarizaci­ón permanente y un clima habitualme­nte crispado.

El Congreso del PSOE también ha reflejado una tregua entre sus familias. La presencia de Felipe González, que encabezó desde los 80 los gobiernos de la modernizac­ión del país, se presenta como un cierre de filas para no perder el poder ahora, en tiempos de una nueva transforma­ción económica.

En Europa la semana nos ha traído un nuevo desafío del británico Boris Johnson, que quiere renegociar el tratado en relación con la frontera de Irlanda del Norte, la parte de la isla que no se independiz­ó de Londres en 1922. Bruselas ya ha respondido con firmeza que, si unilateral­mente rompe lo acordado en el Brexit, el resto de países de la Unión tomarán represalia­s económicas. La presidenta Ursula von der Leyen sale a desafío por semana: primero Polonia, por el este, al no acatar la máxima autoridad del Tribunal Europeo; y ahora el Reino Unido, que ya se fue, pero tensa por el oeste.

En el sur, en Italia, se acabó la primavera Draghi. El hombre que salvó el euro desde el Banco Central Europeo fue acogido como primer ministro con enorme esperanza. Acaba de ganar su primera batalla en la calle, aunque con costes de imagen. El viernes pasado mantuvo el decreto por el que no se puede entrar en los centros de trabajo, oficiales o privados, sin un certificad­o de vacunación. Una manifestac­ión de la extrema derecha junto con los “antivacuna­s” quemó la sede del poderoso sindicato CGIL y llamó a boicotear la “tarjeta verde”, el pasaporte sanitario exigido. Mario Draghi mantuvo firme su posición y ha ganado el primer pulso. Veremos.

Entretanto, la UE sigue avanzando en su idea de tener una fuerza militar propia que no la haga dependient­e de la OTAN. El vicepresid­ente Josep Borrell, responsabl­e de Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, acaba de acordar en Washington la coordinaci­ón de esa fuerza militar europea con la OTAN. “Por primera vez –dijo Borrell– EEUU reconoce una capacidad de defensa europea que pueda complement­ar la de la OTAN”. Europa tiene 5.000 efectivos desplegado­s en el mundo en 18 misiones de paz. Pero se piensa en unidades para la guerra, si hiciera falta.

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