El volcán sigue “en plena forma”
● Los expertos no se atreven a ponerle fecha de caducidad a una erupción que dura ya casi un mes ● La atención se centra en la colada de La Laguna, con “energía y carga” para llegar al mar
A punto de cumplirse un mes desde que comenzó a erupcionar el 19 de septiembre, el volcán en Cumbre Vieja, en La Palma, está “en plena forma”, según la opinión de los científicos que lo monitorizan prácticamente en tiempo real, y amenaza con aumentar su huella devastadora.
No es poco el daño que ya ha causado. Según las últimas mediciones, la lava que arroja sin parar, con más intensidad incluso en los últimos días, ha ocupado una superficie próxima a las 750 hectáreas, ha destruido casi un millar de viviendas y más de 200 hectáreas de suelo agrícola, fundamentalmente plataneras.
Eso, y decenas de kilómetros de carreteras, conducciones de luz y de agua, dos colegios, un punto limpio, un polígono industrial y hasta un campo de fútbol.
El presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres, proclamó el jueves en el Parlamento regional que ésta es la mayor tragedia volcánica en Europa en 100 años y, un día antes, en el Comité de las Regiones de la UE, que se trata del “mayor desastre natural” de la historia del archipiélago.
El vulcanólogo Juan Carlos Carracedo le da la razón. Considerado una de las referencias del país en este campo de la geología, este veterano profesor de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria señala a Efe que “el escenario, desgraciadamente, es mucho peor” que el de las dos anteriores erupciones en La Palma, las del volcán de San Juan (1949) y la del Teneguía (1971).
Lo es porque el centro eruptivo, en la zona de Cabeza de Vaca, está emplazado en altura, no tanto como el San Juan, pero “lo suficiente para que las coladas discurran por una zona llana y densamente poblada” y formen un frente “muy amplio”. De ahí el reconocimiento a la “gran eficacia” en la gestión de la crisis por parte de los científicos y las autoridades tanto en la fase preeruptiva como durante la erupción. “Su éxito es que no ha habido una sola víctima”.
En los últimos cinco siglos ha habido en Canarias unas 16 erupciones, algunas de ellas con más de una “ventana” de emisión, concentradas en cuatro islas: Tenerife, La Palma, El Hierro y Lanzarote, y se han saldado con 24 personas fallecidas.
Si se hace “una abstracción” de todo el daño “irreparable” que está provocando el nuevo volcán de La Palma, señala –coincidiendo con la opinión extendida en la comunidad científica– que se trata de “una erupción normal”. Abunda en que es una erupción fisural en una dorsal formada por “centenares de erupciones fisurales previas”, y que “se está comportando como se tiene que comportar”.
Pese a su experiencia, no se atreve a poner fecha de caducidad al volcán que todavía no tiene nombre. “No da señales de que esté remitiendo”, afirma, basándose en la tasa de emisión de gases, del orden de las 15.000 toneladas diarias, cuando tendría que bajar de las 100 para pensar en el final, y al tremor y la sismicidad profunda, que relaciona con un proceso de realimentación de varios reservorios de magma.
Por otro lado, la colada que arrasó con el supermercado de La Laguna tiene “energía y carga” para alcanzar el mar, al situarse a unos 200 metros de la costa oeste de La Palma, si bien los científicos no saben cuándo sucederá.
Antes de que ocurra recomendarán el confinamiento de la población puesto que la previsión es que una vez la lava alcance el mar se produzcan “pequeñas explosiones” y desprendimientos de ácido clorhídrico, informó ayer el director técnico del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca), Miguel Ángel Morcuende.
Esta colada, que avanza a 15 metros por hora, según precisó el Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan), es, junto a la que atravesó el campo de fútbol, la que mayor carga tiene, mientras que la primigenia se encuentra alimentada de manera muy débil.
En concreto, la colada que se espera que llegue al mar tiene “un enorme aporte de energía”, destacó Morcuende, quien comentó que parece que se ha ralentizado, aunque tiene “la posibilidad cierta de alcanzar el mar”.
Por su parte, la portavoz científica del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca), María José Blanco, hizo ayer hincapié en que no se han abierto nuevos centros de emisión, aunque no se descarta que puedan aparecer más adelante en el entorno del centro eruptivo actual.