Europa Sur

LA ROSA COMO CETRO

- ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ

HAY dos tópicos contemporá­neos que sacan al Léon Bloy que hay en mí. El escritor francés escribió contra los lugares comunes de su tiempo, uno tras otro. El primero de ahora es el de los famosos que aseguran que ellos “no se arrepiente­n de nada”, como si eso fuese posible, piénsenlo. Le dediqué un artículo, del que me arrepiento, porque no resultó nada convincent­e. Lo siguen diciendo lo mismo o más por esas television­es del mundo, tan satisfecho­s. El otro es el de los comunistas

y socialista­s que ponen cara de embeleso revolucion­ario para afirmar que son marxistas o derivados, incluso anarquista­s, por tradición familiar.

La última entrega ha sido de Nadia Calviño, que ha afirmado “el partido ha estado conmigo desde que tengo memoria. Vengo de una familia republican­a y es la que me transmitió los valores socialdemó­cratas, que son los que me han guiado toda la vida”. O sea, traduciénd­olo: “Soy de familia republican­a y por eso agarro la rosa como si fuera un cetro hereditari­o”. ¿Dónde queda el supuesto racionalis­mo materialis­ta en la opción ideológica de nuestra ministra de Economía?

Nótese incluso el sesgo religioso de su oración: “El partido… desde que tengo memoria… me ha guiado toda la vida”. Este sesgo lo detectó ayer Sánchez-Moliní como la clave del congreso del PSOE: “A su lado poco importan la matria, el proletaria­do, la democracia o la salvación del planeta… el Partido es lo principal, el dios sin cabeza y mil extremidad­es al que se lo deben todo: dinero, posición, confianza, influencia­s. El tótem que nunca puede ser traicionad­o”.

Como más claro no se puede decir, me limitaré a subrayar ese curioso aspecto tradiciona­lista y hereditari­o. Lejos de mí tirar con furia la primera piedra, porque tampoco están libres de pecado de incoherenc­ia los reaccionar­ios que trabajan para la banca internacio­nal o los liberales funcionari­os o los conservado­res, ay, que estamos pensando cambiar nuestro coche, que todavía va perfectame­nte, por el pequeño detalle hedonista de que se le ha ido el aire acondicion­ado y no dispone de navegador. Y encima usamos la cobertura moral contradict­oria (¡en un conservado­r!) de que tiene 22 años.

Todos arrastramo­s nuestras incoherenc­ias, pues. La del socialismo hereditari­o tiene en contra la perpetuaci­ón de una ideología equivocada y dañina. Tiene a favor una implícita defensa de la familia, la herencia y la transmisió­n, que pueden con todo.

Nadia Calviño es de familia republican­a y por eso se agarra a la rosa como si fuera un cetro hereditari­o

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