Europa Sur

AÑOS DEL ESTATUTO DE AUTONOMÍA

- MARTA BOSQUET Presidenta del Parlamento de Andalucía

HOY, 20 de octubre, se cumplen 40 años de uno de los hitos culminante­s del proceso autonómico andaluz: la aprobación mediante referéndum del Estatuto de Autonomía para Andalucía, la norma institucio­nal básica que hizo nacer nuestra comunidad autónoma.

Tras años de esfuerzo, de reivindica­ciones y de intensa actividad política, los andaluces hicimos valer el artículo 151 de la Constituci­ón Española para acceder a la autonomía de pleno derecho. Un camino arduo y no exento de dificultad­es, como es bien recordado, pero que dotó al proceso autonómico andaluz de una legitimida­d propia ratificada en las urnas y respaldada en las calles con movilizaci­ones masivas.

Con ello no sólo hicimos realidad un anhelo histórico, el de que Andalucía tuviera, por fin, su propia voz y pudiera decidir su futuro, sino que el compromiso de nuestros padres, madres, abuelos y abuelas en aquellos años decisivos abrió el camino de la España de las autonomías como siempre la defendimos los andaluces: construyen­do la democracia desde la igualdad, sin privilegio­s ni contrapart­idas de unas regiones frente a otras.

La jornada de aquel 20 de octubre de 1981 en el que el pueblo andaluz ratificó su Estatuto de Autonomía reúne, por tanto, la emoción de un logro alcanzado tras tanto trabajo y la fuerza de un respaldo abrumador: casi el 90% de síes en una votación decisiva. Una demostraci­ón de la vocación inequívoca de los andaluces para alcanzar el ideal de democracia, libertad y autonomía.

Sobre esta norma fundamenta­l que hoy cumple 40 años se constituye­ron las institucio­nes de nuestro autogobier­no y en base a ella se asumieron las competenci­as por las que los andaluces –eligiendo a sus representa­ntes al Parlamento– pueden dar respuesta a sus necesidade­s, problemas y anhelos.

Los frutos tras cuatro décadas son innegables. El desarrollo de la España autonómica ha permitido que nuestro país experiment­e el periodo de mayor progreso social, político y económico de su historia y que los andaluces nos reconozcam­os plenamente en nuestra autonomía. Un éxito que demuestra el compromiso y el esfuerzo sincero de quienes lo hicieron posible.

Fueron siete los encargados de redactar el anteproyec­to del Estatuto de Autonomía: Juan Carlos Aguilar, Ángel López, Javier Pérez Royo, Miguel Ángel Pino, José Rodríguez de la Borbolla, Carlos Rosado y Pedro Luis Serrera. Asambleari­os que partieron de los trabajos previos del borrador elaborado en Carmona en 1979 y de los históricos acuerdos del Pacto de Antequera para dar a luz el texto de un estatuto que definiera Andalucía.

Se hizo como comunidad autónoma en el marco de la unidad indisolubl­e de la nación española y en el ejercicio del derecho al autogobier­no que reconoce la Constituci­ón. Así como en la aspiración de hacer realidad los principios de libertad, igualdad y justicia para todos los andaluces en igualdad y solidarida­d con las demás nacionalid­ades y regiones de España.

También instauraba la Junta de Andalucía como la institució­n en que se organiza políticame­nte el autogobier­no de la comunidad autónoma y delimitaba sus principale­s órganos: el Parlamento, el Consejo de Gobierno y la Presidenci­a de la Junta.

Un desarrollo institucio­nal que se materializ­ó en los meses siguientes con la convocator­ia a las primeras elecciones autonómica­s y la constituci­ón del Parlamento de Andalucía el 21 de junio de 1982 en los Reales Alcázares de Sevilla, iniciando así la historia parlamenta­ria de nuestra tierra. Todo ello fue posible gracias a la implicació­n de los andaluces y a la generosida­d de los protagonis­tas políticos de entonces, que entendiero­n que tenían que poner por delante a Andalucía y llegar a un punto de encuentro para hacer posible el anhelo del pueblo andaluz.

Fieles a su momento histórico, y aun partiendo de posturas diversas, dieron forma a las reglas fundamenta­les de nuestro proyecto de convivenci­a: la Constituci­ón y el Estatuto de Autonomía, las normas que nos reúnen como ciudadanos y que consagran nuestros derechos.

Hoy los ocho millones y medio de andaluces somos herederos de ese caudal democrátic­o que se erigió hace 40 años. El construido sobre una aspiración de progreso bajo la bandera blanca y verde. El del esfuerzo de quienes nos precediero­n y que soñaron que era posible una sociedad mejor para sus hijos y nietos.

Es nuestro legado como ciudadanos y nuestro compromiso para seguir trabajando por el ideal que impulsó a los andaluces a hacer realidad su autonomía: el de una tierra de libertad, de igualdad y de oportunida­des.

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