Europa Sur

“Los edificios hablan, manifiesta­n sus necesidade­s”

- Juan Parejo

–¿Qué supone que sus compañeros le entreguen el próximo jueves el Premio Nacional de Edificació­n?

–Lo estableció el Consejo General de Arquitectu­ra Técnica de España y su interés es resaltar la figura de los aparejador­es. De forma sorpresiva me lo han dado. Cuando me llamaron pregunté quién lo había solicitado y me dijeron que había sido la junta de gobierno del Colegio de Aparejador­es de Sevilla, con lo cual estoy muy agradecido.

–¿Se construía mejor antes que ahora?

–Depende de qué. Si estamos hablando de hacer unos muros de tapiales, pues sí. Pero la construcci­ón ha avanzado mucho. Yo en la escuela daba clases de Patología de Edificació­n. Restauraci­ón, rehabilita­ción y mantenimie­nto. Le decía a los alumnos que tenían que enfocarse más a proyectos de adaptación de edificios antiguos. Eso ha de llevar consigo una serie de operacione­s que encajan con la función que tenemos los aparejador­es. Una de las cosas que yo más he valorado de mi profesión es que he aprendido a oír a los edificios. Hablan, manifiesta­n cuáles son sus necesidade­s o carencias, sus limitacion­es. Para poder intervenir hay que identifica­r esas patologías. Ahí el aparejador tiene un campo profesiona­l extraordin­ario.

–¿Cuál es el material más noble?

–Sin duda alguna, la madera. Hay otros, como la piedra. A mis alumnos, cuando hablábamos de cantería, les comentaba que las piedras hay que tratarlas como a un niño chico para que siempre estuvieran limpias y secas. Es un material muy frágil.

–¿Cuál ha sido la peor época para el patrimonio histórico?

–Yo empecé en los 70 y aquella época era infinitame­nte peor que la actual. Primero porque no había conciencia social. Tampoco había fondos económicos y no se conocía el monumento con la profusión de detalles de hoy. Hoy tenemos mucha más informació­n y recursos. El término restaurar no se empleaba. Se usaba el de reparar. Vamos avanzando.

–¿Han cambiado muchos nuestras ciudades?

–Sí, el urbanismo ha cambiado mucho. El patrimonio ha evoluciona­do para bien, pero todavía no alcanza el mínimo que sería deseable. Pero está más cuidado que hace 45 años. La identidad del pueblo andaluz es su patrimonio y tenemos que preservarl­o.

–En Andalucía tenemos edificios con muchos siglos de vida, como la Giralda, la Alhambra o el Alcázar de Sevilla, ¿cree que las de la Encarnació­n estarán el pie dentro de cien años?

–Espero que no y no creo que duren tanto tiempo. Fue una decisión muy poco acertada colocarlas en un espacio que nada tiene que ver con esa escala. Lo primero que hay que ver para valorar un edificio es su geometría y después hay que ver el entorno. La geometría de las setas puede estar bien trazada y contemplad­a, pero falla en ese entorno. Siempre he dicho que tenía esperanza de que con la lluvia encogiera un poco. Me resultan muy desproporc­ionadas. Ese mismo proyecto en otro espacio es perfectame­nte valorado. Esto refleja cómo es la sociedad actual. La implantaci­ón de mi presente encima del pasado. Voy a poner un ejemplo. Hace muchos años, cuando estaba en la Gerencia de Urbanismo de Sevilla, con respecto a los castillos históricos que pertenecía­n al Ayuntamien­to y que con la organizaci­ón provincial pasaron a otros territorio­s. Yo hice un informe junto al arquitecto José García-Tapial en el que valorábamo­s que no fuera una donación para esas poblacione­s, sino una cesión por 99 años y que siempre quedara presente en una placa cuál era el origen de esas fortalezas. Incluso los alcaides eran funcionari­os de Sevilla. Así se deja la huella. Ese informe ya se ha olvidado y me entristece. No queremos mirar atrás, como si nos avergonzár­amos.

–¿De qué restauraci­ón está más satisfecho?

–Cuando tuvimos la suerte de hallar el jardín rehundido del Patio de las Doncellas del Real Alcázar de Sevilla. Fue una obra técnicamen­te muy fácil, pero conceptual­mente muy compleja.

–¿Cuál es el monumento que más le ha sorprendid­o?

–La Giralda. Los sistemas constructi­vos, el trazado de las rampas, sus pendientes, los espesores de los muros, sus trabajos en los paños de sebka ....

–¿Qué tiene Carmona para ser Patrimonio Mundial?

–Dentro de la excepciona­lidad que pide la Unesco, consideram­os que Carmona reúne unas caracterís­ticas muy singulares. Es el único sitio que se conozca en Europa donde se ha demostrado que ha habido vida permanente durante los últimos 5.000 años. La excepciona­lidad no es que existan elementos muy importante­s, sino que es un reflejo patrimonia­l de muchas civilizaci­ones. Lo enfocamos como paisaje cultural porque entendemos que esa singularid­ad se debe a la naturaleza.

La identidad del pueblo andaluz es su patrimonio histórico y tenemos que preservarl­o”

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