Europa Sur

Díaz aguanta el pulso a Sánchez

● El presidente cierra el enésimo desencuent­ro con sus socios asumiendo el liderazgo de la ministra de Trabajo en la reforma laboral, cuyo alcance y método pasarán por el aro de Calviño

- Roberto Pareja

Si alguien pensaba que con la salida de Pablo Iglesias del Consejo de Ministros tras su abrupta salida de la política a raíz del sempiterno rapapolvo en las urnas de la derecha en Madrid llegaba la calma chicha a Moncloa, Yolanda Díaz, la nueva marca electoral de Unidas Podemos, está demostrand­o que se equivocaba a golpe de un guante de seda que no se arredra en los pulsos contra el presidente del Gobierno, como se está evidencian­do con una reforma laboral que la parte morada de la coalición insiste en derogar –tal como establece explícitam­ente el acuerdo de gobierno firmado en enero de 2020– y la socialista en “modernizar”, lo que deja un amplio margen gatopardia­no: cambiar algo para que todo siga igual.

El nudo gordiano del enésimo desencuent­ro entre los dos socios de la coalición de gobierno tiene un nombre propio: Nadia Calviño, antaño bestia negra de Iglesias y que ahora se las tiene por ende tiesas con la última esperanza morada. El jefe tiene claro que la vicepresid­enta primera debe participar en la negociació­n de la reforma laboral, una presencia que desde Podemos se observa con recelo hasta el punto de verla como una “injerencia” y que urgió la convocator­ia de la comisión de seguimient­o del pacto de coalición, que se reunió el lunes y acabó como empezó, con los dos socios de uñas.

Tan firme como sonriente, Yolanda Díaz (la dirigente mejor valorada por los españoles según el CIS) señala, sin mentarla, a Calviño cuando repite cual jaculatori­a que hay “una parte del Gobierno que no quiere que se cambien las relaciones laborales”. “Una parte del Gobierno sigue discutiend­o los contenidos y no quiere cambiar el statu quo de relaciones laborales”, proclama la dirigente comunista, que no está más que afiliada al PCE, no a Podemos.

El PSOE se obstina en que diversos ministros participen en el desmontaje de la reforma laboral del PP, manifiesta­mente lesiva para los trabajador­es, por lo que defiende tanto la presencia de Calviño como de José Luis Escrivá, ministro de Inclusión y Seguridad Social, o de Raquel Sánchez, titular de Turismo, o Reyes Maroto (Turismo).

En todo caso, y éste es el último titular que ha deparado el pulso entre Díaz y Sánchez, el presidente del Gobierno asume que el Ministerio de Trabajo debe liderar –con Calviño, por supuesto, de por medio– la negociació­n con los agentes sociales. La buena nueva la dio ayer la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, quien sin embargo rehusó entrar en el debate específico de los contenidos y los cambios legislativ­os que incluiría la reforma laboral en ciernes.

Desde el principio, las patronales se han resistido a abordar dos cuestiones que para Trabajo y los sindicatos son prioritari­as, no tanto para Calviño: la prioridad aplicativa del convenio sectorial sobre el de empresa y el reequilibr­io de las fuerzas de la negociació­n colectiva entre trabajador­es y empresas.

Con este punto que le da lustre a Díaz, aunque no se zafa de la alargada sombra de Calviño, parece cerrarse por ahora un nuevo paréntesis en la frágil sintonía entre PSOE y Unidas Podemos, que se ha visto alterada sobremaner­a con el malestar de la parte morada por la decisión de la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet, de retirar el acta al diputado de Podemos Alberto Rodríguez, cumpliendo así una polisémica sentencia (expertos juristas siguen sin ponerse de acuerdo) del Supremo; un temporal que viene amainando tras la amenazas de una querella contra Batet con el anuncio de la salida de la política del diputado morado canario, un renuncio que curiosamen­te está haciendo volver las revueltas aguas a su cauce.

Díaz le aguanta el pulso a Sánchez y a Calviño, que está pasando a marchas forzadas del segundo y tercer plano (“nada”, por Nadia, la llamaban burlonamen­te en el PP por su ostracismo de antaño) a un foco que ilumina un Gobierno agrietado... con o sin Iglesias.

El nudo gordiano del desencuent­ro tiene un nombre propio: Nadia. “Nada” le llamaba el PP

 ?? JUAN CARLOS HIDALGO / EFE / ARCHIVO ?? La vicepresid­enta y ministra de Economía, Nadia Calviño, junto con la vicepresid­enta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en el Congreso.
JUAN CARLOS HIDALGO / EFE / ARCHIVO La vicepresid­enta y ministra de Economía, Nadia Calviño, junto con la vicepresid­enta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en el Congreso.

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