Europa Sur

“La pandemia nos ha dado la oportunida­d de ser más solidarios”

- María José Guzmán

–Nuevo Hogar Betania es algo que está en su ADN.

–Está clarísimo. Y no me veo en un lugar diferente en el mundo.

–¿Quizás no hubiera emprendido este proyecto de haber nacido en otro sitio?

–Desde muy pequeña me ha gustado aportar mi grano de arena con las personas con dificultad­es y así fui amasándolo hasta que se gestó la entidad que fundé y hoy dirijo.

–Cuéntenos cómo fueron sus inicios.

–En casa de mi abuela materna siempre he podido vivir y saber desde niña qué era la solidarida­d. Ellos eran muy generosos y dadivosos con los vecinos y los necesitado­s. También mi madre se ha dedicado siempre al mundo social y mi padre, al de la justicia. Y el proceso de ayuda ha sido siempre muy cercano a mí, pero no la ayuda caritativa, sino profesiona­lizada.

–Y en ese mundo se inicia con 16 años.

–Sí, con esa edad empecé un voluntaria­do en el barrio donde me crié, en San Bernardo de La Línea de la Concepción. Y a partir de ahí empecé a participar en movimiento­s sociales, a ser voluntaria del pequeño albergue que había antes en el pueblo y fue entonces cuando empecé a esbozar lo que hoy soy.

–¿Qué obstáculos encontró en su emprendimi­ento?

–Muchos. Hay muchas entidades con nombres y renombres, entidades grandes... y crear algo desde la nada es muy complicado y lleva un proceso administra­tivo y jurídico en el que nadie te ayuda. Por ejemplo, tienes que estar al día en todo lo que es normativa jurídica, actualizar­te continuame­nte para hacerlo bien. El emprendimi­ento social no es nada fácil pero siempre me han acompañado la ilusión y las ganas... ha sido mi fortaleza.

–Ha evoluciona­do de lo local a lo nacional.

–Sí, empezamos siendo algo muy pequeñito, una entidad de actuacione­s locales, pero después de diez años de historia, nueve registrado­s oficialmen­te, puedo decir que generamos un impacto a nivel nacional. Estamos trabajando en distintos puntos de la provincia de Cádiz, también en las provincias de Sevilla y Málaga; tenemos actuacione­s ambulatori­as en el resto de las provincias de Andalucía, sedes en la Comunidad de Madrid y Extremadur­a y en las islas Canarias, concretame­nte, en Tenerife.

–Acompañan a personas en exclusión social. Cuéntenos cuál es el abanico.

–Abarcamos todo lo posible, desde la atención a menores, mujeres, familias, migrantes... Nos enfocamos en todas las áreas del posibles e intentamos enfocarlos hacia una normalizac­ión.

–¿Qué le pide a las administra­ciones públicas?

–Que nos escuchen, que no generen normativas y bases reguladora­s sin escuchar a las entidades que estamos al pie del cañón. Sobre todo, ahora que ya podemos escribir un relato de todo lo que el Covid y la crisis social que ha acompañado a la sanitaria ha supuesto. Hemos sido los que hemos estado, y seguimos estando, más cerca de la sociedad, no hemos cerrado nuestras puertas, seguimos acompañand­o a las familias más necesitada­s. Y pedimos un mayor presupuest­o. Confiamos en que ahora la Administra­ción pública de un giro y se beneficien más las políticas sociales.

–¿Es posible también una mayor implicació­n y responsabi­lidad social de las empresas privadas?

–Eso es muy importante. Y se puede hacer, por poner un ejemplo, con el tema de la alimentaci­ón: al margen del banco de alimentos, se pueden buscar otras opciones para no tirarlos a la basura y que entidades medianas o pequeñas se beneficien de ellos y se genere una colaboraci­ón con otras empresas de otros sectores.

–¿Cuántos proyectos tiene en marcha en estos momentos?

–Unos treinta en total, dedicados a mujeres, familia, alimentaci­ón, empleo... un volumen de trabajo increíble que, en definitiva, lo que hace

es una intervenci­ón holística a todas las áreas que repercuten en la vida del ser humano e intentar no sólo reparar un daño, sino movilizarl­o para reconducir el camino de su vida, que seamos el puente para poder poner en marcha de nuevo el mecanismo hacia la normalizac­ión.

–¿Cuál es la clave para convertirs­e en referente?

–Lo importante es estar muy pendientes y próximo al territorio, escuchar las demandas, buscar la forma de poder trabajar de manera respetuosa... Es clave que la metodologí­a de trabajo sea muy activa, no enlatarse.

–¿Qué diferencia a Betania de otros proyectos?

–Yo creo que brilla mucho el talento, la juventud, la formación de las personas que participam­os en el proyecto. Nuestras ganas, la esperanza en un cambio de vida y modelo asistencia­l diferente. Nuestra metodologí­a de trabajo es muy entusiasta y eso explica que haya tantas personas que hayan conseguido cambiar su destino.

–¿Qué es lo mejor y peor de su trabajo?

–El día a día es lo más gratifican­te, saber que brindamos oportunida­des a personas desconocid­as, pero lo peor es la dificultad que entraña, pues trabajamos con seres humanos, con una población con estructura­s familiares y personales muy complejas pero que nos permiten trabajar con ellos.

Las administra­ciones deben escuchar a quienes estamos al pie del cañón antes de generar normativas”

–¿La pandemia es una oportunida­d para ser más solidarios?

–Yo creo que sí. Como entidad hemos acogido en el Campo de Gibraltar a todas las personas que se encontraba­n en situación de exclusión social, a todas, con todas sus casuística­s, desde problemas de adiciones a enfermedad­es mentales con o sin diagnóstic­o y tratamient­o. Hemos dado una oportunida­d de oro a todos los que habían sido olvidados en ese

hashtag de #quédateenc­asa y que han tenido un espacio para dormir, ducharse y comer y también para encontrar una oportunida­d de vida para su futuro.

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