Europa Sur

Una segunda colada alcanza la playa de los Guirres, situada junto a la fajana

● Los expertos creen que el aporte que recibe de lava es insuficien­te para que llegue al mar, a unos 50 metros, de forma inminente

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La lava del volcán de Cumbre Vieja alimentó ayer la colada que formó el delta y a una segunda que hizo que alcanzara la playa de los Guirres, junto a la fajana, y se situó a 50 metros del mar.

Según los expertos, la lava que está cayendo en la playa de los Guirres parece insuficien­te para que acabe llegando al mar de manera inminente y forme una nueva fajana.

Le falta “demasiado que rellenar” para llegar hasta el mar, afirmó ayer Francisco Prieto, portavoz del comité de dirección del Plan de Emergencia Volcánica de Canarias (Pevolca), algo en lo que coincidió el portavoz del Instituto Volcanológ­ico de Canarias (Involcan), David Calvo, quien descartó que la lava alcanzase el mar de manera inminente.

Técnicos de Involcan observaron tres zonas de acumulació­n de lava en la playa, todas con origen en la misma colada, situada entre la que formó la fajana y la que alcanzó el barrio de la Bombilla.

Según Prieto, la lava alimentó ayer a las coladas 1, la que formó el delta, y la 2, que alcanzó la playa de los Guirres, después de que ambas llevaran prácticame­nte un mes sin recibir un “aporte visible”.

En la colada primigenia ese aporte de lava “probableme­nte” se estaba canalizand­o hasta ahora a través de tubos volcánicos.

El resto de las coladas se mantienen “estables”, indicó Prieto, que concretó que la superficie afectada ha aumentado 3,42 hectáreas, hasta las 988,27.

La directora en Canarias del Instituto Geográfico Nacional (IGN), María José Blanco, reconoció que el proceso eruptivo ha entrado en una fase “más estable” pero esa estabilida­d se tiene que mantener “durante cierto tiempo” e incluso disminuir “de forma gradual y mantenida” todos los parámetros: sismicidad, deformació­n, tremor y emisión de gases.

De hecho, recordó que la sismicidad continúa a niveles más bajos que en las semanas anteriores, esto es con seísmos localizado­s a entre 10 y 15 kilómetros y a más de 20 de profundida­d; el de mayor magnitud registrado ayer se situó a 3,8 mgLg, a 38 kilómetros, y se sintió con intensidad III.

La altura de la nube de ceniza y gases llegó ayer a los 2.700 metros y las rachas de viento favorecían la operativid­ad aeroportua­ria.

La emisión de dióxido de azufre del penacho oscila entre las 9.000 y las 13.000 toneladas diarias, evolución que también ref leja una tendencia descendent­e.

A su vez, la emisión difusa de dióxido de carbono asociada a la dorsal de Cumbre Vieja varía entre las 1.700 y las 1.900 toneladas diarias, valores que, según María José Blanco, no representa­n un peligro para los habitantes de las zonas afectadas.

Pero la calidad del aire sigue siendo “regular” y el lunes en la estación de Puntagorda se superó en cuatro ocasiones el umbral de alerta por dióxido de azufre y nueve veces el valor límite horario.

En cuanto a las partículas inferiores a 10 micras, Prieto recordó que se debe hacer un seguimient­o constante para ver cómo evoluciona la situación, pues de día suele ser extremadam­ente desfavorab­le y luego se registra un notable descenso de noche.

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KIKE RINCÓN / EP Un agricultor cubierto de cenizas recoge plátanos de su finca de Fuencalien­te.

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