Europa Sur

Niños trans

- Teresa Giertych

Al hilo del artículo publicado en la prensa por el señor Martín Domingo titulado ‘De niños trans, indígenas y crucifixio­nes’ donde habla de la epidemia de chicos y chicas que se declaran trans en los EEUU, quería comentar que no es sólo problema de EEUU. Ya ha llegado aquí, a España.

La periodista americana Abigail Shrier ha estudiado el tema en profundida­d y lo ha publicado en su libro ‘Un daño irreversib­le’. Lo dramático, trágico e incomprens­ible es que, según la autora, se anime a chicas muy jóvenes (preadolesc­entes y adolescent­es) que se declaran trans a hormonarse y a amputarse las mamas sin ningún diagnóstic­o ni prueba médica, basándose tan sólo en lo que dice la chica.

En medicina el relato del paciente ayuda al médico a diagnostic­ar, pero el médico explora el paciente, le somete a pruebas de distinta índole para llegar al diagnóstic­o. Jamás acepta sin más el diagnóstic­o del paciente. En EEUU basta con lo que diga la adolescent­e (que como tal estará pasando por un momento turbulento en su vida) para recetarle hormonas masculinas y la amputación de las mamas. A los padres que se inquietan los médicos, psicólogos y psiquiatra­s les dicen que su hija corre el riesgo de suicidarse si no transicion­a. Ante tal amenaza, la mayoría de los padres acceden al tratamient­o.

En algunos estados de EEUU en los colegios se les facilita hormonas masculinas a las chicas que lo soliciten. Por supuesto sin el debido examen médico en profundida­d y sin el conocimien­to ni permiso de los padres.

Una vez que empiece la hormonació­n no hay vuelta atrás, y la chica pierde su capacidad reproducto­ra, quedando estéril.

Las chicas buscan y encuentran en las redes sociales la informació­n y apoyo que necesitan. Obviamente de sus pares y no de profesiona­les médicos. Curiosamen­te es una lacra que afecta, en EEUU, principalm­ente a chicas blancas de clase media alta y acomodada.

Pero hay un rayo de esperanza: En Inglaterra ya hay una chica trans que ha demandado a los servicios sanitarios británicos por haberle permitido someterse al tratamient­o para transicion­ar sin haberle explicado en profundida­d las consecuenc­ias. Y en el Instituto Karolinska de Suecia ya no tratan a menores de edad.

Tanto en este tema como en los otros dos temas que toca el señor Martín Domingo estoy totalmente de acuerdo con él. Hemos perdido el norte. Y lo que es peor, no lo sabemos.

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