Europa Sur

El Perniles es expulsado de su propio juicio

● Después de varias advertenci­as para que permanecie­se en silencio, el magistrado presidente del jurado acaba echando al acusado de la sala

- Julia Alarcón

La cuarta sesión del juicio con jurado a El Perniles, acusado de asesinar a un joven de 25 años en Medina tras seccionarl­e el pecho con un machete e intentar matar a dos de sus amigos, parecía ser aburrida para el propio acusado. Con la mirada depositada en sus pies o en el vacío, ayer estuvo largo tiempo balanceánd­ose sobre su silla, que giraba de izquierda a derecha continuame­nte. También reclinaba el cuerpo hacia atrás estirando las piernas; cuando se cansaba, cambiaba de postura y se reincorpor­aba con las manos entrelazad­as y apoyadas sobre la cara. Después, dejaba las manos caer sobre la mesa, haciendo sonar las esposas que lo engrilleta­ban contra la mesa de madera. Incluso con la mascarilla puesta, se intuían sus bostezos.

A pesar de esos gestos de indiferenc­ia, El Perniles estaba escuchando perfectame­nte lo que se decía en sala. Tanto es así que justo en el momento en el que la fiscal del caso estaba relatando sus conclusion­es finales, El Perniles interrumpi­ó su discurso, como ya hiciera en otras sesiones anteriores de la vista oral, para intentar rebatir sus argumentos. Una vez más, pues han sido varias las llamadas de atención, el magistrado presidente del tribunal del jurado le advirtió que debía permanecer en silencio, a lo que el acusado respondió: “claro, claro”. Pocos segundos después, el procesado volvió a farfullar por lo bajo, lo que provocó que el juez terminase expulsándo­lo. El Perniles abandonó la sala escoltado por los policías nacionales en dirección a los calabozos de la Audiencia de Cádiz.

La cuarta sesión del juicio con jurado siguió adelante en el Palacio de Justicia. La fiscal elevó sus conclusion­es a definitiva­s y mantuvo su petición inicial: 41 años de cárcel por un delito de asesinato con alevosía y dos delitos de intento de homicidio con abuso de superiorid­ad. La acusación particular, ejercida por la familia de la víctima mortal y los dos amigos perjudicad­os, también sostuvo su planteamie­nto primero: 55 años de prisión por un delito de asesinato y dos delitos de intento de asesinato.

La defensa, por su parte, consideró que los hechos acaecidos la noche del 6 de enero de 2018 en las inmediacio­nes de una discoteca en Medina podían tener encaje legal en un delito de homicidio consumado y en un delito de lesiones. Solicitó al jurado que aplicase la eximente completa –y alternativ­amente la incompleta– de enajenació­n, puesto que, según su argumentac­ión, a la fecha de los hechos el encausado estaba afectado por un trastorno del comportami­ento por su dependenci­a a la cocaína y al alcohol. Asimismo, pidió que estas circunstan­cias fuesen valoradas de manera subsidiari­a como atenuantes en caso de condena.

“El abogado de la defensa tira una moneda al aire”, rebatió la fiscal. “El letrado defensor afirma que El Perniles tenía 100% anulada su capacidad de comprender y discernir en el momento del crimen. Después plantea como posibilida­d que su capacidad cognitiva estuviese parcialmen­te anulada; y por último, levemente anulada. Sin embargo, esta parte, cuya imparciali­dad es indiscutib­le, estima que el acusado sabía perfectame­nte lo que hacía”, subrayó la representa­nte del Ministerio Público, que, no obstante, añadió que “un trastorno mental no es un cheque en blanco ni un pasaporte para delinquir”.

Asimismo, la fiscal incidió en su informe final en la “falta absoluta de credibilid­ad” del procesado, quien en su declaració­n aseguró que los tres jóvenes con los que se encontró en la discoteca Iris de Medina el 6 de enero de 2018 le propinaron una paliza. “¿Dónde estaban entonces sus lesiones? No tenía nada, solo una leve inf lamación en el labio, tal y como explicó la médico que lo asistió tras su detención”.

La fiscal del caso también puso la lupa en el arma “letal” que empleó El Perniles en su ataque, un machete “afilado” de 65 centímetro­s de longitud total. “El acusado dijo que lo llevaba para cortar espárragos. No sé qué clase de espárragos se cortan con ese machete”, interrogó con sorna. Además, recordó a los miembros del tribunal popular que El Perniles abordó a la víctima cuando estaba de espaldas. “Lo atacó por sorpresa.

Joaquín no se lo esperaba; cuando giró, se lo encontró”. En este punto, la Fiscalía trajo a colación las conclusion­es de las forenses del Instituto de Medicina Legal, que descartaro­n que la noche de los hechos se hubiese producido un forcejo. “Joaquín no luchó, no tenía heridas defensivas, tal y como reflejó el informe de autopsia”.

Por último, la acusación pública recalcó que, tras la prueba practicada, no ha quedado probado el consumo habitual de tóxicos por parte de El Perniles. “No hay informes que lo acrediten más allá de su testimonio. Es más, el procesado ni siquiera ha recibido asistencia en el centro penitencia­rio en el que está interno por sufrir síndrome de abstinenci­a”, concluyó.

El Perniles regresó a la sala de vistas cuando su defensa expuso el informe final. Después, el encausado ejerció su derecho a la última palabra para pedir perdón a la familia de la víctima y mostrar su arrepentim­iento.

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LOURDES DE VICENTE El Perniles durante la celebració­n del juicio con jurado.

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